El acceso al agua potable es “sumamente importante” y en el caso de los niños menores de dos años que necesitan ingerir fórmulas se recomienda usar agua mineral y no de OSE, dijo a Sala de Redacción Claudia Romero, doctora y secretaria general de la Sociedad Uruguaya de Pediatría (SUP). En el caso de niños mayores de dos años y adolescentes es “necesario” ver si sufren problemas de hipertensión u alguna comorbilidad -dos o más trastornos o enfermedades que padece una persona al mismo tiempo- asociada al consumo de sal. En estos casos, se recomienda consultar al médico de referencia.
En cuanto al acceso de agua potable en los niños, es “imprescindible” tener una consejería en el núcleo familiar. Romero expuso a SdR que con el inicio de la alimentación “hay que hacer hincapié” tanto en los alimentos como en el consumo del agua, y se refirió al consumo “excesivo” de refrescos en los hogares, que en “muchas” ocasiones suplanta el agua. El estado de hidratación de cualquier persona, en este caso de los niños, “es fundamental” para la vida; si no se ingiere la cantidad de agua adecuada se “pueden generar complicaciones e incluso la muerte”, ya que el cuerpo no está recibiendo un elemento “esencial” para tener una “buena” calidad de vida, aseguró Romero. La SUP promueve el consumo de dos litros de agua por adulto, aunque en los niños “generalmente” es menor. En relación a esto, Romero cree relevante que en las instituciones educativas se fomente una cultura no sólo sobre la merienda saludable sino sobre el consumo de agua.
En la misma línea, en una rueda de prensa de la Facultad de Química, se explicó que los niveles de trihalometanos deben ser monitoreados a partir de las recomendaciones que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque pueden variar en base a la situación en la que se encuentre cada país. Según el Centro Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC-OMS), los trihalometanos están categorizados como posiblemente cancerígenos.
Los trihalometanos (THM) se producen a partir de la potabilización del agua, es decir de una reacción química a partir del cloro que es utilizado para controlar la contaminación microbiológica. La concentración depende de la operación empleada, se relaciona con la concentración de cloro y otros componentes y con el tiempo que permanece el agua en las tuberías. En el caso de las aguas superficiales, es decir, todas aquellas aguas que se encuentran sobre la superficie de la tierra, por ejemplo en ríos o arroyos, la aparición de cloroformo suele ser en más cantidad.
Los trihalometanos tienen cuatro componentes -cloroformo, bromodiclorometano, dibromoclorometano y bromoformo- y a partir de un muestreo realizado en mayo por la URSEA se detectó que existe una mayor concentración de bromoformo, lo que es coherente con el aumento de agua salobre en la mezcla.
Sobre la potabilidad del agua, Romero expresó que hay que tener en cuenta dos dimensiones: la primera refiere a cualquier componente que tenga que ver con el olor, el sabor o la apariencia del agua y genere un rechazo en su consumo; la segunda tiene que ver con determinar a corto y largo plazo cómo repercute en la calidad de vida de las personas. Cuando hay gérmenes, luego de un tiempo “el daño se puede observar”. En este sentido, se requiere prestar atención a la presencia de trihalometanos y cómo, si persiste, podría “traer la aparición de enfermedades oncológicas” luego de 10 a 15 años de exposición.
El nivel máximo permitido de sodio que establece el decreto 375/11 es de 200 mg/l para considerar que el agua es potable. En el caso del cloruro, se establece un valor máximo de 250 mg/l. Debido a la crisis hídrica que atraviesa Uruguay, OSE pidió de forma excepcional el aumento de los niveles, tanto del sodio como del cloruro, a 440 mg/l y 750 mg/l respectivamente.
Si bien la crisis hídrica continúa afectando el suministro de agua, la reserva de Paso Severino en el departamento de Florida aumentó en los últimos días su caudal de agua en 2.097.036 m3.
