Los movimientos estudiantiles y de funcionarios de la educación pública estuvieron involucrados en la lucha contra la dictadura cívico-militar que vivió Uruguay entre 1973 y 1985. Agrupaciones como la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU), la Asociación Social y Cultural de Estudiantes de la Enseñanza Pública (ASCEEP), la Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria (Fenapes) y diversos gremios estudiantiles de secundaria fueron agentes de protesta contra la dictadura y jugaron un rol fundamental para la transición a la democracia. Lo hicieron desde la clandestinidad, debido a las persecuciones y violaciones a los derechos humanos ocurridos en la época. Muchos de los 197 desaparecidos militaban en agrupaciones estudiantiles.
Cuando se reestableció la democracia, muchos de estos sindicatos y gremios comenzaron a trabajar para concientizar sobre lo que había ocurrido en la dictadura y para conocer la verdad sobre el destino de los detenidos desaparecidos. Este año, previo a la Marcha del Silencio, varios de estos gremios difundieron en redes sociales las diversas actividades que organizaron para conmemorar el 20 de mayo en las que propusieron reflexionaban sobre el período de la dictadura cívico-militar; entre ellos estuvieron los gremios del Liceo N°35 Instituto Alfredo Vásquez Acevedo (IAVA) y del Liceo N°3 Dámaso Antonio Larrañaga.
Generar conciencia
El Gremio Estudiantil del Dámaso (GED) hizo una pintada de margaritas en la fachada del liceo y una charla sobre dictadura en la plaza Joaquín Secco Illa, ubicada detrás de la institución. En ella hablaron Silvia Bellizzi, hermana de Andrés Bellizzi, detenido desaparecido y ex estudiante del Dámaso, y Néstor Arbondo, ex preso político .
Arbondo fue invitado a la charla por su vecina, integrante del gremio. La propuesta lo tomó por sorpresa, y expresó que es bueno que se generen estos espacios. Agregó que le gustó que hubiera un montón de jóvenes estudiantes interesados en comprender lo que se vivió, porque “cada joven después transmite a otros y se va formando una cadena”, expresó Arbondo en diálogo con Sala de Redacción.
Durante su discurso, Arbondo contó que los arrestos tenían su proceso: “te detenían por cualquier causa y te llevaban a un lugar que no sabías dónde era, te enchufaban una capucha en la cabeza o te vendaban los ojos, te ataban las manos con lo que fuera y recibías golpizas”. Para él, lo más importante de la vivencia en la prisión fue la solidaridad entre compañeros: “se conformó una gran familia de amigos y hermanos”, tal que “cuando nos encontramos nos decimos ‘hermano’ porque realmente pasamos y sobrevivimos juntos a experiencias muy jodidas”, afirmó. Por último, evaluó que si bien “venimos de la historia de las represiones”, se ha desarrollado conciencia en la sociedad sobre los derechos humanos.
“Está bueno que se haga memoria de todo lo que pasó y que los victimarios empiecen a abrir la boca”, manifestó Bellizzi. En este sentido, opinó que “vivimos en una cultura de impunidad que los protege sin decir dónde están y qué hicieron con 197 ciudadanos”. Narró los comienzos de la Marcha del Silencio y comentó que “es una de las marchas más participativas y que más abraza”, no solo en reclamo por los crímenes de lesa humanidad, sino también por otros daños que son menos conocidos, “como en lo económico, el quedarse con propiedades de muchos de los desaparecidos”, contó. Por otra parte, involucró a los estudiantes en la lucha: “el simbolismo de la margarita significa el pétalo que le está faltando a cada uno de nosotros, pero también a ustedes”, les dijo.
Estudiantes que accionan
Emilia Lezama y Belén Araujo, referentes del GED, hicieron alusión, en diálogo con Sala de Redacción, a la importancia de reivindicar esta lucha desde sus lugares como estudiantes. Afirmaron que “es importante que los gremios puedan mantener viva la memoria y llegar a los jóvenes”, así como, “seguir luchando para que se haga justicia y se conozca la verdad”. Con el taller buscaron que los demás estudiantes se interesaran, sintieran curiosidad sobre lo que sucedió en la dictadura y tuvieran acceso a información sobre el tema. “Creíamos que podría ser una buena forma de aprendizaje y de concientización, y creemos que lo logramos, vimos el interés en gran parte del estudiantado”, expresaron. De todas formas, consideran importante que el Estado se encargue de hacer llegar la información, “no puede ser que casi ningún profesor enseñe la dictadura, tendría que darse para generar conciencia”, reclamó Lezama.
Para que la gente que pasara por allí supiera de qué trataba la convocatoria, ambientaron la charla con una pancarta en la que se leía “¿Dónde están?”. “La pancarta la colgamos el miércoles de tarde frente al liceo y el jueves de mañana nos la sacaron”, relataron. Si bien se logró recuperarla, las referentes del gremio manifestaron que no se sienten apoyados desde la dirección, e indicaron que en ocasiones “se han mandado a bajar pancartas y tapar pintadas”. No obstante, rescataron que cuentan con el respaldo de los docentes del Dámaso: “agradecemos mucho que los profesores apoyan nuestras actividades”, valoraron.
El gremio de estudiantes del IAVA convocó a un paro estudiantil desde las 18.00 del viernes que implicó la concentración de los alumnos en las escaleras de la entrada al liceo. La vocera del gremio, Lucía Archetti, conversó con Sala de Redacción y destacó como valiosa la concreción de actividades que posibilitaran un espacio de reflexión, como el cine-debate que se había desarrollado en el liceo la semana previa al 20 de mayo, en el que se proyectó la película La noche de los lápices, que “sirvió para ir enganchando al estudiantado y generando conciencia en los más jóvenes”, comentó. Además, el gremio pegó imágenes de los desaparecidos en los bancos de las clases, algo que “provocó gran conmoción en los estudiantes cuando lo vieron”, contó Archetti y agregó que, el mayor aporte que puede brindar un gremio estudiantil es “humanizar tanto a los detenidos desaparecidos como a las víctimas de violencia en la dictadura”. “Se pretende ir más allá”, hablar con sus familias, ver qué es lo que hacían y “no quedarse solamente con la misma foto y el mismo nombre que vemos todos los 20 de mayo”, expresó. En relación a esto, afirmó que “es fundamental estar todo el tiempo militando sobre la memoria para no dejar que nada de esto vuelva a pasar”.
Lucía Da Silva y Paula Gómez