La popular banda de rock No te va gustar (NTVG) revolucionó la industria de la música uruguaya incorporando Inteligencia Artificial (IA) a sus producciones audiovisuales. Los músicos estrenaron su primer video musical creado artificialmente en el Cosquín Rock, que se llevó a cabo en Montevideo el 21 y 22 de abril en la Rural del Prado. “Yo sabré qué hacer” no sólo es el primer videoclip de la banda creado con la nueva tecnología, sino el primero de estas características en lanzarse en el país. De este modo, la herramienta tecnológica del momento desembarcó también en el mundo del entretenimiento local y la música nacional, para democratizar el acceso a productos artificiales inteligentes de gran magnitud.
El clip se realizó en colaboración con la banda española Vetusta Morla y, según comentó a Sala de Redacción Nicolás Fervenza, manager de NTVG, la respuesta del público fue muy buena, no sólo en Uruguay sino en todo el mundo: “Ese vínculo le gustó mucho a ambos públicos, fue muy bien recibido tanto en Uruguay como en España y en otras partes”, dijo. Si bien “fue un cruce inesperado para mucha gente, gustó mucho y estamos súper felices con esta situación”, afirmó, y contó que con los españoles se cruzaron varias veces en los escenarios de festivales internacionales, incluso tocaron juntos tanto en Argentina como del otro lado del Atlántico. Fue recientemente en Guadalajara, México, que los uruguayos invitaron a los artistas españoles a realizar esta colaboración conjunta y desde allí comenzaron a trabajar en el proyecto.
Fervenza comentó a Sala de Redacción que hace ya un tiempo que, a través de la plataforma ULTRADROP, comenzaron a generar coleccionables digitales. Estos recursos conocidos como tokens no fungibles, en inglés NFTs (Non Fungible Token), pueden ser pósters, dibujos, imágenes artísticas, entre otras, y se mueven en el mundo de las plataformas digitales, sumando miles de adeptos a lo largo y ancho del globo. Fue a partir de este interés en los NTFs que los músicos uruguayos desarrollaron la idea de crear videos mediante algoritmos artificiales.
En los planes de NTVG está seguir generando videos con métodos de IA, aunque también la idea es combinarlos con cosas más orgánicas. En esa línea, Fervenza comentó que la idea es sumar lo artificial a lo que se hace en vivo para que “puedan combinarse productos filmados y actuados”. Y sostuvo que “cuando uno combina la IA con seres humanos creativos, porque el editor agrega su impronta, de esa mezcla pueden surgir cosas buenísimas, el universo es enorme y las posibilidades son infinitas”.
¿Qué es la Inteligencia Artificial?
Sala de Redacción consultó al ingeniero y docente de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, Federico Lecumberry, quien propone que “lo que sea que definamos como inteligencia, al ser artificial será realizado por agentes digitales y no por humanos o agentes naturales”. El docente explicó que en la inteligencia están presentes “la capacidad de sensar el entorno, de aprender de las experiencias y de adaptarnos”. Y es en la observación que el humano hace del entorno donde encuentra patrones repetitivos que le permiten adaptarse a experiencias anteriores; ”estamos frente a procesos que, a través de la experiencia, nos llevan a mejorar una tarea, puede ser inteligencia en resolver un ejercicio matemático, en comunicarse con un par o en andar en bicicleta”. Lecumberry afirmó que cuando “esto lo hacen los sistemas digitales, estamos frente a la Inteligencia Artificial”.
Sin embargo, en un segundo nivel de análisis, aunque podamos llamarla así, para el ingeniero “no hay inteligencia artificial hoy en día en el mundo”, sino que lo que hay son “sistemas muy avanzados que aprenden patrones y a partir de eso generan experiencias para generar nuevas salidas u objetos que cumplen con ese patrón”. El chat GPT, de reciente irrupción en el mundo digital, no sería una verdadera inteligencia artificial porque no tiene la capacidad de sensado y adaptación al entorno. Y si bien puede seguir reglas gramaticales, esto no asegura que el contenido sea correcto.
Lecumberry agregó que “los seres humanos hemos aprendido muchas cosas desde chicos y luego actuamos de determinada forma porque ya lo conocemos”, y sostuvo que la herramienta no alcanza las acciones de interacción complejas “como agarrar una pelota y patearla o cazar una presa. Cuando tengamos un agente digital que pueda hacer ese tipo de cosas complejas, ahí vamos a estar frente a Inteligencia Artificial”.
No obstante, reconoce que hay sistemas que son mejores desempeñando ciertas tareas, y como tienen la capacidad de aprender de las experiencias anteriores y a la vez poseen una ilimitada capacidad de memorizar la información, “a nosotros nos ganan por lejos”. El ingeniero explicó que la ventaja está en que en esas tareas no hay sesgos ni cansancio, y dio el ejemplo de los sistemas que juegan al ajedrez que le ganan a los campeones mundiales. Esto se fundamenta en que estos sistemas han jugado infinitas veces, por lo que han aprendido de una mayor cantidad de variantes que los humanos.
“Los datos son el petróleo”
En cuanto a la accesibilidad de las nuevas herramientas, si bien “pocos pueden acceder al diseño, muchos pueden acceder al uso de las aplicaciones”, expresó. Sin embargo, no hay que olvidarse de poner en cuestión quiénes son los que nos dejan usar estas herramientas y cuáles son sus objetivos: “que podamos usarlas sin pagar no quiere decir que sean gratuitas, siempre es a cambio de nuestros datos. Y con esta información es que están entrenando a los sistemas”, dijo.
Los datos nos proporcionan el contenido, motivo por el que Lecumberry los define como “el petróleo”. Entiende que los modelos matemáticos en general son conocidos y se repiten, pero el alimento de los modelos son los datos concretos: “el objetivo de Netflix, de Spotify y de otras plataformas es aprender de nuestros datos, aprender de nuestro comportamiento de consumo para poder vendernos más”, expresó. Y se pregunta: “¿Por qué nos gusta una canción? Porque probablemente la escuchamos varias veces o porque su estilo nos gusta o es similar a otra banda que seguimos”. El docente afirmó que “hay un patrón de comportamiento, somos animales muy simples. Rápidamente se nos puede engañar y el cerebro quiere ser engañado”.
Regulación para evitar la autodestrucción
Parecería ser que el camino del medio también puede aplicarse en este ámbito y como todos los aspectos de la vida, lograr un equilibrio sería lo razonable. Las nuevas tecnologías, aún las más disruptivas, traen beneficios. Pero también conllevan desafíos “ya que pueden ser utilizadas de forma incorrecta”, sostuvo Lecumberry y subrayó que “todas las tecnologías que verdaderamente tienen impacto han sido reguladas”.
El docente expresó que los seres humanos hemos llegado a ciertos acuerdos en temas de suma importancia, como por ejemplo en el estudio y el trabajo con células madres y en el uso de la energía nuclear. En ese sentido, afirmó que “hemos encontrado acuerdos sobre el uso de ciertas tecnologías para no ser destrozados por ella”. Y la IA, para Lecumberry, no es la excepción. En su opinión, debería ser un gran asistente: “yo le voy a pedir que redacte una carta dirigida a tal persona con estos temas centrales y después la voy a adaptar a mi gusto. Eso es lo que yo quiero, que la IA sirva y sea útil”, sostuvo, y remarcó la importancia de lograr acuerdos para regular la tecnología.
En este marco fue presentada la Declaración de Montevideo sobre “Inteligencia Artificial y su Impacto en América Latina”, documento disponible en el sitio web de la CEPAL. Según la Declaración, los firmantes no desconocen los riesgos asociados a la tecnología, como por ejemplo el impacto en el mercado laboral, aunque reivindican los beneficios que la herramienta genera sobre la calidad de vida, haciendo énfasis en la mejora de “las condiciones laborales, económicas, de salud y de bienestar general” de las personas, objetivos que para ellos deben ser prioritarios.
La Declaración resalta, además, que desde la etapa de diseño de la Inteligencia Artificial debe buscarse el menor impacto ambiental posible, así como la no generación de daños personales, el respeto por los derechos humanos y la no profundización de la desigualdad o de los estereotipos. En este sentido el Ingeniero Federico Lecumberry, quien participó del encuentro y suscribió la Declaración de Montevideo, afirmó a Sala de Redacción “que podemos hacer bien las cosas”, y citó ejemplos de cómo fomentar que toda ganancia generada por la incorporación de sistemas artificiales que produzcan mejoras en los trabajos, que reduzcan las tareas tediosas, rutinarias o peligrosas, pueden ser volcadas con el objetivo de lograr una mejor distribución, como es el caso de programas de transformación, de adaptación, entre otras acciones posibles. “La IA no te va a sacar el trabajo, lo va a hacer otro humano que maneje la IA mejor que vos”, dijo.