En la última década hubo un flujo migratorio que “es posible que revierta la tendencia de casi todo un siglo de baja inmigración, con un porcentaje de extranjeros en el país de 2,6% según el censo del año 2011”, afirmó en diálogo con Sala de Redacción Felipe Arocena, sociólogo y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República. “Es posible”, remarcó, para expresar que no se tendrá la certeza hasta que no se haga el próximo censo, previsto para 2023.

Se pueden ver inmigrantes en los parques, en los restaurantes, en las calles de Montevideo y de algunas ciudades del interior del país. Ellos “tienen para ofrecerle a Uruguay y a cualquier país a donde vayan, su diversidad cultural, la variedad de pautas musicales, culinarias, de vestimenta, de relaciones sociales”, dijo Arocena, quien agregó que los inmigrantes contribuyen a la diversidad del país al que arriban.

Por qué Uruguay

Para Ivette Fuentes, cubana de 26 años, que vive en Uruguay desde 2018, venir al país “significaba libertad, y tener la posibilidad de forjar un futuro mejor”. Llegar no fue fácil, implicó hacer un largo viaje que la llevó a atravesar varias fronteras, pero aquí vive hoy con su novia, sus tres gatos y tres empleos. 

Alejandra González llegó de Colombia con su hija y con su pareja de aquel momento, que era uruguayo. En 2015 vino a pasar un mes de “vacaciones” para conocer, y en diciembre de 2016 estaba instalándose a vivir aquí. “Vi que era un país propicio para criar y educar a los niños, un lugar bastante tranquilo en comparación con los otros países de Latinoamérica”, comentó González sobre Uruguay.

El 12 de febrero de 2014 explotaron las protestas en Venezuela y mataron a muchos estudiantes. “En ese momento dejé de estudiar”, dijo Gisela Rojas, venezolana, de 26 años. En 2015, cuando decidió emigrar, estaba cursando la Licenciatura en Idiomas Modernos. No podía quedarse mucho más allá: “tenía miedo, estaba todo desabastecido y mi familia había emigrado a Europa”. Era consciente de las herramientas que tenía para poder elegir su destino. Tenía que ser un país del Mercosur “para estar legal y que todo fuera rápido; Uruguay tiene un costo de vida caro, lo sabía, pero en cuestiones de leyes está avanzado respecto a la región, el matrimonio igualitario, la despenalización del aborto, eso fue lo que más influyó a la hora de elegir”, contó. Además su “ilusión” era “poder caminar tranquila sin que me roben o me maten”.

Tranquilidad

La característica de país tranquilo es la “razón por la que muchas personas deciden emigrar aquí”, dijo Arocena.

Tanto González como Rojas afirman que Uruguay es muy tranquilo. “La principal razón por la que me fui de mi país era el miedo. Yo trabajaba a ocho cuadras de mi casa y me tenía que ir en taxi todos los días; la inseguridad era muy fuerte”, contó Rojas. Uruguay tiene para ofrecerle a los inmigrantes tranquilidad, “pero el uruguayo no lo ve así, uno porque tiene dónde comparar”, aseguró González.

Muchos inmigrantes buscan alcanzar un mejor nivel económico y poder mandar remesas a sus familiares en el extranjero. Inserción laboral mediante, Uruguay se les presenta como una oportunidad para mejorar su nivel de vida. Además, lo ven como “un país con estabilidad social sin grandes rasgos de violencia”, explicó el sociólogo. Comparan la realidad local con la de sus lugares de origen: “‘Es un país donde no pasa nada’, dicen los y las uruguayas, yo vengo de un lugar donde pasa de todo y no está bueno”, evaluó Rojas. Para las tres entrevistadas sus expectativas se cumplieron, pero no dejan pasar por alto que “es un lugar caro para vivir respecto a los ingresos que uno tiene”, comentó González.

Vivienda

Una semana antes de tomarse el vuelo a Uruguay, Rojas recibió una llamada de un ex compañero de trabajo, que ya vivía aquí hacía tiempo, en la que le avisó que la habitación que había disponible en la pensión en la que se alojaba ya no lo estaba, y que tampoco había podido pedir el día libre para ir a buscarla al aeropuerto. “Casi entro en pánico”, comentó Rojas. “Le conté a mi mamá y a su esposo, mi padrastro, que desde España rápidamente se puso en contacto vía Facebook con Sandra Rodríguez, fundadora de Clasificados Veneguayos y Manos Veneguayas”,  dijo Rojas. El primero de los grupos a los que Rojas hizo referencia se encarga de difundir empleos y el segundo es una organización de venezolanos que reúnen ayudas para sus compatriotas en Uruguay, de las más variadas, desde recibir y repartir abrigos hasta hacer talleres de cómo homologar los títulos universitarios de diferentes carreras.

La fundadora de estos grupos fue a buscarla al aeropuerto y le consiguió una vivienda, en una pensión de una venezolana de padres uruguayos. “Llegué y había venezolanos, belgas, holandeses y un chino”, relató Rojas. Pasaron cinco años y ahora comparte apartamento en Pocitos con su actual pareja, que es uruguaya. Antes de eso, pasó por “una pensión de cuarto compartido entre cuatro personas” y compartió una casa con amigos, recordó. 

El Departamento de Migrantes del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) apunta a la inclusión, integración e igualdad social, vinculada al ejercicio de los derechos de las personas migrantes que llegan a Uruguay para residir. Entre otras acciones, asesora al inmigrante en temas de vivienda. Según el informe del Reporte de Gestión del Mides, de enero a noviembre de 2020 se solicitaron 3.390 gestiones, que hicieron a 3.173 personas que solicitaron algún tipo de asesoramiento; de ese total 6,5% fueron sobre vivienda. Encabezan la lista personas provenientes de Cuba, Venezuela y Argentina.

A González le sorprendió y le sigue sorprendiendo lo caro que es Uruguay: “está hecho para vivir y para compartir los gastos con más de dos personas, para vivir de manera digna hay que compartir”, dijo. El año pasado al principio de la pandemia solicitó el seguro de paro ante el Banco de Previsión Social, que se lo otorgó sin problemas, relató, pero luego se vio obligada a buscar una vivienda porque la situación era “insostenible, entre falta de trabajo y vivienda costosa”, contó. No fue una experiencia sencilla, “la información no era clara, me mandaron a miles de lugares, y en el ministerio me ofrecieron vivir en un refugio”, dijo González. La solución no se ajustaba: “en realidad necesitaba un espacio para desarrollar mi trabajo y poder manejarme con mi hija, con las actividades que hacía día a día, entonces un refugio no era lo más adecuado”, explicó. 

Educación

Las tres entrevistadas tienen estudios universitarios. González se recibió de profesora de Música pero está “sin poder trabajar aquí”, contó. Decidió sacar provecho de su estadía en Uruguay y optó estudiar cosas que le interesaban aunque no tuvieran conexión con sus estudios porque cuando quiso hacerlo “pedían que volviera a cursar bachillerato, y no tengo tiempo para hacerlo”, comentó.

Para niños y niñas, Uruguay es un país de “oportunidades”, dijo González que ha descubierto con los años “un montón de propuestas educativas y culturales, gratuitas”. Además, considera que los uruguayos “están poco dispuestos a indagar en esas posibilidades para los niños, la gente no se entera”.

Rojas quiso continuar sus estudios universitarios en la Udelar y después de tres años en el país -que es lo que necesita una persona extranjera para anotarse a estudios terciarios- comenzó a cursar la Tecnicatura Universitaria en Corrección de Estilo. Por cuestiones horarias y por la virtualidad en la pandemia optó por dejar Udelar y ahora está haciendo la certificación TEFL en el Instituto Anglo.  

Fuentes estudiaba ingeniería en Cuba, dejó la carrera antes de emigrar, porque ya no le interesaba ser universitaria. En Uruguay ha tomado varios cursos de barista, coctelería y bartender, que es de lo que trabaja y a lo que se quiere dedicar. 

Trabajo

“Conseguir trabajo fue relativamente fácil. Tuve que patear la calle no más. Pero era otra cosa, estaba el Taba (Tabaré Vázquez) en el gobierno y no había pandemia”, expresó Rojas que llegó un domingo y “al tercer día ya tenía trabajo”. Fuentes, tuvo la misma suerte y “siempre tuve más de uno”, acotó.  

En Colombia, González tenía estudios y trabajo, cuando se vino a Uruguay le llevó tiempo conseguir un empleo “sobre todo cuando ya vienes con un título, uno piensa que puede incorporarse fácilmente y no es así, a veces te toca hacer cosas de las cuales nunca has hecho para poder solventar y sobrevivir, toca adaptarse”, afirmó. 

Fuentes y Rojas trabajan en gastronomía “un rubro con muchas oportunidades”, explicó Rojas. “Me pusieron en caja y todo”, comenta sobre su primera experiencia laboral en Montevideo, en la que fue bartender en un hotel de Ciudad Vieja. 

Arocena explicó que Uruguay es un país que ofrece una inserción económica rápida y sencilla, con facilidades para integrarse sin grandes trabas burocráticas y formales. En el caso de los trámites burocráticos las tres entrevistadas coinciden en que “el seguro de paro del BPS fue inmediato, y que no vieron ningún tipo de inconveniente”, comentó Fuentes, y Rojas agregó que “los trámites aquí son menos tediosos que en Venezuela”. “Los empleados tienen ganas de ayudar”, completó González.

En cuanto los asesoramientos que el Mides brindó de enero a noviembre de 2020, las los de trabajo se ubicaron en el quinto lugar, con 88 solicitudes; el primer lugar lo ocuparon los pedidos sobre alimentación y el segundo la solicitud de asesoramiento sobre trámites de residencia. 

Los inmigrantes de cualquier parte del mundo tienen “una enorme voluntad de trabajo” dijo el sociólogo. Puntualizó que es un salto y una fuerza de voluntad muy grande que tienen que tener a la hora de irse de su país de origen: “eso hace que sean personas fuertes, con dedicación y ganas de salir adelante”, explicó. Varias veces se escucha decir que los extranjeros vienen a robar los puestos de trabajo, pero “los extranjeros trabajan en lugares donde uruguayos tienen poca voluntad de integrarse”, continuó Arocena. Uruguay “no tiene inconveniente, porque el flujo migratorio es bajo. Si fuera mayor el impacto sería otro”, y la sociedad tendría que adaptarse de manera más abrupta, dijo el sociólogo. 

Existe la posibilidad de que algunos empleadores “se aprovechen” de la situación del inmigrante, porque está en una situación mucho más expuesta y vulnerable. Hay otros que no, que protegen los derechos de los inmigrantes como los de personas del propio país , dijo Arocena.

Fuentes ha experimentado la “discriminación por no ser del mismo estatus social”, contó. La sociedad uruguaya demuestra actitudes “discriminatorias para con las personas extranjeras con rasgos andinos y afrodescendientes”, dijo Arocena. Aclaró que eso no ocurre porque sean latinoamericanos, porque si hubiera un gran flujo migratorio europeo, “la sociedad uruguaya también discriminaría a esas personas”, porque lo que sucede en las sociedades es “el rechazo a las inmigraciones numerosas”, explicó.

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