Los aumentos de temperatura, las modificaciones en los suelos, la intensificación agrícola, los desechos que vierten al agua las grandes industrias y la sequía o el desborde de cursos de agua, son factores que propician el aumento de floraciones de cianobacterias. En diálogo con Sala de Redacción, Luis Aubriot —doctor en Ciencias Biológicas y profesor adjunto de la Sección Limnología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República—, advirtió que este verano es altamente probable la emisión de una alerta amarilla, dado que “se están habilitando las condiciones previas a un posible fenómeno de transporte de biomasa hacia Montevideo, Canelones y Maldonado”.
La evaluación del fenómeno de floración cianobacteriana será más precisa a medida que aumenten las temperaturas, porque en este momento el caudal de agua es tanto que no deja crecer a los organismos cianobacterianos. Pero Aubriot reparó en que cuando avance la primavera y empiece el verano “se pueden dar fenómenos que generen crecimientos explosivos y acumulaciones grandes; hay que ir monitoreando esas acumulaciones para ver si van a ser transportadas desde Río Negro y río Uruguay hacia el Río de la Plata”.
La Facultad de Ciencias en conjunto con la Intendencia de Montevideo desarrollan un estudio que monitorea la zona comprendida entre las desembocaduras del río Santa Lucía hasta el arroyo Carrasco a 2.000 metros de la costa. El último muestreo, tomado hace apenas dos semanas, ya registraba cianobacterias, informó Aubriot. “Ya se registró presencia de estos organismos en el agua y el agua es bastante dulce en la costa, por lo tanto se está dando el escenario marco como para entrar en la fase de una alerta amarilla”, agregó.
Lo que no las mata
Las cianobacterias, esas partículas verdes con las que nos hemos acostumbrado a compartir el agua, son organismos muy antiguos que dieron oxígeno a la atmósfera hace aproximadamente tres mil millones de años. Son organismos que han permanecido y evolucionado, y “si bien mantienen ciertos rasgos de aquellas cianobacterias primitivas, han tenido cambios a lo largo de la evolución”, explicó Aubriot, por lo que tienen una gran capacidad de adaptarse al ambiente y soportar condiciones de estrés.
A lo largo de toda esa inmensidad de años hasta el presente, las cianobacterias han acompañado a la humanidad y las modificaciones ambientales permiten que se multipliquen. Aubriot detalló que los ambientes sufren alteraciones “por nuestra producción industrial, agrícola o agropecuaria”, que provoca cambios en el clima, el suelo, y también en los ambientes acuáticos. Por otro lado, enfatizó en que una vez que los ambientes son alterados, “estos organismos se van a ver beneficiados”.
Para Aubriot, si bien los años 2000’ se ubican como la década en la que la floración de cianobacterias comenzó a repercutir como un boom en las aguas uruguayas, ya en años anteriores se habían registrado cambios importantes a partir de las construcciones de grandes represas en el territorio, que habían generado alteraciones en el régimen hidrológico de los grandes ríos, por ejemplo para producción hidroeléctrica, o para la acumulación de agua con fines de producción agua potable. Como ejemplo, señaló las regiones de Paso Severino, Salto Grande, Rincón del Bonete, Baygorria, Palmar, constituyéndose como “ríos alterados por barreras, por represas, que generan flujo de biodiversidad aguas arriba por la migración de peces en la fragmentación ecológica, aumentan la retención de agua y favorecen el crecimiento de cianobacterias”.
Además, Aubriot resaltó que sumado a los múltiples factores climáticos e industriales que favorecen las floraciones de cianobacterias, está la incidencia de la nueva planta de celulosa de la empresa finlandesa UPM “que ha tenido problemas ambientales muy graves, gravísimos con el derrame de soda cáustica”. El hecho al que refiere Aubriot sucedió el 17 de agosto en la planta de producción de celulosa de Paso de los Toros, —que lleva apenas cuatro meses de funcionamiento—, en donde se vertieron de 900 a 1.000 metros de soda cáustica que afectaron la biodiversidad en los alrededores del río. Aubriot valoró que el derrame se originó “por una cuestión de negligencia absoluta, una falta de previsión que realmente llama mucho la atención para una planta tan moderna”.
Las consecuencias
Que hayan convivido con la humanidad dándonos oxígeno, interviniendo en las redes alimentarias de los herbívoros y transfiriendo energía desde la fotosíntesis al resto de la cadena de forma natural, no implica que no sean organismos con la capacidad de liberar toxinas que, a mayor cantidad, más peligrosidad representan. Según Aubriot, “ya hay registros de que estas toxinas atacan el hígado de los ovinos y en el plasma de bovinos, con estas toxinas más comunes que son las microcistinas que atacan el hígado, que generan enfermedades, incluso la muerte, en orillas de embalses”.
En los seres humanos, las afectaciones son similares y también se han registrado casos de intoxicaciones, lo que desde el año 2000 en adelante ha motivado un programa de alertas para que las personas “tomen recaudos acerca de bañarse, o directamente de no bañarse en aguas con presencia de cianobacterias”, dijo Aubriot, que aconsejó considerar estas advertencias o recomendaciones “sobre todo en los niños”, a efectos de evitar intoxicaciones.
En esta línea, el investigador advirtió que el aumento de floraciones cianobacterianas no afecta únicamente a los animales y a las personas, sino que también tiene incidencia en la pertenencia e identidad de los territorios playeros en los que las personas se recrean, o incluso pescan como forma de sustento: “por ejemplo el caso del embalse de Palmar, hay zonas que son playas muy visitadas, que quedan prácticamente sin posibilidad de ser usadas por las personas del departamento, de la zona, justamente por este fenómeno”, señaló.
- Observar en la base de guardavidas si se encuentra la bandera sanitaria (roja con una cruz verde en el centro, que se coloca cuando existe riesgo para la salud).
- Ante contacto con cianobacterias, lavarse lo antes posible en la propia playa con agua limpia, eliminando cualquier resto en piel y vestimenta.
- Evitar que los niños se bañen o jueguen en la arena donde se observen restos de manchas verdes, ya que son más propensos a ingerir agua o arena y los efectos en ellos son más importantes.
- Consultar al médico si se presentan alergias o inflamaciones de piel y mucosas, diarreas, náuseas, vómitos o cualquier síntoma no habitual.