La situación de privación de libertad de un padre, madre o de familiares cercanos puede afectar emocionalmente a niños, niñas y adolescentes, que sufren desde abandono hasta condena social. Para poder derribar el tabú y hablar del lugar en el que están cuando concurren a ver a los adultos, el régimen de visitas y el vínculo que mantendrán con sus familiares privados de libertad, se diseñó un librillo que facilita que los menores puedan expresar, de forma lúdica o verbal, las emociones que estos encuentros suscitan sin sentirse solos.

Lucía Vernazza, integrante de Unicef, expresó que Nuestro Encuentro es un “material de calidad que va a contribuir a humanizar ese momento de encuentro entre niños, niñas y adolescentes junto a sus familiares privados de libertad”. Según dijo en la presentación del librillo, realizada el 30 de agosto, los destinatarios son niños “extremadamente vulnerables” y, por tanto, también contribuye a visibilizar su situación.

Por su parte, la vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón, manifestó que “cuando un niño o niña ingresa a cualquier local del sistema penitenciario, obviamente tiene múltiples sentimientos que se entrecruzan”. Según analizó, ello se da “porque es un lugar bien distinto a lo que está acostumbrado, porque va a ver a alguien de su afecto y porque hay una cantidad de normas y rigideces que corresponden a un sistema especial, que obviamente deben existir”. En ese sentido, valoró que es “muy bueno que reciba un librillo que hable de ese encuentro esperado”. 

A su vez, Vernazza mencionó que en 2019 la representante de la secretaría general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los asuntos de violencia contra los niños, presentó un informe en el que “se tomaron en cuenta voces de niñas y niños, y el momento de la visita es identificado como muy traumático y angustiante”.


“Están presos en un lugar horrible, nos registran la comida que llevamos, nuestras partes íntimas” – Nicaragua, niña de entre seis y nueve años).

“Hablamos de lo que cada uno vive por separado y cuando finaliza la visita me echo a llorar” – Panamá, niño de entre 13 y 17 años.

“Un abrazo…Cuando llevas mucho tiempo sin ver a alguien y entras en la cárcel, un abrazo es extraordinario. Una alegría, una emoción” – Argentina, niño de entre 13 y 18 años.

“En la escuela paso vergüenza porque mis compañeros dicen que somos unos ladrones” – Uruguay, niño de entre 13 y 17 años.

“En el barrio la gente me dice que mi padre debería quedarse en la cárcel para siempre y no salir jamás. Una niña me dice que mi padre debería morir en la cárcel” – República Dominicana, niña de entre seis y nueve años.

“Somos personas, pero para la sociedad es como si no existiéramos” – Uruguay, niño de entre 13 y 17 años. 

Parte de los testimonios que se encuentran en el informe realizado por la ONU, titulado “Los niños hablan sobre los efectos de la privación de libertad: el caso de América Latina”. 


En el informe realizado por la ONU se procura documentar las experiencias y opiniones de niños y niñas afectados por la privación de libertad, ya que, como expresa el documento, suelen ser objeto de estigmatización, discriminación, exclusión social, inseguridad, miedo y corren más riesgo de sufrir violencia en la escuela y la comunidad. Además, se denuncia que con frecuencia se los rechaza, evita o teme. 

“A pesar de las dificultades persistentes con las que tropiezan al acudir a la cárcel, los niños aprecian las visitas a sus progenitores y consideran que son una oportunidad ineludible de mantenerse en contacto con ellos. He ahí la razón por la que muchos niños, pese a los malos tratos que reciben, siguen yendo a visitar a sus padres”, expresa el informe.

Prevenir el golpe

Por su parte, el comisionado parlamentario penitenciario, Juan Miguel Petit, dijo a Sala de Redacción que “para un niño, niña o adolescente, la prisión de un familiar cercano es un golpe duro a nivel afectivo y, cuando se prolonga, obviamente es mayor”. “La visita a la cárcel, aún en las que están en buenas condiciones, siempre implica que te revisen, que haya controles, alambrados, cercos e inclusive pueden ver algunas situaciones tensas o violentas”, sostuvo. En ese sentido, consideró que “parecía bueno ayudar a que el tema de la cárcel sea hablado e integrado, porque muchas veces existe una gran dificultad para poder hablar de eso, ya que muchos niños no saben del lugar al que van”. 

Petit explicó que Nuestro encuentro “pretende ser una guía interactiva” y por ello tiene “dibujos compartidos y juegos”. “Es muy práctico, ayuda a verbalizar algunas cosas. Tiene varios mensajes para que la cárcel no sea vista como un lugar impresentable y vergonzante, que tener una persona allí no les haga sentirse mal y sepan que es una situación transitoria”, planteó Petit.

En el librillo se destacan frases, ejercicios y juegos para que los lectores puedan identificar animales, una torre, funcionarios con uniformes de policía, médicos, profesores de educación física y operadores penitenciarios, entre otros. Como manifestó Petit, “este material es para romper el tabú de no hablar, no identificar y no ponerle nombre a las cosas, es un pequeño aporte”. 

El Comisionado Penitenciario subrayó que ya se realizó un primer tiraje de 600 ejemplares y que se harán más librillos: “En la medida que vayamos testeando cómo va funcionando iremos viendo si se puede agregar también otro producto. Si el librillo y los canales de distribución funcionan podemos pensar en otros materiales”. Por ejemplo, mencionó que “se puede pensar en recursos más interactivos para redes sociales o celulares en los que se pueda dar orientación, guías de recursos, servicios o capacitación en materia de acceso a mecanismos de protección de derechos”. 

Nuestro encuentro se empezó a entregar a fines de agosto en la cárcel de Salto y, según Petit, se distribuirá lentamente en todas las unidades en diálogo con los directores, con los equipos técnicos, con los delegados internos con los cuales trabaja el comisionado y también con el grupo de promotores de Derechos Humanos”. “Imaginamos que este material puede ser entregado, por ejemplo, a la entrada de la cárcel, en pequeños buzones, por operadores que estén en la visita o por los propios internos”, declaró Petit, y mencionó que también se le otorgó a algunos internos para que se lo den directamente a sus hijos. 

Al finalizar la lectura del texto se visualiza una imagen de un niño abrazando a un familiar, que perfectamente puede ser su madre o padre y a esa ilustración la acompaña un texto que expresa: “Al irte podés sentir ganas de llorar, de reírte, de abrazar, de que te abracen o te den cariño. También te podés sentir triste”. Con este librillo se apunta a vencer el miedo, la angustia, la vergüenza, la inseguridad, el aislamiento y a la violencia.

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