Con el retorno de la presencialidad en clases de primaria y educación media, se comenzaron a registrar aumentos de casos de covid-19 en menores de 15 años, según cifras oficiales del Ministerio de Salud Pública (MSP) difundidas este martes por El País. En conversación con Sala de Redacción, Rodrigo Arce, científico de Instituto Pasteur, dijo que los contagios en esa franja etaria son de esperarse por las horas compartidas en las aulas de clases.

No obstante, no hay indicios de que estos contagios en menores de 15 años sean provenientes de la variante Delta. “Si bien hay algunas sospechas de casos de transmisiones a nivel nacional, no hay ninguna confirmación. Se hicieron estudios en el Hospital de Clínicas, pero las metodologías usadas no fueron las más correctas. Es una de las formas rápidas, pero para la óptima confirmación de la presencia de la variante Delta se debe hacer una secuenciación del genoma del virus en el caso de esa infección”, explicó Arce. Al día de hoy no hay confirmación que estemos frente a una circulación comunitaria de este linaje, por lo que se puede decir que los casos Delta esta restringidos a viajeros o familiares de viajeros.

Dicha variante se asocia a una carga viral más alta, es decir, más probabilidad de contagio. Sin embargo, no significa que se presente un estado de enfermedad más grave, señaló Arce. Desde el punto de vista epidemiológico, hay muchos brotes que están en fase de estudio por el Grupo de Trabajo Institucional (GTI), inaugurado este año en el Instituto Pasteur para vigilar las variantes Alfa, Beta y Delta que hay en Uruguay, halladas en viajeros.

Sobre el aumento de contagio de coronavirus en menores de 15 años, el pediatra Sebastián González Dambrauskas hizo un llamado al sentido común y a “bajar a tierra” las cifras. Por ejemplo, si en un mes hay 40 niños testeados y al mes siguiente tienen 80 niños, se puede decir que aumentó 100 % y eso a nivel poblacional es insignificante, afirmó a Sala de Redacción.

Con vacunas altamente eficaces para prevenir enfermedades graves y mortalidad derivada de covid-19, González Dambrauskas cree conveniente hacer consideraciones más globales sobre el impacto del virus en la población infantil. Según planteó, la evidencia científica es consistente en que los niños y adolescentes son la población de menor riesgo. “Es consistente, además, con las distintas variantes que surgen del virus, incluida la Delta”, complementó.

Además, aseguró que es necesario que los niños retomen la normalidad de sus vidas. Según el doctor, la pandemia implicó una disrupción para toda la población, pero el grupo etario más vulnerado es el de los niños. “Particularmente, en la niñez los tiempos y los procesos del desarrollo son muy sensibles al tiempo. Por ejemplo, un niño de cuatro años vivió la mitad de su vida en pandemia, eso no se traduce en una persona de 40 años. Estamos en una etapa en la que hablar únicamente de SARS-CoV 2 no solo puede hacernos perder el rumbo, sino que puede ser contraproducente”, agregó González Dambrauskas.

La preocupación es otra

Actualmente, la principal causa de hospitalización en la infancia no es la covid-19, sino otras infecciones respiratorias, que afectan a la mayoría de los niños en esa situación. “Cuando digo la mayoría de los niños me refiero al 98 %”, puntualizó.

La información circula y asusta a los padres, pero cuando se analizan los datos globales siguen siendo marcando que los niños son población de muy bajo riesgo. “En Uruguay la tasa de suicidio aumentó en lo que va de la pandemia, lo mismo que sucede por las muertes por cáncer y otras vinculadas al trauma, de eso se siguen muriendo los niños y adolescentes del país”, lamentó.

González Dambrauskas está especialmente interesado en estudiar los impactos de la pandemia que no tienen que ver con la covid-19. Como ejemplo puso a la disrupción educativa, que en forma masiva y sin precedentes afecta al mundo y Uruguay no es la excepción. “Todo lo que el niño no haga o que pierda en esa etapa de la vida va a repercutir sobre la vida de adulto”, dijo el pediatra, y señaló que ello traerá graves consecuencias.

En esta línea, mencionó que actualmente Gran Bretaña se quedó sin lugar en los hospitales para internar a los niños con problemas de salud mental. Esto, según González Dambrauskas, también se vio en Uruguay, no en la magnitud de Gran Bretaña, pero la franja etaria de la adolescencia tardía aumentaron los suicidios. “Eso es un fiel indicador de que lo no covid en la infancia tiene mucha más preponderancia que lo covid”.

La vacunación en menores

Al momento no está comprobado que la vacuna salve vidas de niños, como claramente se ha demostrado en otros rangos etarios. Al respecto, González Dambrauskas destacó que no vacunar a adultos es un gran error y ningún esfuerzo fue exagerado para lograr vacunas para las franjas de mayor riesgo, como los mayores de 60 años y la población más expuesta al virus por su trabajo.

En una pandemia, que por definición es un fenómeno mundial, es necesario tener una “postura filosófica globalista”, dijo González Dambrauskas, más allá de que las estrategias que han tomado los países son diferentes. “A través de datos de Estados Unidos, Canadá e Israel surge que el grupo de varones adolescentes vacunados con ambas dosis, luego de la segunda dosis de Moderna o Pfizer, presentan un riesgo aumentado de desarrollar complicaciones respiratorias, focalizadas en el miocardio. Esto puede ocasionar la hospitalización, incluso derivar a CTI”, explicó. Este fenómeno genera que por precaución muchas familias consulten con el pediatra para evaluar si es necesaria una segunda dosis en adolescentes varones sin ninguna patología.

En países como Uruguay, que no son productores de vacunas pero vacunan a su población, el pediatra recomienda que los adolescentes con alguna patología previa (enfermedades de inmunodeficiencia, enfermedades crónicas graves, sobre todo respiratorias u obesidad, entre otras) se vacunen, ya que la protección es mayor. Sin embrago, para los casos de adolescentes sin patología alguna, considera que el riesgo-beneficio debe analizarse con sus pediatras.

En suma, recomienda que la mejor forma de proteger a los niños es la vacunación de los adultos que conviven con ellos, estrategia a la que define como “la más segura y más eficaz”. “Es lo que está sucediendo en Uruguay, que tiene una alta tasa de vacunación adulta y que ha logrado que las tasas de infección en niños sean muy bajas”, completó.

“Los niños ya perdieron bastante como para seguir haciendo disrupciones y atemorizando padres. Decir que aumentaron los casos en niños es asustar. En un resultado positivo [de covid-19] puede ser el niño no presente ni un resfrío. Para los niños y adolescentes sanos, el coronavirus es una causa más de resfrío. Hay que asumir que hay que convivir con los niños que se contagian de covid-19 e intentar ser lo menos disruptivos que se pueda. Seguir poniendo el ojo exclusivamente en la covid-19 no solo es un error, sino que a esta altura es dañino”, concluyó.

FacebookTwitter