“Hola, me llamo Matthew, aunque puede que me conozcas por otro nombre. Mis amigos me llaman Matty. Y debería estar muerto”: estas son las palabras que resuenan. Esta frase da inicio al prólogo del libro autobiográfico Friends, lovers, and the big terrible things: the memoir, en el que Matthew Perry cuenta las batallas de salud mental que atravesó a lo largo de su vida, aun después de llegar al estrellato en Friends. “De la nada me encontré arrodillándome, cerrando los ojos con fuerza y orando. Nunca había hecho esto antes. Dios, puedes hacerme lo que quieras, pero hazme famoso”, dijo Perry tras leer en un periódico que la prensa lo asociaba a no tener problemas.

Matthew Perry fue intérprete de Chandler Bing en Friends, la exitosa sitcom estadounidense de la década de 1990. Falleció el sábado 28 de octubre a sus 54 años tras una vida en guerra contra su adicción al alcohol, drogas, medicamentos y la lucha por su salud mental. Perry tuvo un fuerte consumo de alcohol desde los 14, llegó al éxito a los 25 con Friends, -algo que creyó que lo salvaría de sus demonios internos, cosa que no sucedió- y reconoció en múltiples ocasiones que no recuerda varias temporadas de la serie producto de que estaba en sus peores momentos de adicción. Entre otros momentos, durante el auge de la serie, concurría al set de grabación para luego retornar al centro de rehabilitación. Fue internado en diferentes centros a lo largo de su vida.

En el libro autobiográfico, Perry relataba que estuvo a punto de morir a los 49 años cuando su colon explotó debido al abuso de opiáceos. Aunque en un principio se informó que había sufrido una “perforación gastrointestinal”, en realidad el actor pasó dos semanas en coma y cinco meses en el hospital. Los médicos llegaron a informarle a su familia que sólo tenía un 2% de posibilidades de sobrevivir, lo que obligó a conectarle a una máquina ECMO que regulaba su respiración y su ritmo cardíaco. Este episodio de salud lo llevó a tener una colostomía durante nueve meses, algo que marcó un punto de inflexión, según relató, y lo impulsó a buscar la sobriedad.

Infancia abandónica

En 1967, durante un certamen de belleza, la periodista Suzanne Langford conoció al actor, cantante y modelo John Bennett Perry, quien más tarde se convertiría en el padre de Matthew Perry. A pesar de su inicio romántico, el matrimonio de Suzanne y John llegó a su fin poco después del nacimiento de su hijo, en 1969. Eso llevó a Suzanne a mudarse a Canadá, junto a su hijo.

En su libro Friends, lovers, and the big terrible things, Perry revela las vivencias de una infancia marcada por la ausencia de su padre. Afirmó que, incluso en sus primeros cuatro años de vida, tenía recuerdos nítidos y una conciencia de la responsabilidad que le asignaba la situación familiar. Describió su infancia como solitaria, marcada por el abandono y el duro trabajo de su madre, que lo obligaba a pasar largas horas en soledad. A pesar de estos desafíos, Perry también destacó aspectos “relativamente normales” de su niñez, como su pasión por el tenis, su interés en el teatro y las relaciones con sus amigos.

Matthew Perry pasó parte de su infancia en diversas ciudades canadienses, incluyendo Montreal, Toronto y Ottawa. Tuvo experiencias educativas en el Ashbuty College durante su pubertad y en Rockcliffe Park Public School en su infancia, donde compartió momentos con el actual primer ministro canadiense Justin Trudeau. A pesar de la complejización de su crianza, Perry logró forjar una carrera exitosa en la actuación y, a lo largo de los años, reflexionó sobre los desafíos y las lecciones que enfrentó a lo largo de su vida. 

Sobre los 14 años comenzaron sus vínculos con el alcohol. Tras sus primeras borracheras, se maravilló con su estado y lo asoció a la vida adulta. Llegó a la conclusión de que así era la forma de lidiar con los problemas diarios; terminó siendo el principio del fin, un calvario que recién comenzaría y que le traería otros problemas. 

Según él, el origen de su alcoholismo tenía que ver con su infancia y las heridas del abandono. Esa situación le dio inicio a otros problemas, como ser impotente sexual. A sus 15 años, intentó perder la virginidad, algo que se le hacía esquivo por su ansiedad y los altos niveles de alcohol en sangre porque, para lidiar con ella, tomaba hasta dos litros de cerveza. Como manifestó en último libro, creía que el sexo era para todos, menos para él: “No lograba hacer la correlación entre el alcohol y que mis partes privadas no funcionaran. Y nadie podía saberlo. Nadie. Así que estuve caminando por el planeta pensando que el sexo era algo para otras personas durante mucho tiempo. Años. El sexo sonaba tremendamente divertido, pero no estaba en mi arsenal. Esto significa en mi mente, y al menos en mis pantalones, que era impotente congénito”, expresó Perry. Esa situación cambió luego de los 18 años, con la ayuda de su pareja del momento, Tricia Fisher. Perder la virginidad fue un alivio para el joven actor, aunque sus sombras y demonios se mantenían. En sus primeros años de adultez, comenzó a beber a diario.

Producto de su “infancia abandónica” alejada de su progenitor, con quien volvió a reencontrarse en su adolescencia, el actor de Friends reconoció en varias oportunidades que desde los tres años entendía que debía ser “el hombre de la casa”. Afirmó en que creía que tenía el rol de alegrar, que irrumpía con chistes o actitudes la quietud de su hogar, un aspecto que lo marcó para toda su vida, no solo de forma personal sino también en Friends. 

“Mi nombre es Chandler, hago chistes cuando me siento incómodo”

Perry en Friends

Desafíos comunes

Al día de hoy, Friends es catalogada como una de las sitcom más vistas de toda la historia. A lo largo de diez temporadas, la serie explora sus relaciones, carreras y experiencias cómicas, convirtiéndola en un fenómeno cultural y un legado contemporáneo en la historia de la televisión. Rachel (Jennifer Aniston), Monica (Courteney Cox), Phoebe (Lisa Kudrow), Joey (Matt Leblanc), Ross (David Schwimmer) y Chandler (Matthew Perry) fueron los personajes que centraron sus días en Central Perk. 

El elenco de Friends (de izq a der) Lisa Kudrow, Matt LeBlanc, Matthew Perry, Courteney Cox-Arquette, David Schwimmer y Jennifer Aniston en entrevista con Jay Leno en The Tonight Show, en mayo de 2004. Foto: Paul Drinkwater/NBC vía Getty Images, vía AFP.

La personalidad de Chandler Bing se marcaba por su humor sarcástico y autodespreciativo, con constantes ideas de demostraciones de baja autoestima e inseguridad. Chandler, quien trabajaba en una oficina en el rubro estadístico y publicitario, utilizaba el humor como una barrera emocional para lidiar con situaciones incómodas o difíciles. Aunque inicialmente era visto como el “payaso” del grupo, a lo largo de la serie se revelaba como un amigo leal y comprensivo. El personaje también enfrentó sus propios desafíos personales, como su miedo al compromiso y su búsqueda de la autoafirmación. Podría ser una descripción de Perry, pero es lo que cobró vida en la serie. Paradoja pura: mientras Chandler Bing pudo superar sus barreras personales, Matthew Perry tuvo la vida que el personaje de Friends tanto temía. Inclusive, no pudo dejar atrás sus miedos y hasta confirmó lo repetido en múltiples escenas: “seré el primero en morir”.

Durante la cúspide de Friends, se podría creer que el actor atravesaba el mejor momento de su vida. Pero no era así. Al apagarse las cámaras, emergía la oscuridad cotidiana. Ansiedad, pánico, adicción al alcohol, a las pastillas y a los narcóticos lo tenían a mal traer. Pese a que el actor lo reconoció años más tarde, a través de las diez temporadas de la serie, Matthew Perry mostró diferentes versiones de sí mismo. Esto lo reconoció en diversas ocasiones ante los medios de prensa: “cuando estaba con sobrepeso mi problema era el alcohol; pero si me veías flaco, era adicción a las pastillas”.

Pese a su relación con el alcohol y drogas, y por sobre sus problemas de memoria durante la época, Matthew Perry contó que nunca consumió durante las grabaciones. Sí antes, también después, pero nunca durante. Era su secreto. Lo quería tener bajo la sábana y que nadie se enterara. Algo que él creía manejar muy bien, hasta que por su sorpresa, Jennifer Aniston le confió: “sabemos que estás bebiendo. Se siente, lo sentimos”. Su sigilo había desaparecido. Eso lo destruyó. Sintió vergüenza, pero no podía detenerlo. Su adicción era tan cotidiana que su escondite era casi perfecto. Pese a dormir poco, a tener problemas de resaca, no sufría retrasos con los tiempos ni dormidas ocasionales. El chip se activaba, reprimía sus deseos e intentaba pasar desapercibido pese a su resaca. 

En una entrevista con la BBC, en 2021, le mostraron imágenes de diferentes temporadas de Friends. Consultado acerca de qué pensaba acerca de lo que veía, el actor fue categórico: “siento mucha pena por aquel chico, no sabía lo que estaba atravesando. Veo que pasó muchas cosas. Pero me miro… ¡Y soy yo! Lo recuerdo. Pasaron muchas cosas. Es difícil verse a sí mismo”. 

“Soy un drogadicto. Soy una persona que si toma un trago, no puedo parar”, reveló Perry en alguna ocasión. “Controlo el primer trago, lo reprimo, hago todo para protegerme de él, pero cuando lo tomo, la alergia del cuerpo entra en acción. Es inevitable. No puedo parar. Está probado por la ciencia” aseguró. En entrevista en Q with Tom Power, Perry profundizó al hablar sobre la adicción en general. Dijo entender que todos tenemos gente cercana que atraviesa este tipo de problemas, lo que catalogó como “algo horrible”. Matthew consideraba que tenía una personalidad fuerte y no débil, como comúnmente se lo asocia al adicto: “Soy un tipo fuerte y resiliente, no tiene nada que ver con la debilidad. Es una enfermedad y no sabemos que la tenemos”, aseguró, y remató con que no es solo decir: “Deja de tomar y listo”. Se autodefinió como una persona colaborativa y servicial para con los que están en su misma situación, pese a “no poder hacerlo por mí mismo”. 

El pingüino de la manada

La química de Friends se palpa de forma clara. Esa sinergia que convirtió a la serie en una de las más vistas de la historia se debía a la amistad y entendimiento del grupo de actores. Dentro de una de las tantas definiciones posibles, en su libro autobiográfico Perry se definió como el pingüino. Al menos así sentía que lo trataban sus compañeros de elenco. “Cuando un pingüino está herido, los demás se posicionan a su alrededor y lo ayudan a volver a caminar”, fue la metáfora que eligió quien representó a Chandler en Friends. Su conexión se palpó desde los inicios de la serie y continuó luego, sobre todo en 2021, cuando HBO volvió a juntar a los entrañables amigos en Friends: The Reunion

Tras su fallecimiento, el elenco de Friends se llamó a silencio y no se pronunció durante las siguientes dos semanas. En los primeros días se filtró un comunicado del grupo pidiendo respeto a la familia y anunciando que se sumarían al silencio en respeto de Perry. Tras 17 días de su muerte, comenzaron a llegar las despedidas públicas de sus compañeros. El primero de ellos fue Matt Leblanc, quien personificó a Joey Tribbiani, el compañero de habitación de Chandler; Tribbiani remató su mensaje en su cuenta de Instagram con el humor característico de ambos, reclamando los 20 dólares que le debía: “Es pesado para el corazón decir adiós. Honestamente, los tiempos que pasamos juntos son los momentos favoritos de mi vida”, comenzaba diciendo. Jennifer Aniston fue una de las que tuvo el mensaje más sentido: “Él era parte de nuestro ADN. Matty sabía que le encantaba hacer reír a la gente. Como él mismo dijo, si no escuchaba las risas [de los otros], pensaba que iba a morir”, expresó quien personificó a Rachel, concluyendo el posteo con un mensaje que recibió de él el pasado: “Hacerte reír me alegró el día. Me hizo el día :)”.

Courteney Cox posteó un video de la escena con la que comenzaba su historia de amor. En el cuerpo del texto contó que ellos iban a tener una noche de amor y más nada, pero la positiva reacción del público incentivó a que su historia tomara vida. Lisa Kudrow, otra de los seis actores principales y autora del prólogo de su libro, le agradeció por “aparecer en el trabajo a pesar de no estar bien y de hacer un trabajo brillante”, antes de expresar que fueron los mejores diez años de su vida. David Schwimmer se sumó a la despedida y valoró su corazón, generosidad y creatividad.

La casa de Perry

Su libro repasa cada uno de los aspectos de su vida. El inicio lo retrata de manera casi perfecta: “Hola, me llamo Matthew, aunque puede que me conozcas por otro nombre. Mis amigos me llaman Matty. Y debería estar muerto”. Matthew Perry logró describir su vida, sus fantasmas y sus deseos en las primeras 21 palabras del prólogo. Comienza presentándose, adelantando que es más que Chandler en Friends, y cierra con sus coqueteos con la muerte. Perry amaba ser recordado por su brillante carrera en la pantalla, su época más feliz, pero como detalla a lo largo del libro, él deseaba que su legado trascendiera la comedia televisiva y se centrara en su determinación para superar las adversidades, brindando apoyo y esperanza a quienes luchan contra la adicción.

“Cuando muera, sé que la gente hablará de Friends, Friends, Friends. Y estoy contento por eso. Feliz de haber hecho un trabajo sólido como actor, así como de haberle dado a la gente múltiples oportunidades de burlarse de mis luchas en la red mundial”, escribió Perry. “Pero cuando muera, en lo que respecta a mis supuestos logros, sería bueno que Friends estuviera en la lista muy por detrás de las cosas que hice para tratar de ayudar a otras personas”. Pese a su deseo, concluyó con que sabía que eso no sucedería, pero que sin dudas lo haría muy feliz.

Además de acercarse a las personas, ser receptivo y solidario con ellas, el actor creó, en Malibú, The Perry House, una “instalación de vida sobria para hombres”, según definió en su obra. Su intención siempre fue ayudar a quienes más lo necesitaban, sobre todo a los que atravesaban su situación. Abrió en 2013 The Perry House, con el especialista en adicciones Earl Hightower; ese año, el ex presidente Barack Obama concedió a los dos el premio Campeón de la Recuperación en honor a sus esfuerzos para ayudar a los adictos. La instalación estaba ubicada en una propiedad de Perry, quien vendió las instalaciones en 2015. En diversas entrevistas, explicó: “Era una casa en la playa de Malibú, era demasiado costosa de administrar y el negocio realmente no funcionó”. Pero se comprometió a continuar el trabajo, y añadió: “Así que estamos buscando lugares más pequeños en Santa Mónica y Studio City. Sigo con el negocio porque me gusta; es una buena manera de ayudar a los alcohólicos”, concluyó.

“Lo único que acerté, fue que nunca me di por vencido. Nunca dije ‘no puedo más, tú ganas’”, escribió en el cierre de su libro, y complementó: “Por eso me mantengo erguido, listo para lo que venga después… Algún día, usted puede ser llamado para algo importante, así que prepárese”.

Artífice de grandes alegrías en la vida de miles de personas. Entrañable, sarcástico, comediante y diferente. Fuerte, resiliente y duro de roer. Una muerte que impacta, que genera revuelo a nivel global y provocó el llanto de miles de fanáticos. Querido por todos, amado por sus compañeros e inmortalizado en Chandler Bing. 

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