La Bioferia, declarada de interés ministerial por el Ministerio de Ambiente (MA), en 2021, regresa a Uruguay por cuarta vez consecutiva este viernes 3, sábado 4 y domingo 5 de mayo de 11:00 a 19:00 horas en el Parque Villa Dolores y con entrada gratuita. El festival es un encuentro de sustentabilidad y consumo responsable que pone en contacto a la comunidad con emprendimientos, organizaciones y empresas verdes, y propone distintas actividades como charlas, talleres y exposiciones.
Según cuenta a Sala de Redacción el director de Bioferia en Uruguay, Bebo Gold, el objetivo principal es darle visibilidad a los expositores que actúan como “agentes de cambio” para que puedan “transmitir, contagiar e inspirar” sobre lo que hacen y así “lograr que otros se animen”. Además, Gold destaca que el evento propicia la unión de diferentes mundos: “Se unen las empresas tradicionales con las especializadas en impacto, el sector público con el privado, y la ciudadanía con todos los temas sustentables”.
Los pilares fundamentales de Bioferia son la economía circular y la promoción de una mayor conciencia ambiental que impulse la transición hacia un mundo más sostenible y amoroso con nuestro entorno. En relación a estas proyecciones ambientales que rigen el festival, Gerardo Amarilla, subsecretario del MA, explica a Sala de Redacción que actualmente existe un “ecosistema de negocios y emprendedurismo” que genera avances “hacia ese concepto de economía circular” y que comienza a dejar atrás el modelo tradicional de economía lineal —que implica extraer, manufacturar, producir, industrializar, consumir y tirar—. Aunque aclara que el modelo lineal “todavía es utilizado por empresas que lo tienen como parte de su tradición”.
Reducir la huella ecológica
La Bioferia se define como un “evento carbono neutral”, lo que significa que se tendrán en cuenta las emisiones de dióxido de carbono generadas por la energía, los residuos, el transporte, la alimentación y los diversos materiales utilizados durante el festival para compensarlas con el medio ambiente. Así, a través de un sistema de bonos, se buscará regenerar el impacto ambiental causado, por ejemplo, con la plantación de árboles nativos. Además se utilizarán gráficas biodegradables, vajilla compostable y reciclable, estructuras con desechos industriales y se realizará la separación de residuos.
Para Amarilla, el evento tiene un rol importante en el avance hacia una economía circular en el país porque visibiliza a “gente que manufactura dulces, trabaja con telas y hace artesanías con vidrio, madera y otros materiales, que [si no fuera por los comerciantes artesanales] la mayoría de veces se terminan desechando”. Esta es una oportunidad para que las personas vean lo que se está realizando en materia ambiental en diversas áreas, expresa el jerarca y agrega que eso “genera interconexiones y una sinergia de acciones”. La gente que lo ve desde afuera, comenta, puede tener “un punto de inflexión” a partir de la feria y comenzar a aplicar en su vida cotidiana el concepto de economía circular.
“El propósito de la feria es ponernos todos juntos de un mismo lado a empujar hacia donde sabemos que es lo mejor para el país en general y para nosotros mismos”, concluye en la misma línea Gold.
Sin duda, el cuidado del medio ambiente y los nuevos conceptos que engloba se han hecho cada vez más presentes en nuestra cotidianeidad. Expresiones como “biodegradable”, “desarrollo sostenible”, “reciclar” y “eco-friendly” se incorporan en nuestro vocabulario y resuenan en conversaciones y campañas. Pese a esto, Amarilla evalúa que, aunque la creación del MA “fue un avance institucional muy importante” —resultado de la visibilización de las cuestiones ambientales—, aún “falta algo de legislación parlamentaria” con relación a los proyectos de delitos ambientales que “todavía no existen en Uruguay, pero sí en el resto de la región”.
Economía circular
Desde mediados del siglo XX, comenzaron a hacerse cada vez más visibles problemáticas relacionadas con el deterioro del medio ambiente. Según explica Amarilla, la intelectualidad de aquel entonces empezó a reconocer que los recursos naturales no son infinitos y que debemos cambiar nuestra relación con ellos para no poner en peligro la vida en el planeta. “Se advirtió que la sobreexplotación del suelo conduce a la desertificación en determinadas zonas del planeta, que los desiertos avanzan, y que por tanto, los suelos fértiles se reducen y las selvas son destruidas para plantar en esos lugares. Esta presión sobre la naturaleza nos obliga a cuestionar nuestro modelo de consumo, producción y extracción”, señala el subsecretario.
La alternativa viable, considera, es que los seres humanos logremos cambiar nuestra lógica actual: “No debemos desechar todo lo que producimos y consumimos, sino que tenemos que buscar opciones para que eso termine siendo un insumo de otro producto, un reciclaje, un retorno”. Y sostiene que debemos tener en cuenta que lo que se va a producir luego va a tener otra vida. “Es en eso en lo que se basa el concepto de economía circular, en minimizar los recursos para que el fin de una actividad de consumo pueda ser el inicio de otra cosa”, reflexiona.