Ucrania lanzó Brave 1, una iniciativa para desarrollar tecnología militar con sistemas de defensa, ciberseguridad y producción de armamento no tradicional. Cuenta con el apoyo de expertos de diferentes partes del mundo, y según informó Euronews su accionar puede ser “polémico”, ya que genera la disputa de cuál será el papel de los seres humanos. 

La influencia de la inteligencia artificial en la carrera armamentista no es una excepción y esto está presente en los conflictos bélicos. La enemistad entre Rusia y Ucrania lleva mucho tiempo en marcha con una gran historia por detrás. El actual enfrentamiento se desató el 24 de febrero del 2022 cuando las tropas rusas atravesaron la frontera e invadieron Ucrania. Esto provocó grandes operaciones y movilizaciones militares por parte de ambos países que hasta hoy continúan.  

Entender el funcionamiento de esta herramienta tecnológica es “muy sencillo” ya que en todas las áreas el proceso es el mismo. Así lo explicó el periodista y especialista en inteligencia artificial Federico Comesaña, en diálogo con Sala de Redacción. Detalló que esta tecnología avanzada es el resultado de un procesamiento capaz de juntar modelos que tienen capacidad de generar y repetir patrones en los datos y en la información, y ejemplificó: “son como unas cajas negras donde volcamos información, interacción e instrucciones y surge un resultado con determinado nivel de creatividad dentro de esta tecnología”. 

Brave 1 da un giro en la guerra  

Hoy se habla de que la inteligencia artificial se apoderó de la guerra por medio de la carrera armamentista. Por un lado, está Rusia que utiliza “drones kamikaze”. Estos equipos tienen la capacidad de bombardear cualquier sector específico, de manera que encuentra e indica el objetivo independientemente. Por otra parte, en Ucrania se está hablando de Brave 1 para llevar adelante tecnología militar, la que incluye armas autónomas que gracias a la inteligencia artificial pueden actuar por sí solas y también se desarrollarán  operaciones con drones independientes, perros robots y hasta robots humanoides. 

El licenciado en Relaciones Internacionales, Ricardo Barboza, conversó con SdR sobre esta nueva iniciativa. Destacó del proyecto ucraniano la cantidad de personas especializadas en tecnología que buscan contribuir con su desarrollo y reparó en “el llamado a nivel mundial para la colaboración”. Brave 1 tiene la particularidad que cuenta con el aporte de expertos de todo el mundo. Barboza explicó que no es lo mismo trabajar con un grupo reducido que hacerlo con especialistas de diferentes partes del mundo que buscan invertir y apoyar esta clase de tecnología. 

Con respecto a la inteligencia artificial y a su uso en el campo militar Comesaña afirmó que “la historia ha demostrado que es imposible frenar el avance de una tecnología para usos militares” y sobre esto detalla que en estos momentos se está hablando de una carrera armamentista basada en el software, que tiene la capacidad de gestionar diferentes cosas, entre ellas, la robótica avanzada cuyo uso también se hace presente en el campo militar. 

Por otro lado, Barboza explica que cuando existe un conflicto de esta índole  siempre se busca el uso y crecimiento tecnológico para superar al contrincante. Históricamente, lo que sucede es que “todas las guerras sirven como polo de desarrollo tecnológico”. “En nuestra vida diaria hacemos uso de lo militar y no somos conscientes”, y los ejemplos más claros son el GPS del celular e internet. “Esta clase de descubrimientos forman parte de la vida civil” señaló.  

Entre los artefactos que utilizan Rusia y Ucrania, el más común es el de los drones. Esta tecnología gana autonomía y es capaz de generar no solo daños sino también de realizar reconocimientos, es decir, busca a un determinado objetivo, y la guía para implementarlo es la inteligencia artificial. Sobre los drones, Comesaña explica que “son tecnologías guiadas por inteligencia artificial que asisten tanto a tropas como a maquinaria militar para potenciar las capacidades humanas”. Estos tienen la ventaja que se pueden controlar a la distancia e impiden que el ser humano se enfrente en un campo de batalla.

Impacto de la I.A en el ser humano 

Uno de los temas que entra en discusión al momento de hablar sobre esta tecnología es cómo afecta la inteligencia artificial a la sociedad y al individuo en sí mismo.

Anna Nadibaidze, investigadora del Centro de Estudios de Guerra de Dinamarca e integrante del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad del Sur de ese país, hizo una comparación entre el ser humano y un sistema entrenado. El primero siempre tiene la posibilidad de ejercer “empatía y compasión” hacía el “otro”, pero lo segundo, al ser un sistema entrenado y programado con determinados “datos”, no dispone de las mismas capacidades que el ser humano. En este sentido, Comesaña sostiene que ”difícilmente las órdenes que se le den a esas máquinas estén fuera de la supervisión humana”. Una máquina se puede encargar de afinar, proponer o pulir una estrategia militar pero la estrategia en sí y la orden van a estar sujetas al ser humano. 

Desde una “perspectiva optimista”, Comesaña afirma que el hecho de que se enfrenten a “sistemas compuestos de metales y plásticos” en vez de un soldado de “carne y hueso”, puede ser algo “positivo”. Así los conflictos serían “menos sangrientos”.  En definitiva, el hecho de que haya menos “unidades humanas” en tierra puede ser “favorable” para el individuo, apunta el analista.    

Sin embargo, “muy pocas veces” este tipo de herramientas genera problemas nuevos según Comesaña porque “lo que hace la tecnología sobre la sociedad es visibilizar o amplificar problemas específicos”. En relación a esto, explica que el factor de “desigualdad en el acceso a las tecnológicas militares” en la capacidad bélica es el que “termina por definir” el potencial de los países e incluso su capacidad de reforzar determinadas acciones. Sobre esto, Barboza dice que “en el conflicto bélico lo militar es un campo de pruebas para el ser humano”. Siempre van a haber fallas pero la decisión final la tienen los oficiales a cargo, y la inteligencia artificial es un factor clave en la guerra porque es quien “te asesora y te dice cuáles son las mayores probabilidades de victoria pero quien decide si la utiliza o no es el humano”, destaca el licenciado. 

Por otra parte, Barboza lamenta “estar viendo la segunda parte de Terminator”, con respecto a la guerra. El “inconveniente” que presenta la inteligencia artificial aplicada al uso militar es que el modelo resulta ser una suma de datos y cuando estás en una guerra no es simplemente una suma de datos, el individuo es quien debe de tomar consciencia y actuar frente a determinadas situaciones y muchas veces hay dificultades. Por ejemplo, la I.A sabe que su enemigo es una persona que tiene determinadas características y que, por ejemplo, mide entre 1,50 y 1,80, es ruso, caucásico, rubio, “si en este caso la tecnología encuentra a un ucraniano similar a un ruso lo va a eliminar”, apunta Barboza. 

Por la magnitud del conflicto “ambas potencias terminan siendo un campo de prueba con nuevos armamentos”, apunta Comesaña. Esto es lo que está en marcha principalmente en Ucrania donde el avance tecnológico es cada vez mayor en comparación al de Rusia. Según el analista “la inteligencia artificial es una tecnología que cuenta con fines ofensivos pero también tiene el potencial de ser usada con fines defensivos”. Detalló que todo lo que tiene que ver con armamento defensivo y, sobre todo, defensa aérea, está basado en la inteligencia artificial y en los últimos años ha habido un “avance repentino” de este tipo de tecnología.

Guerra a largo plazo 

La guerra entre Rusia y Ucrania cada vez sorprende más al mundo con sus ataques e invasiones. Muchos se preguntan qué tendrá que suceder para que el conflicto termine. Según Barboza, “vamos a un conflicto a largo plazo”. El licenciado entiende que Rusia no puede ganar porque Ucrania cuenta con el apoyo económico, militar y tecnológico de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de los países occidentales. Ucrania  participa en una guerra “proxy”, según Barboza. Se las llama guerras así cuando un tercero “pelea la guerra de otro”, y lo que sucede en este conflicto, es que Ucrania está peleando la guerra de la OTAN; “Estados Unidos junto con la economía de Occidente, es quien apoya Ucrania y regula hasta donde va”, apuntó. 

Con respecto a Rusia, el problema que presentó desde el comienzo es que su imagen como segunda potencia militar del mundo no se desempeñó como se esperaba. La cuestión recae en que un montón de países no la pueden ayudar ya que los países occidentales le han impuesto sanciones y restricciones económicas como, por ejemplo, la prohibición en la importación de petróleo y la exportación de productos tecnológicos.  

Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, expresó que “Rusia será derrotada como lo fue el nazismo en 1945”. Barboza consideró que es “es imposible, ya que no quedo prácticamente nada en la Alemania Nazi”. “Una cosa es el discurso político y otra cosa es la realidad”, valoró. El licenciado explica que si en un sistema se crea un vacío el mismo se llena con otro poder, si desaparece Rusia es lo que va a quedar en dicho país. En este sentido lo lógico sería “debilitar a Rusia para que llegue un momento en el que no combata más”, señala Barboza y que por tanto se incorpore a Europa en una Rusia debilitada. 

Según su postura, Barboza lo más razonable sería la caída del presidente de Rusia, Vladímir Putin, y que asuma su cargo “alguien que libre el peso del discurso”, es decir que “acepte que se cometió un error y que se retire del conflicto”. 

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