“Flaca y baja”, se describe Belén; “de frágil aspecto”, le decían en las canchas. Su complexión física la alejó de algunas competencias, pero supo cómo transformarlo en una virtud. Se caracteriza por ser encaradora en la cancha, escurridiza, con una velocidad que enloquece a la jugadora que la tiene que marcar; no da ninguna pelota por perdida. En general no hace golazos al ángulo, sino que define con mucha tranquilidad y jerarquía, como si tuviera 20 años de trayectoria, cuando en realidad ese número es apenas su edad.
Belén Aquino, conocida en el ambiente como “la Suárez del fútbol femenino” o “la picante Belén”, es delantera en el Club Atlético Peñarol desde el año 2020 y una figura destacada en la Selección Uruguaya Femenina. Gracias a su olfato goleador, se consagró como la máxima anotadora del torneo sudamericano Conmebol sub 20 en Chile 2022, en donde convirtió 10 goles -seis de ellos en un mismo partido ante Bolivia- y llevó a Uruguay a alcanzar un histórico tercer puesto en la competición.
Gracias a sus destacadas actuaciones, recientemente fue elegida, junto al remero Felipe Kluver, para llevar el pabellón nacional en la inauguración de los Juegos Odesur 2022, celebrados en Asunción, Paraguay. Además, en el Torneo Rexona de Fútbol Femenino de esta temporada, Belén se posicionó en el segundo lugar de la tabla de goleadoras, con 14 goles y un promedio de un gol cada 71 minutos.
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De perfil bajo, más bien tímida; de andar sencillo. Al verla en la calle una no piensa que es una jugadora de fútbol. Sin embargo, el mundo de Belén gira en torno a la pelota: entrena, juega, mira partidos por televisión, pero no toma a nadie de referencia: busca ser su mejor versión. No piensa trabajar, piensa que se puede vivir del fútbol, aunque se encuentra realizando el curso de Formación Profesional Básica en Deporte que ofrece la UTU para tener otras oportunidades en el futuro. Sea como sea, su vínculo con el deporte es innegable.
En la cancha realiza una muy buena lectura del juego y sabe en qué momento dar el pase o regatear. Su agudo sentido de ubicación en el área es muy peligroso para el rival, ya que cual depredador, siempre intenta atacar y adueñarse del gol. Con una picardía típica del jugador uruguayo, es experta en el uno contra uno, aunque Belén confiesa que lo perfecciona en cada práctica. Hábil, desbordante, lleva la pelota como si la tuviera atada. Jamás se da por vencida e intenta dejar el 100 por ciento en cada partido, no le gusta perder en casi nada.
A causa de sus notables condiciones, los medios han comparado sus características con las de futbolistas masculinos como Luis Suarez o Diego Forlán, y también se la ha apodado de diversas formas: antes de ser “la picante”, el periodista Leo Sanguinetti, relator de AUF TV, la había bautizado como “la demonia”, algo que no caía muy simpático en la familia de Belén. “Le comenté la situación a su compañera y un par de partidos después me di cuenta de que lo cambió por la picante”, narra a Sala de Redacción.
La responsabilidad y el compromiso son valores innegociables para la delantera. A lo largo de su carrera, ha tenido que enfrentar algunas lesiones que la mantuvieron fuera de las canchas por un tiempo, pero Belén tenía muy en claro que la recuperación también es parte del proceso: “las veces que me tocó estar afuera no fue fácil, pero tampoco sé jugar a medio ritmo, el más mínimo error te hace volver a cero”, expresa. Tuvo ofertas para emigrar a países como Brasil o España, pero ella ya se había comprometido con Peñarol: “no puedo decir a algo que sí, y después no cumplir, no me siento cómoda faltando a mi palabra”.
A nivel local, la realidad es difícil para aquellas que sueñan con este deporte; el fútbol femenino no es profesional, lo que significa que no hay contratos, y por ende no hay sueldos, además de que carece de oportunidades tanto en infraestructura como en lo económico. Aún así, la delantera ha logrado trascender sobre algunas de las barreras que la propia industria impone; fue la primera jugadora cuyo traspaso generó un cargo económico en la Asociación Uruguaya de Fútbol. El Club Atlético Progreso pagó 2.000 dólares a Colón Fútbol Club por la transferencia de la jugadora. Si bien Belén cree que fue algo positivo para el entorno, sostiene que aún queda un largo camino por recorrer.
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Belén juega al fútbol desde que tiene memoria. Gran parte de sus recuerdos son con una pelota en el pie; cuando era chica jugaba en la canchita de su cuadra en el barrio Conciliación, con su hermano Pablo y sus amigos, ocho años mayores que ella. Fue así como inició todo. “Ya era natural”, expresa la jugadora, “mi hermano salía con los gurises y yo iba atrás, o si no ellos me llamaban”. Fue en esas tardes de juego que comenzó a forjarse, a explotar sus fortalezas y a aprender a lidiar con sus debilidades.
La pelota fue una constante en su vida. “Me levantaba todas las mañanas y me ponía a pelotear en el muro de casa hasta irme a estudiar”, cuenta. En la escuela Nº110 de Sayago, Belén esperaba ansiosamente el recreo para ir al patio del fondo, en donde solía haber una serie de árboles en fila que servían como arcos para los partidos improvisados; “salía un picadito contra cualquier clase, más chicos o más grandes, me encantaba jugar”, recuerda con cierta nostalgia.
“Nunca vi el fútbol como un pasatiempo”, dice muy convencida, y es que desde el baby fútbol se le notaba una chispa especial. Sus primeros pasos fueron en un cuadro de la zona que se llamaba Belo Horizonte, y luego siguió en Independiente Lezica. A pesar de que en los equipos infantiles había mayoría de varones y era poco común la presencia de niñas, Belén cuenta que jamás se sintió fuera del grupo y que “disfrutaba de los entrenamientos, los partidos, realmente era una más”. También tuvo un breve paso por el baby fútbol de Colón, pero lo dejó. Unos años más tarde debutó en primera división defendiendo esos colores.
En ese entonces, la madre de Belén no estaba muy de acuerdo con la pasión que su hija sentía; no debe ser fácil ser la madre de una niña que quiere practicar un deporte culturalmente asociado a los hombres. Fueron el padre y el hermano quienes incentivaron a que la delantera se adentrara en el mundo del fútbol. “Al principio mi madre no iba mucho a las canchas”, dice, “le costó pero lo entendió”, aunque de todos modos “les dejó la máxima responsabilidad a ellos de si algo me pasaba”, cuenta entre risas.
Las oportunidades fueron llegando, y con tan solo 13 años, Belén debutó en primera división. Fue en el año 2015, la goleadora apenas salía de baby fútbol y el equipo de Colón FC era dirigido por Fabiana Manzolillo. “Belén es una jugadora clase A”, afirma la entrenadora a Sala de Redacción. Manzolillo tiene como metodología respetar el proceso de cada jugadora y no acelerar los tiempos: “hay que dar tiempo al trabajo de base”, expresa. Pero con Aquino la historia fue diferente; Paulo Chaves, coordinador del fútbol de mujeres en Colón, insistió en que debía tener minutos en cancha, “tenía condiciones, entonces acepté”, relata la DT. La jugadora fue internacional por primera vez con la camiseta rojiverde, jugó por Copa Libertadores, y comenzó a soñar en grande.
A la hora de describir el juego de Belén, Manzolillo utiliza los términos “inteligente”, “veloz”, y “con una pegada fenomenal”; la entrenadora dice que el fútbol no es sólo correr detrás de una pelota, sino entender los movimientos y las asociaciones, y “ella lo hace de forma natural”, apunta. A su vez, asegura que el compromiso de la futbolista en la cancha es admirable: “lo da todo hasta el último minuto y más”. Para Manzolillo, es clave tener una jugadora de estas características en el plantel porque “al fin y al cabo se gana haciendo los goles”.
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En 2018 fue su primera convocatoria a la Selección Uruguaya, previo al Mundial sub 17 que se celebró en Uruguay. Si bien ya había estado otras veces en el radar del seleccionado, fue debido a su bajo peso que no pudo participar de los procesos. “Fue un golpe bastante duro, una frustración”, admite Belén, “pero sin ese golpe no hubiera crecido, me esforcé mucho y me preparé físicamente”. El entrenador de la Selección Uruguaya Femenina, Ariel Longo, dijo a ESPN que el trabajo con Belén “fue de progresión y no de apresuramiento”. Longo contó que “el fortalecimiento muscular y la alimentación complementaria” permitieron que la jugadora tuviera “un muy buen nivel” en la Copa del Mundo. A la vista está, fue la segunda mujer en hacer un gol con la camiseta celeste.
Luego, en 2019, fue que tuvo lugar su renombrado pase a Progreso, que “en su momento tuvo repercusión, pero son casos aislados que se ven en nuestro fútbol”, lamenta Belén. “Es difícil pensar en un fútbol profesional cuando muchos de los equipos no tienen ni siquiera para pagar los viáticos”, afirma. Y es que uno de los mayores problemas que acarrea el fútbol femenino es la escasa entrada de ingresos, lo que hace que la industria se mantenga a pulmón. “No existe un mercado de pases, las ventas no son formalizadas, sino que son conexiones internas entre jugadoras, entonces el club que forma no recibe nada cuando la jugadora se va”, asegura Fabiana Manzolillo.
“Desde el Mundial hemos avanzado mucho, de a poco se rompe con el tabú y cada vez son más las mujeres que juegan”, expresa Belén, pero reconoce que muchas veces las condiciones no están dadas; la mayoría de los equipos no entrenan de lunes a viernes, ni tienen una infraestructura adecuada -canchas, gimnasios- para prepararse, “ponerse a punto físicamente es trabajo de todo el año, no sólo en la pretemporada”. En el caso del Club Nacional de Football, los contratos que otorgó a sus jugadoras son semiprofesionales, ya que son reconocidos por el Banco de Previsión Social (BPS), pero no por la AUF. “Las cosas van avanzando, a veces a paso tortuga y a veces un poco más rápido, pero avanzando en fin”, asegura.