Un 24 de octubre, pero de 1970, se llevaba a cabo un congreso nacional en Salto, que daría como resultado la fundación de la Juventud Uruguaya de Pie (JUP). El grupo reunía a jóvenes de todo el país autodenominados “demócratas”, con ideas de extrema derecha y anti comunistas. Esta organización tiene como antecedente a la Juventud Salteña de Pie, un grupo de similares características, pero que solo tenía en su núcleo a jóvenes integrantes del departamento de Salto.

En diálogo con Sala de Redacción, el historiador Gabriel Bucheli, autor del libro O se está con la patria o se está contra ella, que trata sobre la historia de este grupo de extrema derecha, dijo que no cree probable que exista al día de hoy un grupo que actúe bajo el nombre de la JUP. En cuanto a las pancartas que el 13 de octubre aparecieron primero en el liceo N°3 Dámaso Antonio Larrañaga y luego en el Instituto Nacional del Cáncer, donde se hace alusión a una posible “vuelta” de la JUP, el investigador expresó que “puede ser un loco suelto, un gracioso, o un nostálgico, pero nunca lo sabremos”.

Según la investigación que realizó Bucheli, el grupo, que se fundó en 1970, se disolvió en 1974 en el momento en que los militares clausuraron el semanario jupista Nuevo Amanecer. A partir de los testimonios que el historiador pudo recoger de los ex integrantes de la JUP, los militares “los llaman al silencio” y les ordenan que “se queden quietos”. “Es probable, no lo tengo claro, es lo que me dijeron los ex jupitas”, agregó.

-¿Fue exitosa la JUP en la convocatoria en la década del 70?

-Efectivamente, tuvo una alta convocatoria en actos públicos, logró implantarse en la sociedad como un rival temible para las agrupaciones, sobre todo de la izquierda juvenil. Creo que el éxito viene por el lado del que desafía a ese movimiento en un espacio especialmente sensible como el juvenil. A partir del 68, el momento inicial de esta coyuntura, se da un estallido estudiantil sorprendente en el mundo. La idea es que hay una tormenta juvenil que hay que apaciguar y contrarrestar. Entonces, la JUP tiene esa perspectiva de reacción, porque lo que se da es una reacción contra ese estado de movilización. Tuvo esa capacidad de aparecer en la escena juvenil, de intentar disputarle ese espacio a las agrupaciones de izquierda, que eran muy diversas.

Difusión mediática

Otra de las razones que plantea Bucheli para el éxito de la convocatoria de la organización fue la importante difusión que tuvo en diferentes medios de comunicación. En 1972, la JUP creó su propio semanario, Nuevo Amanecer. Hasta entonces, para manifestarse utilizaban las páginas del diario La Mañana, fundado por Pedro Manini Ríos, abuelo de Hugo Manini Ríos, fundador de la JUP. El diario les había concedido un espacio para plasmar sus ideas en su suplemento del interior. Según analiza Bucheli, la intención era muy clara: generar influencia en el interior del país. 

Aunque utilizaban las páginas de La Mañana, un medio con perfil colorado, la JUP no se identificó afín a ningún partido político: “En el 71 fueron las elecciones y ellos no se pronunciaron a favor de ningún partido, sino que se pronunciaron para que la gente vote combatiendo al comunismo. El gran temor en este momento es el Frente Amplio (FA), que se está fundando, y el gran espejo que miran todos es el de Chile [donde había sido electo presidente el socialista Salvador Allende]. Convocaron a que voten en contra de la izquierda, pero no apoyaron a ningún candidato en particular”, relata Bucheli.

-Al inicio la JUP estuvo más involucrada en el ámbito de la educación, como opositora de los movimientos estudiantiles de izquierda, pero después intervino en la política nacional. ¿Cuál era el fin de la JUP?

-La JUP no se definió como movimiento estudiantil, pero sí juvenil. Ahí se empieza a discutir cuán juvenil era ese espacio, porque tuvo muchos aliados que pertenecen al mundo adulto, tanto político como social. Su discurso trascendió el ámbito de la educación y pasó a estar volcado a la política nacional. Tiene una línea programática de cara a la enseñanza, en la que reclaman la intervención en secundaria, UTU y en la Universidad de la República (Udelar). De hecho, en secundaria y en UTU el gobierno de [Jorge] Pacheco [Areco] implementó por un tiempo la intervención; en la Udelar eso recién pasó en la dictadura. Ellos reclaman la intervención para que autoridades con mano firme saquen del medio a los provocadores, agitadores, a los que son responsables del “desorden”. La enseñanza es un punto, pero luego tienen un discurso más volcado a la política nacional. Parece bastante notorio que en los cuatro años que vivió la JUP hay un corte al medio, a los dos años. A partir de 1972 el discurso trasciende al ámbito educativo más claramente y plantean que el país necesita un ajuste. Hablan de una revolución nacional, de un nuevo orden, y entienden que el actor necesario para imponer ese alto son los militares; hay una convocatoria explícita a que las Fuerzas Armadas tomen el poder. Por su tono, van como preparando, incluso reclamando, el golpe de Estado.

En cuanto a si es probable una “vuelta” de la JUP, Bucheli expresó: “Por referencias o por entrevistas, te puedo decir que personas que eran de la JUP en los 70 después votaron al FA, porque cambiaron de bando o dejaron de pensar de una manera. También hubo gente que siguió en el mismo tono ideológico, que se volvió mayor y no creo que este con un spray pintando muros. No creo que lo de los afiches tenga mayor trascendencia, el impacto que tuvo fue por las redes sociales. Lo que está claro es que quien haya sido sabía que iba a tener gran impacto, cualquiera haya sido su objetivo. Y creo que se le dio demasiada bolilla”.

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