Milán, la ciudad que hace 86 años vio nacer a quien sería el niño de una típica familia de clase media y se convertiría en un extravagante político y empresario, lo despidió este miércoles en el máximo ícono de la metrópolis, el Duomo di Milano. Y es que, a pesar de haber tenido una vida marcada por polémicas sobre lavado de dinero, fraude fiscal, corrupción y abuso de menores, el tres veces primer ministro Silvio Berlusconi se fue por la puerta grande.

“Fue uno de los hombres más influyentes de la historia de Italia”, dijo la actual primera ministra Giorgia Meloni, en un video que difundió tras la muerte del ex mandatario a raíz de una leucemia mielomonocítica crónica. Su histórico rival de centroizquierda, Romano Prodi, expresó que lo recuerda “como un dirigente político que, en su largo e intenso compromiso público, ejerció una gran influencia en la vida de nuestro país, no solo sobre las instituciones, sino también la vida de todos los ciudadanos”. A estos saludos se le sumaron los de mandatarios de diversas naciones, así como las condolencias de importantes clubes del fútbol, rubro en el que Berlusconi se destacó por ser dueño del prestigioso AC Milan hasta 2017.

El camino al dinero

Desde muy joven mostró facilidad para hacer dinero. Luego de completar su educación secundaria en un colegio salesiano, el ex líder político estudió Derecho en la Universidad de Milán y a los 25 años creó su primera empresa, la constructora Cantieri Riuniti Milanese. 

En la década de 1970 fundó una cadena de televisión por cable, creó el Canale 5 y compró un diario. Para 1978 creó Fininvest, firma que actualmente maneja un imperio integrado, entre otras, por la editorial Mondadori, la productora de cine Medusa y el grupo audiovisual Mediaset. También en 1986 invirtió en el fútbol, con la compra del famoso club del calcio italiano.

Al día de su muerte, Berlusconi era una de las tres personas más ricas de Italia, con un patrimonio de más de 6 mil millones de dólares.

El camino al poder

En 1994 Berlusconi fundó Forza Italia, un partido caracterizado como neoliberal y de corte populista con el que obtuvo el poder en las elecciones de ese mismo año. En 2001 volvió a ser primer ministro italiano y en 2007 anunció la disolución de su partido y el inicio de la coalición El Pueblo de la Libertad, en unión con la Liga Norte y el Movimiento por la Autonomía, con la que ganó nuevamente las elecciones. Actualmente, esta fuerza política se posiciona como la tercera pata del gobierno de coalición de la primera ministra Giorgia Meloni.

A nivel de sus tendencias políticas, especialistas han considerado que fue el responsable de allanar el camino para la llegada de los populistas de derecha a nivel mundial. Su estilo se basaba en promesas demagógicas, un discurso contrario a la corrección política y la defensa del liberalismo económico.

Durante sus periodos en el poder destacan reformas liberalizadoras relacionadas por ejemplo con el mercado laboral y las pensiones. Uno de sus proyectos más famosos fue una reforma constitucional que otorgaba plenos poderes ejecutivos al presidente del Consejo de Ministros y reducía las competencias del Estado en favor de las regiones. Si bien fue aprobada por el Parlamento, en la siguiente legislatura fue refutada vía referéndum. También impulsó proyectos referidos a la lucha contra la inmigración clandestina.

En tanto, en lo que refiere a su política exterior, el dirigente político fue reconocido por haberse alineado con Estados Unidos, país al que apoyó en la guerras de Afganistán e Irak y la intervención militar de Libia.

Las polémicas

La lista de escándalos que implican al ex mandatario es extensa, pero a pesar de hacer tambalear su poder en repetidas ocasiones, el político cautivó a buena parte del electorado italiano, que hizo caso omiso de las acusaciones.

El inicio podría situarse en 1997, cuando el magnate fue condenado por primera vez por fraude contable, en torno a su holding Fininvest, aunque más tarde su condena fue suspendida. Al año siguiente fue multado por corrupción y condenado por sobornar a inspectores de Hacienda, pero un tribunal de apelación anuló estos cargos.

Ya en los ‘2000, tras su segunda etapa como primer ministro, Berlusconi fue acusado de fraude fiscal. En este caso fue declarado culpable en octubre de 2012 y condenado e inhabilitado para ocupar cargos públicos durante cinco años; nuevamente el empresario apeló y su condena se redujo a un año de servicios comunitarios en una residencia de ancianos.

En enero de 2011 se supo que Berlusconi era investigado por el pago a una menor de edad para mantener relaciones sexuales. El ex líder fue declarado culpable en 2013 y condenado a siete años de prisión; sin embargo, un tribunal de apelación anuló la condena en julio de 2014. También en 2013 el empresario fue expulsado del Senado debido a una condena por fraude fiscal recibida en 2012 y en 2015 fue condenado por sobornar a un senador con el fin de que cambiara de facción política y condenado a tres años de prisión y la prohibición de ejercer cargos públicos durante cinco años. No obstante, debido a que el delito prescribió antes de que pudiera realizarse cualquier procedimiento de apelación, Berlusconi no cumplió con su condena. 

A pesar de haber sido investigado y condenado por la justicia en repetidas ocasiones, el magnate salió airoso de estas situaciones y a lo largo de su vida nunca pisó la cárcel.

FacebookTwitter