El exdiputado Roberto Jefferson, quien preside el Partido Laborista Brasileño, estuvo involucrado en un tiroteo con la policía el domingo en Río de Janeiro. Realizó 21 disparos de fusil y lanzó dos granadas contra un vehículo de la Policía Federal (PF), lo que resultó en dos policías heridos que, según la PF, recibieron asistencia médica y ya fueron dados de alta. Estos policías fueron a la casa de Jefferson a cumplir una orden de arresto impartida por el Supremo Tribunal Federal (STF).

Jefferson estaba cumpliendo prisión domiciliaria por una serie de amenazas difundidas a las instituciones de justicia de Brasil. El viernes violó una de las medidas cautelares dispuestas por la justicia al subir un video insultando a una ministra del STF por votar a favor de sancionar a una radio llamada Jovem Pan, que difundía noticias falsas sobre el candidato izquierdista Luiz Inacio Lula da Silva y luego le dio el derecho a réplica.

La desinformación marcó la campaña electoral en Brasil, que este domingo tendrá su segunda vuelta en la que el presidente actual Jair Bolsonaro, del Partido Liberal, competirá con el ex presidente Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT). Este flujo de desinformación no es nuevo en Brasil. En la elección presidencial de 2018, que se disputó entre Bolsonaro y Fernando Haddad, también del PT, las llamadas fake news ya eran moneda corriente, como lo develaron distintos informes periodísticos en 2018.

Marcelo Aguilar, periodista del semanario Brecha radicado en Brasil, dijo a Sala de Redacción que “la proliferación de noticias falsas desde el sector bolsonarista ha sido una constante y ha sido la estrategia que han aplicado desde 2018”. Expresó que muchas de esas noticias falsas lo llevan a pensar que “no puede ser que una persona crea esto”, pero terminan teniendo un impacto realmente significativo en la medida que son distribuidas de forma muy masiva y con una metodología muy eficiente. Aguilar agregó que apelan a las relaciones interpersonales, por lo que “si te lo manda tu amiga, la vecina del barrio o la peluquera, la noticia termina proliferando también porque hay un ecosistema proclive a que ese tipo de noticia llegue, y más si lo hace a través de una persona conocida o de confianza”. 

Por lo general, estas noticias tienen que ver con lo moral, lo que, según Aguilar, juega un rol importante en la población brasileña, porque es un país “extremadamente” religioso. El tipo de pautas que generan “miedo” ante lo que pueda llegar a pasar ante un eventual gobierno progresista o lulista tienen impacto en los ciudadanos.

De cara a la primera vuelta, si bien la última encuesta publicada el jueves anterior a las elecciones en Datafolha indicaba que Bolsonaro contaría con 36% de los votos, el actual presidente terminó la elección con un 43%. Nastasia Barceló, doctora en Ciencias Sociales y docente de la Universidad de la República, explicó a Sala de Redacción que no se debe comparar el sistema electoral de Brasil con el de Uruguay, entre otras cosas porque en Uruguay se vota con listas cerradas y en Brasil con listas abiertas. Esto quiere decir que los ciudadanos brasileños pueden elegir a un candidato a la presidencia de un partido distinto al que eligen para senadores, lo que, según dice Barceló, implica un desafío mucho mayor para las encuestas, ya que el voto es más difícil de prever.

“Se equivocaron pero no tanto; el resultado en cuanto a quién salió primero y quién salió segundo es correcto: se pronosticaba 48% para Lula y eso sucedió”, expresó Barceló. “Existió una subrepresentación del bolsonarismo. Puede haber existido lo que se llama un ‘voto vergüenza’ por el que muchas personas no declararon su voto al presidente”, dijo, y agregó que es importante ver cómo quedó distribuido el Congreso, ya que por el voto cruzado se podía votar a Lula a la presidencia pero a un legislador de un partido de derecha.

Aguilar se refirió a la diferencia de cinco puntos porcentuales entre ambos candidatos en la primera vuelta y dijo que “gran parte de la desazón que se generó tras los resultados responde a una especie de tristeza profunda sobre el destino del país, al desconocimiento de los pares, a no saber en qué país se está viviendo y quién es tu vecino”. El periodista lo relacionó con la gran cantidad de desinformación difundida durante la pandemia por parte de Bolsonaro, principalmente sobre las vacunas y la covid-19. 

“Uno puede decir: cómo es posible que murieron casi 700.000 personas en este país, el presidente se rió de las vacunas y de la gente, estuvo generando aglomeraciones por absolutamente todos los lugares por los que pudo, imitó a pacientes a quienes les faltaba el aire, atrasó la compra de las vacunas, boicoteó el uso de máscaras, y podría estar el día entero citando actitudes criminales que tuvo Bolsonaro en la gestión de la pandemia”, expresó Aguilar. A pesar de ello, consideró que Bolsonaro “sale fortalecido” de la elección, ya que consiguió mayoría en el Congreso.

Aguilar se cuestionó que todo pueda pasar “a ser opinable”. “Si el nazismo es opinable, si la pedofilia es opinable, si todos estos asuntos se vuelven opinables en la medida en que hay dos visiones, ahí entramos en un problema”, dijo, y se cuestionó “cómo queda la discusión política” si esas ideas se pueden defender en nombre de la libertad de expresión . También se refirió a la “banalización” de la vida a partir de estos cuestionamientos y lamentó que tenga un efecto positivo para uno de los candidatos. Según valoró, en este escenario el debate “se complejiza” y, al respecto, se preguntó “cómo se combate una narrativa de ese tipo”.

Del otro lado

A su vez, Aguilar remarcó un cambio de estrategia en la campaña de Lula. Por un lado, habló de la campaña “oficial”, que consiste en la imagen del ex presidente como estadista, apelando a la memoria afectiva de su gobierno y su imagen como líder popular respetado internacionalmente. Por el otro lado, está la campaña “paralela”, que ha sido encabezada por el diputado André Janones.

En esta campaña paralela, planteó Aguilar, hubo noticias falsas o exageradas. El periodista lo ejemplificó con la acusación a Bolsonaro de pedófilo por declaraciones que hizo en relación a unas adolescentes venezolanas en un barrio de la periferia de Brasilia en 2021, a las que el candidato se refirió como “prostitutas”, porque percibió un “ambiente de ligue”. Según Aguilar, esto es un ejemplo del cruce de caminos entre la campaña paralela y la campaña oficial, porque al menos en el ecosistema digital “algunos temas de las redes sociales alcanzan tal nivel de debate público que terminan permeando la campaña oficial y llegan a una instancia como el debate” presidencial, donde Lula Da Silva sacó el tema.

Basado en un análisis que realizó el sociólogo y politólogo Rudá Ricci en una nota de Brecha, Aguilar dijo que la campaña paralela “tiene un objetivo central que es una estrategia de parálisis”, es decir, de “tirarle bombas al enemigo para que se desgaste defendiéndose y pierda tiempo de ataque”. En lugar de que la campaña de Bolsonaro se pase “todo el día pegándole a Lula, se pasa todo el día tratando de desmentir a Janones y a combatir sus argumentos”, ilustró. En suma, Aguilar mencionó que desde el punto de vista “estratégico-táctico”, cuanto “más tiempo pierda el adversario en superficialidades, mejor va a ser para la campaña de Lula”.

A pesar de que el ex presidente haya obtenido un alto porcentaje de votos, fueron los partidos de derecha los que crecieron en la elección de los 513 miembros de la Cámara baja del Congreso. De las 27 bancas en disputa en la cámara alta, el Partido Liberal de Bolsonaro obtuvo 14 lugares, mientras que el PT obtuvo ocho bancas.

Barceló explicó que un tercio del Senado se renueva cada ocho años y ese es el período por el que los senadores ocupan sus cargos. “Primero se renuevan dos tercios, en la elección pasada se renovó el otro tercio, y así se van alternando”, dijo. En esta elección también se eligieron gobernadores estaduales. “Acá hay otras cosas en juego, por ejemplo, intereses que están vinculados con los territorios y no necesariamente con la opción presidencial, y tiene lógicas propias de coyuntura, de territorios diferentes”, agregó, y señaló que las cinco regiones de Brasil -nordeste, sudeste, sur, norte y centroeste- tienen lógicas electorales diferentes.

Fuente: sitio web Epdata, a partir de datos del Tribunal Superior Federal de Brasil.

Según Barceló, Bolsonaro es el candidato que hoy tiene mayor índice de rechazo, que es mayor al de Lula. “Para la segunda vuelta, estamos ante un Brasil muy polarizado. En los últimos meses hemos visto muchas denuncias de violencia política por diferentes hechos delictivos que han llegado a homicidios”, lamentó.

Si bien hasta la fecha la última encuesta difundida por el instituto brasileño Ipec revela que Lula tiene 50% de la intención de voto y Bolsonaro 43%, Barceló dijo que, en su opinión, van a ser elecciones “muy apretadas”. Según aclaró, “no es posible prever con seguridad” que Lula va a ganar, porque en la primera vuelta el grado de abstención fue de 23% del electorado y ahora, según explicó, se están adoptando varias políticas para fomentar la concurrencia a las urnas, como que el transporte público sea gratis el día de la elección. “No se sabe a quién va a favorecer”, finalizó Barceló. 

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