En la era digital los libros impresos permanecen, pero conviven con los portátiles. Ya en los años ochenta del siglo pasado habían aparecido los e-readers, dispositivos que permiten la lectura electrónica y que se convirtieron en una opción para acceder a contenidos ilimitados de varios géneros a través de multiplataformas. El hábito de la lectura en cualquiera de sus formatos se incrementó en medio de la pandemia y el cierre de algunas librerías incentivó a la búsqueda de alternativas para adquirir libros. Debido a la retracción de la circulación, las librerías se vieron obligadas a crear otras estrategias para impulsar el negocio y resistir frente a las versiones digitales. “El amante de la lectura tiene un aprecio especial por el formato papel a pesar de que busque otras opciones”, explicó a Sala de Redacción Soledad Viera, encargada de librería Puro Verso.

Alternativas seductoras

A pesar de que el formato impreso sigue siendo el favorito y que a nivel mundial las editoriales a menudo presentan nuevos materiales, en los últimos tiempos se despegó el mercado del libro electrónico, que ofrece una gran cantidad de títulos y géneros. Los precios de los e-books resultan ser más económicos que los de publicaciones tradicionales porque no tienen costos por impresión y distribución. Aproximadamente siete libros de este formato (según varíe el precio) equivalen a uno en papel. En la actualidad quienes recurren a esta experiencia, tienen la posibilidad de descargarlo y enviarlo de forma gratuita a través de una conversión de archivos hacia su tableta, celular o Kindle de Amazon, el libro electrónico más vendido y utilizado desde hace diez años. 

La producción de un texto puede captar a millones de lectores del mundo, pero si la editorial solo lo distribuye a nivel nacional, quienes residen en otros países se ven impedidos de leerlo. En Uruguay, la practicidad del e-book “quedó como algo secundario, se utiliza como opción a las cosas que no llegan lo suficientemente rápido o no están traducidas, porque muchas veces no se puede importar todo. El mercado uruguayo no es tan enorme como otros, pero para nosotros no significó ninguna desventaja o algo que fuera capaz de generar pérdidas”, dijo Viera.

Pese a que el avance tecnológico permitió que la vida de los lectores y escritores fuera más fácil, hay personas a las que les cuesta abandonar las hojas por una pantalla, por su edad o simplemente por temas de gustos. En diálogo con Sala de Redacción, la booktuber uruguaya Melanie Sanz dijo que ella siempre leyó libros en soporte físico porque no se acostumbra a otras modalidades. Expresó que la lectura en papel “tiene su magia” y que no se imagina haciéndolo en digital porque no lo disfruta tanto. A pesar de los intentos y de las recomendaciones de amigos y suscriptores, nunca logró terminar de leer un libro que careciera de hojas.

La rutina de un lector tradicional suele ser más sensorial: puede ver, leer, tocar, oler los libros y no tiene por qué estar pendiente de la duración de la batería del dispositivo; además, recorrer las librerías, admirar las portadas y hojear las páginas tiene un sabor especial. La experiencia del lector electrónico puede ser más automática, pero es capaz de amoldarse a varios espacios y a un menor costo económico. Ambos productos tienen sus ventajas y desventajas, pero los clientes siempre adquieren los que se adaptan más a sus preferencias y necesidades. En cualquier caso, el hábito de la lectura, “además de darte conocimiento, abrir la imaginación y creatividad, todo lo que aporta la literatura, requiere prestarle mucha atención”, comentó la booktuber.

Cada año en el país se celebran nuevas ediciones de la Feria del Libro y la Noche de las Librerías, lo que demuestra que el papel, la sociedad uruguaya, es fuerte e importante. A diferencia de otros países como España y Estados Unidos, las librerías en Uruguay no disponen de un espacio o sección destinado para la venta y descarga de libros electrónicos. Sin embargo, se puede acceder a la biblioteca de la página oficial de Amazon para comprarlos sin inconvenientes. El e-reader tiene la capacidad de transportar varios textos en uno y se convirtió en una gran opción para el cuidado ambiental, pero la demanda de publicaciones físicas está por encima de los dispositivos. 

El tránsito por atraso 

La covid-19 en Uruguay tomó por sorpresa a muchas librerías que no ofrecían la opción de ventas en línea, por lo que uno de sus mayores desafíos fue la rápida construcción de un sitio web para posicionarse en el mercado uruguayo. 

A diferencia de otras librerías que contaban con plataformas, Puro Verso apenas empezaba el proceso para construirla. Dos meses después de su cierre, regresó al mercado con su nueva página y logró “arrancar el tren de la venta on line”, comentó Viera. Su objetivo principal era empatar los números con respecto a lo que habían perdido mientras habían cerrado, “con el tiempo sí vimos un aumento”, agregó. 

En conversación con Sala de Redacción, Juan Rodríguez Laureano, dueño de Librerías Montevideo afirmó que la industria en papel es muy fuerte, por lo que no hay nada que indique que el libro se vaya a extinguir a pesar del crecimiento de las nuevas tecnologías. En el local, ubicado en Tristán Narvaja, “la venta se mantuvo como algo normal, sí cambiaron las modalidades: fue necesario rápidamente ampliar las redes sociales” para impulsar el mercado virtual. Aunque hacen envíos gratuitos a todo el país, “la mayoría de las ventas se hacen acá en la tienda”, mencionó Laureano.

Las librerías encontraron una nueva oportunidad en medio de la adversidad, digitalizaron su stock y se lanzaron al comercio digital. En el caso de Puro Verso, las ventas “no son iguales todos los días, pero definitivamente van por ese camino” dijo Viera. En conmemoración al Día Nacional del Libro, el 26 de mayo, ofreció un descuento de 15% en la web y 10% en el local, la referente expresó que la rebaja “es diferencial” para incentivar que se hagan compras en la web, “son tiempos que corresponden” agregó.

Comportamiento inesperado

Muchos lectores frecuentes tienen cierto respeto y aprecio por el soporte físico. Gabriela Falchi, vendedora de Lautréamont Librería señaló que la tienda tuvo sus caídas en las ventas al inicio de la pandemia, pero “después tuvimos un incremento bastante interesante”, expresó. Ella y sus compañeros piensan que esto se debió al cierre de los shoppings “porque se empezó a circular más en barrio”. Recibieron muchas visitas de quienes desconocían la existencia del local a pesar de vivir bastante cerca. “A partir de eso logramos llegar a un público nuevo, que seguramente eran compradores frecuentes de shopping y cadenas grandes”, contó. Cuando reabrieron los centros comerciales, no tuvieron que buscar soluciones porque sus nuevos clientes “por suerte se quedaron”, consideró. 

Existen muchas actividades de entretenimiento y recreación pero son pocas las personas que utilizan su tiempo libre para dedicárselo a una historia. Sin embargo, el mercado literario uruguayo prefiere más el formato físico. Las librerías confirmaron que a pesar de las restricciones y el fomento por el confinamiento, mientras algunas se mantuvieron cerradas, los grandes lectores buscaron la forma de comprar por internet o buscar algún local abierto para poder acceder al físico. 

La doble experiencia

Así como la lectura se puede disfrutar en diferentes formatos, Sanz opinó que “puede ser solitaria e independiente, pero también se puede dar de una forma colectiva, y eso es genial porque por ejemplo yo los proceso sola pero luego los comparto en el canal o hablo de ellos. Ese momento en el que compartís lo que te pasó con un libro, es impresionante”, dijo.

La Red Nacional de Clubes de Lectura Uruguay, es un proyecto coordinado por un colectivo que busca fomentar esta práctica. En medio de la pandemia esta sinergia permitió la programación de encuentros virtuales de clubes aliados para llegar a todos los gustos y edades, incluso a otros departamentos. En el Día Nacional del Libro, el grupo Re-creo Lecturas organizó un intercambio virtual en el que participó Joanna Peluffo, coordinadora de la red. Mencionó que estos grupos “son espacios de desarrollo, lugares donde somos más libres”, un refugio que rompe con el aislamiento por ser un gran componente social; son lugares que “se fortalecieron en tiempos de pandemia”, expresó Peluffo en el evento.

La exploración de diversos mundos a través de la lectura es precisamente lo que buscan los autores; palabras que cobren significado en la mente del lector o de los lectores y que los inviten a la reflexión. El hecho de ingresar a un grupo en el que se debaten y comparten temas de interés común, permite ser un escape de la realidad y reencontrarse en la literatura. Las personas pueden elegir la mejor modalidad para llevarlo a cabo, pero en ambos casos la lectura es un arma poderosa para el desarrollo y salud mental para todas las edades. “Leemos para creer que lo imposible es posible”, concluyó la impulsora de la red de clubes de lectura.

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