Lo que inició como una tesis de maestría de la Facultad de Artes, terminó en un extenso análisis de su memoria de cuando era pequeña: qué había sucedido con las infancias atravesadas por la dictadura y qué se había construido a nivel discursivo a lo largo de sus vidas, eran las interrogantes que merodeaban la mente de Fernanda Casariego, gestora cultural, docente y directora de Tenemos Que Ver. En medio de la búsqueda de respuestas surgió “Aunque no lo recuerde”, una obra de arte mixto que a través de diversos componentes visuales, auditivos y esculturales presenta los difíciles momentos de su infancia.
El Instituto Nacional de Artes Visuales (INAV) lanzó en 2021 el Programa Mentorías para fomentar la creación y el trabajo de artistas visuales a nivel nacional. El apoyo se realiza en un marco de enseñanza y aprendizaje con el asesoramiento de un experto en el área, por lo que allí Casariego conoció al artista contemporáneo Fernando Foglino. Largas horas de visualización de filmes nutrieron esta pieza artística.
En la adultez, y como madre primeriza, Casariego tuvo la necesidad de revisar su pasado: cuando “uno deja de ser hijo” hay un cambio de rol que “te lleva a revisar tu propia infancia” para que sirva de guía de “cómo actuar”. Allí empezó la búsqueda sobre los estudios de los recuerdos. Sintió que “era importante encontrar esa memoria”, así como lo es para que esos hechos “no se vuelvan a repetir”.
Luego de contarle toda su historia y las experiencias vividas al mentor de la obra, le mostró “un poco lo que venía trabajando”. Foglino le dijo: “escribí, escribí, escribí”, a fin de que aflorara hasta el más pequeño detalle. El vínculo con el artista fue clave para llevar proyectos anteriores más allá. Casariego relató que enseguida se dio cuenta de que había otras cosas que llamaban la atención de Foglino; él mismo quedó “colgado” con otras cosas que ya había presentado, pero a la autora poco le importaba quedarse “atada” a esos proyectos anteriores. A raíz del interés por generar algo nuevo, fue que lo narrativo comenzó a formar este trabajo.
Literalmente visual
No recordar fue el puntapié inicial. La autora explicó que a partir de algunos relatos, la obra comenzó a tomar fuerza. Casariego recuerda “muy poco” sobre la situación vivida: ella tenía apenas 3 años y su hermano 7 cuando los secuestraron; estuvieron 20 días desaparecidos y siempre fue él quien llevó consigo “algunos recuerdos”. Sintió, entonces, que quedó en el lado del no recuerdo. Algunas de esas memorias son parte de lo vivido aquellos años, situaciones que gracias al hermano recuerda, como cuando “los envolvían en alfombras para no ser vistos”.
Foto: Santiago Viana
Con ese sentimiento, tanto social como familiarmente, Casariego se sintió “privilegiada”. Haber vivido una situación traumática que no recordaba, le llevó a construir un universo “fantástico”. Por esto, la obra parte desde lo narrativo, del esbozo de esas memorias como breves relatos y que son “casi todos los recuerdos” de las situaciones que reflejan el universo de esa niña, añadido a las experiencias de visitar a su madre en el penal de Punta de Rieles.
La obra está compuesta de tres piezas, motivada por los escritos que realizó su madre mientras se encontraba detenida en el Batallón N°13. Los manuscritos eran realizados en papel aluminio y papel de cigarrillo, de escrito repujado hecho con una lapicera sin tinta que marcaba las hojas para que se notara el relieve de lo escrito. También están las alfombras anecdóticas en representación a los traslados forzosos que hicieron en ellas.
Hacer referencia a los niños y niñas apropiados durante su infancia, que vivieron con identidades falsas y fueron criados por “los propios asesinos” de sus padres, es parte del trabajo que intenta destapar esa realidad. Lo que en su momento a Casariego le sirvió como mecanismo de defensa para forjarse y no vivir atrapada en el dolor, hoy en día forma parte de una exposición cultural.
“Aunque no lo recuerde”, disponible para todo público, se inauguró el 27 de julio en el Espacio de Arte Contemporáneo.