La trata de personas con fines de explotación sexual y laboral es un problema que ya está instalado en nuestro país. A diferencia de lo que se creía hasta hace unos años, Uruguay no es únicamente un país de origen de personas víctimas de trata, sino que también es un país de destino. Los tratantes se aprovechan de las situaciones de vulnerabilidad, sobre todo económica, para engañar a las personas y vulnerar sus derechos, esta es la forma más común en la que ocurren las captaciones de personas. Natalia Guidobono, socióloga que forma parte de la asociación civil El Paso, coordinó la investigación “Dueños de personas, personas con dueño”, presentada en agosto, y habló con Sala de Redacción sobre los principales hallazgos. Entre ellos se encuentran los primeros descubrimientos vinculados a la trata laboral, que destapan situaciones en espacios mayormente masculinizados -como la pesca, la construcción y establecimientos agropecuarios-, y en ámbitos domésticos y de cuidado, en los que predominan las mujeres.

Dueños de personas, personas con dueño

La investigación fue liderada por la asociación civil El Paso, que trabaja en la defensa de los derechos de niños, niñas, adolescentes y mujeres víctimas de violencia, abuso sexual, discriminación y exclusión social. Fue financiada por la Unión Europea en el marco del proyecto “Uruguay mira la trata”; también participaron la Organización Internacional para las Migraciones, la asociación Voz y Vos, el Departamento de Género de la Licenciatura de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, la Red de Paysandú de Prevención de la Explotación Sexual Comercial de Niñas, Niños y Adolescentes y el Instituto Nacional de las Mujeres.

La socióloga aclaró que la trata es un delito que muchas veces se percibe en un momento específico, pero que tiene varios componentes: la captación de las personas, su traslado y su explotación. Uno de los principales objetivos de la investigación fue profundizar “en el delito y en la vulneración de derechos de las personas tratadas con fines de explotación sexual”, planteó Guidobono. Para eso, usaron fichas de información encontradas a lo largo de nueve años provenientes del Servicio de Atención a Mujeres Víctimas de Trata con Fines de Explotación Sexual. Además, utilizaron notas de prensa, entrevistaron a más de cien personas “vinculadas a la política pública de género, de migración, a la salud, asociaciones de la sociedad civil” e hicieron un grupo focal de trabajo de discusión con trabajadoras sexuales. 

Servicio de Atención a Mujeres Víctimas de Trata con Fines de Explotación Sexual

Se implementa mediante un convenio entre El Paso y el Instituto Nacional de las Mujeres del Ministerio de Desarrollo Social (Mides). Brinda asistencia, contención y acompañamiento psicológico, social y legal a las mujeres mayores de 18 años víctimas de este tipo de trata que estén en Uruguay -sean o no de nacionalidad uruguaya-, así como uruguayas que hayan sido víctimas de trata en el exterior. Las vías de contacto son a través del teléfono 2400 0302 interno 5506 y del correo: serviciovbgtrata@mides.gub.uy.

Guidobono dijo que es importante diferenciar entre la trata y el tráfico de personas. La trata de personas es una “vulneración de los derechos de las personas”, mientras que el tráfico es “una contraversión, un hecho que va en contra de las normativas de los Estados”, explicó. Aclaró que el tráfico se produce, en general, porque hay un interés de las personas en movilizarse “e ingresar a otro país muchas veces fuera de la norma” y, en ocasiones, cuando se acercan a determinados grupos delictivos, los traficantes abusan de ese lugar de poder; la mayoría de las veces el daño ocurre de forma colateral y el vínculo entre el traficante y la persona que trafica finaliza cuando la persona ingresa al país. Sin embargo, en la trata de personas “la finalidad es explotar a la gente, sacarle el máximo de provecho”, siempre existe un daño, que se da a través de un “proceso delictivo y de vulneración de derechos”, dijo Guidobono. 

Trata laboral encubierta

La trata de personas sigue siendo aún invisible Uruguay, según Guidobono. La investigación destapó situaciones de trata laboral en Uruguay que no se conocían, ya que suele asociarse la trata de personas a la explotación sexual aunque, en ocasiones, ambas pueden estar vinculadas. Lo más complejo de la trata laboral radica en que se entremezcla lo legal y lo ilegal porque, tal como planteó Guidobono, “se enmascara la explotación a través de formalidades y del cumplimiento de las normativas” y se da, por ejemplo, en locales legales, perfectamente regulados. Los varones explotados se encuentran principalmente en sectores como la construcción, en establecimientos agropecuarios, en la pesca. Las mujeres víctimas de trata laboral se encuentran principalmente en los ámbitos domésticos y de cuidado; la mayoría de ellas son migrantes, tanto internacionales como provenientes de la migración interna.

Guidobono narró que desde El Paso han trabajado con varones africanos y asiáticos que fueron recluidos por barcos pesqueros ilegales, captados en sus respectivos países y esclavizados “durante meses o incluso años”. Como suele ocurrir en el proceso de la captación para la trata de personas, se los engaña acerca de lo que les brindarán dentro del barco. Una vez allí, comienza el calvario. Les retienen los salarios, les cobran el alojamiento, la comida, las llamadas telefónicas, por lo que ya no tienen nada que pagarles y luego de que los explotan, los dejan en Uruguay. La socióloga puso como ejemplo el caso de ghaneses y sierraleoneses que arribaron a Uruguay en 2014 sin saber el idioma, enfermos y sin dinero, luego de haber sido explotados durante siete meses. 

Principales datos recabados sobre la trata sexual

La trata sexual en Uruguay “está ampliamente localizada en todo el territorio nacional”. Uruguay ya pasó de ser un país de origen de personas víctimas de trata, a ser un país de destino, tanto para la trata laboral como sexual. Guidobono dijo que la trata muchas veces se vincula a la migración. Entre los casos que atendió en 2014 el servicio de víctimas de trata registró un pico “muy extremo” de mujeres extranjeras, vinculadas principalmente al proceso migratorio dominicano. A partir de allí se detectó una red internacional con fines de explotación sexual, tipificada luego como “Operación Imperio”, “una red internacional asociada a una red nacional” expresó Guidobono. Las tres sentencias judiciales tipificadas con el delito de trata de personas, cerradas en ese momento, fueron otra gran fuente de información para la investigación. Guidobono comentó que a partir de estas sentencias, de “las percepciones y la información de las fichas de seguimiento y los registros que ya había de las víctimas”, pudieron recabar algunos datos sobre las redes de trata de personas. La socióloga aclaró que ese no era el objetivo central de la investigación, que se orientó principalmente a las víctimas -El Paso “tiene un área importante de protección a los derechos humanos de las víctimas”- y acotó que las redes son “una línea mucho más compleja” porque se trabaja con la parte más dura del delito, pero que en ella hay que profundizar.
También usaron como insumos registros de los equipos técnicos, dibujos y cartas de las mujeres; decidieron no entrevistar a las víctimas para “no generar un proceso de revictimización”, aunque sí entrevistaron a algunas trabajadoras sexuales que relataron situaciones de trata.  

Con respecto a los datos que pudieron recabar sobre las rutas, Guidobono contó que “se mantiene la ruta internacional de Uruguay, España e Italia”, y que Uruguay es país de origen de trata de mujeres. Además, dijo que la ruta que vincula a Uruguay y Argentina está claramente identificada y se entremezcla con la ruta migratoria. De acuerdo a la investigación, se identificaron “redes nacionales que coordinan con redes de trata internacional para trasladar al exterior a mujeres jóvenes y, en algunos casos, a adolescentes”. Guidobono explicó que en la jerga de la prostitución se utiliza el término “intercambio de la noche” para referir a las mujeres que son trasladadas entre pueblos y ciudades en la madrugada, y en donde se quedan durante el fin de semana, o a lo largo de la semana. “Se configuran situaciones de trata en la medida en que hay una vulneración de los derechos de las mujeres, existe una captación previa, un traslado permanente, explotación y falta de autonomía”, puntualizó.

También existen redes más pequeñas, redes domésticas e incluso familiares, “eso funciona mucho con las adolescentes, que son víctimas de explotación sexual pero muchas veces no se visualiza que también son víctimas de trata”, explicó Guidobono. La explotación se transforma en trata de personas por ejemplo a través de las “microdesapariciones intermitentes”, es decir, adolescentes que son engañadas y trasladadas a un lugar que no conocen para asistir usualmente a fiestas. Según Guidobono “el desarraigo” está presente en la medida en que “van a un lugar del que no tienen cómo salir, no tienen a sus redes de contención, están alejadas, y sin dinero”. Allí se configura el delito de la trata, “pero no lo vemos como tal”, se observan elementos como el desarraigo, la explotación, “hay una red de personas que busca engañarlas para tenerlas en un momento esclavizadas, para explotarlas sexualmente”, dijo Guidobono.

Marcha “Ni una menos”, 3/6/2020. Foto: Camila Méndez.

Estrategias de los tratantes

El engaño es una de las características que más se observa en situaciones de trata de personas. Guidobono dijo que tanto en el caso de adolescentes como de mujeres adultas, muchas veces “el inicio de la captación comienza a través de un engaño amoroso”. Agregó que los secuestros son esporádicos en Uruguay, pero existen muchas desapariciones de adolescentes y mujeres jóvenes sobre las que habría que realizar una investigación más profunda: “no son miles pero hay unas cuantas, ¿qué pasa con esas mujeres? ¿Todas se fueron? No, en muchos casos hay grandes sospechas de que detrás hay una red de trata”, enfatizó. 

Las víctimas de trata sexual son fundamentalmente mujeres jóvenes. Tal como explica Guidobono, si bien provienen de “múltiples niveles socio culturales”, un gran número de ellas se encuentra “en situaciones de calle, de pobreza extrema”, en lugares en donde se vulneran ampliamente sus derechos; en general “son mujeres que están buscando mejores oportunidades de desarrollo, económicas”, salir de la “exclusión” y del “grupo de la pobreza”, allí es cuando “aparecen estas oportunidades que muchas veces son sumamente engañosas”, apuntó. Por lo tanto, algunos de los factores que explican los hechos de trata sexual en Uruguay, son: la pobreza, la exclusión, la violencia, principalmente la violencia sexual y de género. En cambio, en la trata laboral tanto en los ámbitos domésticos y de cuidado, donde se observan mayormente mujeres, y en los “sectores más masculinizados”, la pobreza es el factor principal; en el caso de varones migrantes, lo es la “extrema pobreza y falta de recursos”.  

Con respecto a los tratantes, en los casos de trata sexual, según Guidobono, en su mayoría son varones, aunque también hay algunas mujeres que en general habían sido víctimas de trata anteriormente y que “de alguna manera ascienden a su categoría y quedan en el rol de reclutadoras”. En muchos de los reclutadores se observa que tienen un gran conocimiento de lo que están haciendo y, en otros casos, se aprovechan de una situación engañosa, “muchas veces tal es el entramado de las redes de trata, que no se visualiza claramente quiénes son las personas que efectivamente extraen el mayor rédito de la situación de explotación, por el hecho de que es una red, y estas funcionan de manera solapada”, dijo Guidobono.  Para ilustrar esto, hizo alusión a los dichos de Sandra Perroni, coordinadora del Servicio de Atención a Mujeres en Situación de Trata: “no olvidemos que las redes de trata no son como las películas, no es un proceso cinematográfico donde existe un cambio de mafias”, expresó. Si bien hay algunas que son así, en su mayoría “son entramados que se van configurando” y no está completamente visible quiénes operan: “en general son muchos y hay procesos en los que los facilitadores se aprovechan de la situación”, advirtió. Este es el caso por ejemplo de algunos taxistas: “sin querer colocar al rubro y a todo el sector en un lugar inapropiado, pero muchas veces, por ejemplo, saben dónde hay adolescentes explotadas, y en la madrugada le preguntás dónde se consiguen adolescentes para pagar para tener sexo y saben dónde encontrarlas, entonces sin formar parte necesariamente de la red desde el punto de vista estructurado, sí forman parte del proceso de facilitación”, aclaró Guidobono. 

De la misma forma, en algunos casos de trata laboral en establecimientos agropecuarios u obras de la construcción, no hay una “red organizada y estructurada”, sino una empresa, que puede ser pequeña, que se aprovecha, por ejemplo, de la situación de ciertos migrantes. 

Las redes de narcotráfico y el tráfico de armas están muy vinculadas con la trata de personas, tanto a nivel latinoamericano como mundial. De acuerdo a la socióloga, hay casos de explotación sexual en los que las drogas también son un “mecanismo de enganche” y sirven para “mantener el proceso de sometimiento”. Por otro lado, en la trata laboral vinculada a la pesca, los tratantes les dan metanfetaminas para sostener situaciones extremas de esclavitud, jornadas de “20 horas de trabajo sin parar”. 

¿Qué garantías existen para las víctimas? 

Guidobono dijo que si bien hay un avance en una política pública para combatir la trata, no hay garantías suficientes para quienes denuncian. En los casos de explotación sexual, existen algunos mecanismos de atención a las víctimas para la “restitución de sus derechos”, sin embargo, las situaciones de trata laboral que se han detectado “no se han resuelto penalmente, sino administrativamente, desde el conflicto laboral”, expresó Guidobono. El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social está elaborando un documento interno para profundizar en los indicadores de la trata. Uno de los casos más conocidos es el de las personas que sufrieron latigazos en el norte del país, “es un hecho que claramente no está aislado, se viene dando una explotación de esas personas, un ejercicio de la violencia, más allá de si podemos saber si esas situaciones, en particular, son de trata”, explicó la investigadora. La Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores Rurales y Afines (Unatra) fue la que protegió a los peones, realizó denuncias que se resolvieron desde lo administrativo, “se rompió el vínculo, se protegió a esas personas”, por esta razón, Guidobono dijo que “hay ciertos niveles de protección pero no son suficientes”. 

Tenemos que aprender a mirar mejor las situaciones de vulneración de los derechos de las personas” expresó Guidobono, quien argumentó que de esta forma encontraremos situaciones de extrema precariedad laboral, en los límites con el trabajo forzoso que debemos intentar resolver antes de que se tornen más graves, con la intención de evitar posibles situaciones de trata, “porque estas personas que viven en precariedad extrema, son rápidamente captables por redes”, dijo. 

Por otro lado, comentó que las fronteras con Argentina y con Brasil, así como los espacios fronterizos en general, son “muy permeables”, allí “se circula con mucha libertad y no se conoce lo que sucede del otro lado”. Las mujeres tratadas circulan en el espacio fronterizo, que se interrelaciona con el mundo de lo legal y lo ilegal, quedando “solapado e invisible a los ojos de todo el mundo”, expresó.

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