La casa de medio camino es un dispositivo sanitario de rehabilitación que pretende servir de puente entre el hospital y la comunidad. Estos lugares contemplan a los pacientes de cuadros psiquiátricos severos que cuentan con la posibilidad de desarrollarse como sujetos autónomos, pese a los obstáculos que les impone su patología. 

Si bien ya existían dispositivos de similares características, La Casa de San Carlos fue el primero presentado en el marco de la nueva Ley de Salud Mental N° 19.529 (promulgada en el año 2017) y que tiene por cometido dar lugar a un nuevo paradigma en el abordaje de la salud mental en nuestro país.

Está ubicada en la ciudad homónima del departamento de Maldonado y allí residen diez personas con cupo paritario de hombres y mujeres entre 18 y 60 años. Cuentan con el acompañamiento de una licenciada en enfermería, un grupo de enfermeras que están disponibles las veinticuatro horas en horarios rotativos, una psicóloga y una trabajadora social que concurren dos días a la semana.

Funcionarias de La Casa de San Carlos explicaron a Sala de Redacción que el ingreso es voluntario y previo a una entrevista con el paciente se trabaja en la elaboración de su proyecto terapéutico “de acuerdo a la capacidad de la persona para lograr la mayor autonomía posible”. El objetivo está en “apostar a la rehabilitación, no tanto a la compensación sino más bien a un trabajo sostenido para tener mejores logros” y así concretar la reinserción social.

La labor de las distintas profesionales implica ayudar a los usuarios a desenvolverse en tareas de la vida cotidiana como cocinar, higienizarse, aprender a identificar y conocer la medicación para poder autoadministrarse hasta conseguir un trabajo o generar un domicilio propio. 

Una de las conversaciones más frecuentes y relevantes que se tienen con los usuarios es acerca de su patología, sobre la que se problematiza; se los convoca a entenderla ya que la mayoría son patologías crónicas. Se trata de “trabajar la aceptación y la necesidad de la adhesión al tratamiento farmacológico fundamentalmente”, sostienen las técnicas. 

El periodo estipulado de residencia tiene un mínimo de seis meses y un máximo de dos años, dependiendo de la situación de cada uno. Una vez que los usuarios egresan se suele hacer un seguimiento que varía en tiempo y forma según el paciente. La intención es lograr que estos lugares funcionen como un medio para llegar a la independencia del usuario y no como parte del “sistema manicomial acostumbrado”, el que se pretende eliminar progresivamente para mediados del 2025 bajo el marco de la nueva ley.

En ese sentido, una de las funcionarias reconoció que la forma de trabajo en torno a estos centros ha cambiado en consideración con el proyecto al que se aspiraba. En un primer momento pareció estar todo dispuesto para la apertura de una nueva perspectiva “y se invirtió mucho tiempo y dinero en las capacitaciones correspondientes para que el personal sea partícipe” de la transformación esperada. Pero al día de hoy parece no haber concordancia para continuar de forma óptima con lo pautado en un inicio. 

Por otro lado, Cecilia Baroni, coordinadora del programa radial Vilardevoz e integrante del Frente Antimanicomial, opinó que “lo que falta es formación de los equipos para sostener este tipo de proyectos”. La psicológa agregó que se está trabajando intersectorialmente para que todos los organismos competentes sean parte del cambio, pero “cuesta mucho”.

Se necesita “más articulación, más presupuesto y políticas en conjunto”, sostuvo Baroni. Si bien los dispositivos de medio camino son excelentes para generar autonomía, manifestó que aún no son suficientes pues en muchas ocasiones “terminan siendo soluciones intermedias y no definitivas”.

Además enfatizó que es “fundamental acabar con el imaginario negativo que involucra a los pacientes de salud mental” y suprimir la idea de que quienes están internados en un centro hospitalario son los únicos que tienen problemas de salud mental.

En este momento se está impulsando un plan piloto de vivienda comunitaria junto al MIDES que pretende cubrir la necesidad de domicilio que afecta a los pacientes luego de que egresan de los centros de medio camino. La idea de esta vivienda es que sea gestionada por los mismos usuarios. 

Además de La Casa de San Carlos, en la actualidad existen dos dispositivos asistenciales también gestionados y habilitados a partir de la nueva ley, uno de ellos ubicado en la capital y otro en la ciudad de Mercedes. Baroni transmitió el deseo de que siga creciendo el número de estos espacios destinados a una mejora en la calidad de vida de los beneficiarios.

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