La muestra, en la que participan 18 artistas emergentes, se conforma de fotografía, artes plásticas, diseño gráfico y un cortometraje. La exposición, en la que cada obra ocupa un lugar justificado en la sala, busca que el espectador vea al desnudo como parte de la naturaleza humana.
El proyecto surgió a mediados de 2018 tras haber sido censuradas sus creadoras, Camila Pisano y Sofía Rolando, en las redes sociales. Rolando afirmó que la censura “no solo limita a los artistas sino al arte” y que censurar al cuerpo humano, además de definirlo como “un objeto sexualizado, refuerza los tabúes y las normas sociales que generan un sentimiento de desapropiación de uno mismo”.
Por su parte, Pisano relató que como fotógrafa trabaja “mucho en las redes, especialmente en Instagram”, donde, en los últimos años, sus fotografías de desnudo y erótica se volvieron controversiales y fueron clasificados como “contenido indebido”. “Frustrada por ver que se censuraba mi arte, medité por qué me denunciaban. Me di cuenta de que el problema es que no saben diferenciar la fotografía de desnudo, de lo erótico y de lo pornográfico, por lo que encasillan todo como pornografía”, añadió.
Sin Censura es un medio para enseñar a distinguir entre estas categorías y mostrar la diversidad de contenido que abarca este tipo de arte. Pisano manifestó que se pretende “inculcar el no catalogar como excitante un simple cuerpo desnudo”. También planteó que la misión de la muestra es apoyar los cambios socioculturales recientes. Aspira a potenciar la igualdad de género, la libertad de expresión y los derechos humanos en relación a la inclusión. “Buscamos la liberación del arte y del cuerpo humano”, proclamó.
Por esa razón, sostuvo, apostaron a “obras que trabajan aspectos como la Ley Trans, los feminicidios, el consumo pornográfico de la comunidad LGBTI o la presión social sobre los individuos para seguir fomentando un crecimiento colectivo”.
Lo que se puede ver
Las creadoras del proyecto explicaron que para la postulación, realizada mediante un llamado abierto, se debía presentar un boceto y una muestra del trabajo previo dentro de las áreas del desnudo y el erotismo. Algunos de los artistas produjeron su contenido para la muestra, mientras que otros ya lo tenían. Sin embargo, Rolando explicó que el proceso creativo se dio de la misma forma en ambos casos ya que todos debían tener un fundamento sólido que justificase su obra.
Pisano, además de curadora y cocreadora del proyecto, participó como artista con una muestra fotográfica. “Nunca me interesó mostrar cuerpos como algo estéticamente bello y ‘perfecto’. Me inspiran quienes rompen los estándares, las imposiciones y creencias de las sociedades. Mi más grande motor es la autenticidad del ser”, expresó. Su obra, titulada “Cría”, hace énfasis en desarraigar al ser humano de todas las perspectivas sociales y culturales que le son impuestas. Lo presenta entonces como un lienzo en blanco en busca del espectador que le dé una nueva lectura.
Luciana Quiroz, que creó una pieza focalizada en el diseño gráfico, aseguró que fue el espacio perfecto para idear y realizar algo nuevo que reflejara “la aceptación natural en cuerpo y alma” y que “el que haya una aceptación y amor al ser, sin condiciones, es lo más importante”.
Carolina Barreiro, guionista de Tapate, único cortometraje, admitió que la inauguración –a la que asistieron unas mil personas– superó sus expectativas: “Estaba repleto, no se podía caminar. El corto tuvo muchísima convocatoria. Como era la única pieza en formato televisivo, pensé que iban a pasar por al lado y seguir de largo. La realidad es que estuvo todo el tiempo rodeado de personas y las reacciones fueron muy positivas”.
En línea con la propuesta de las organizadoras, Barreiro contó a Sala de Redacción que quiso transmitir con su guión “la importancia de querer al cuerpo desde un lugar existencialista y no desde un lugar estético”. “Busqué resaltar la importancia de todos los mensajes que han pasado por nuestra vida, desde que nacemos hasta el presente. Desde la publicidad, los medios, otras personas y nosotros mismos, cómo nos vemos y nos ven… La idea es: acepto mi cuerpo desnudo simplemente porque existe”, concluyó.
En cuanto a la totalidad de la exposición, opinó que “es muy diversa y, a la vez, inclusiva”. Tanto “Tapate” como “Cría” y “Crudo” fueron creados para este evento.
Acortar distancias
Rolando dijo que la decisión de inaugurar en el Teatro Solís no fue arbitraria. Por el contrario, fue una estrategia para realizar una sinergia entre el público atraído por la exhibición y el que acostumbra a asistir al teatro, con la finalidad de “acercar las fronteras”. “Creemos que genera un gigantesco impacto social el hecho de que un teatro con su nivel de reconocimiento acceda tan gustosamente a realizar esta exposición”, agregó Rolando.
Según Barreiro, la exposición crea una imagen positiva del universo artístico de Uruguay para los extranjeros que, a diario, visitan el Solís. “Me parece muy importante que las diferentes instituciones promuevan la cultura y permitan a los y las artistas emergentes expresar un mensaje tan valioso… No hay muestras así ni en la capital ni en el interior del país”.
Sin Censura, con su impacto y belleza visual, planta una semilla interesante en el ámbito artístico nacional. Al recorrer los iluminados pasillos de la Estela Medina, se logra aceptar los cuerpos con sus defectos y su esplendor, olvidar tabúes y romper estereotipos.