El rector de la Universidad de la República, Rodrigo Arim, mostró preocupación por las “herencias a corto, mediano y largo plazo” que dejará la pandemia y consideró que estamos frente a un futuro en el que la capacidad de debate ciudadano será fundamental para la construcción de políticas públicas innovadoras. En el seminario virtual “Avance de la pandemia, la pobreza y la muerte: datos, desafíos y perspectivas”, realizado el 29 de abril, Arim agregó que se pueden “consolidar” procesos de aumento de la desigualdad social y acentuar las brechas de la sociedad uruguaya.

También formaron parte del espacio académicos uruguayos de diversas áreas: Gabriel Porcile, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en Montevideo; Arturo Briva, de la cátedra de Medicina Intensiva de la Facultad de Medicina; Alejandra López, del Instituto de Psicología de la Salud de la Facultad de Psicología; y Mauricio De Rosa, del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración.

Porcile planteó que es necesario adoptar políticas de recuperación y reactivación, pero transformando los patrones del crecimiento y distribución que se aplicaron en el pasado en un sentido que la CEPAL ha denominado “recuperación transformadora” y que las Naciones Unidas llamaron “build back better”: reconstruir mejor sobre nuevas bases. “Pienso que el camino de la recuperación va a depender de la economía política y de las decisiones de los países, de las sociedades”, finalizó.

En relación a la salud, Briva mostró preocupación por la falta de recursos humanos, ya que “son los mismos del inicio de la pandemia” y existe un aumento en la mortalidad probablemente vinculado “al famoso estrés del sistema”. Explicó que se cuenta con un capital humano preparado para atender 650 pacientes graves, pero si esta cifra se eleva a 800, el personal de salud no podrá trabajar con “algo que va más allá de sus capacidades”, pese a que haga su mayor esfuerzo. Aseguró que la medicina intensiva sigue siendo una especialidad “profundamente humana” y que si hay que elegir, habría que optar siempre por “tener el equipo mejor formado”.

Por último, López consideró que el discurso de la “libertad responsable” implica una interpretación individual y un juicio moral particular, sin contemplar los comportamientos en sus contextos y condiciones de posibilidad. La doctora en Ciencias Sociales afirmó que es necesario comprender que las personas actuamos en función de una serie de condiciones estructurales, de oportunidades, de recursos cognitivos, emocionales y económicos y en el marco de distintos incentivos.

Desigualdad

Porcile planteó que “la pandemia” es una crisis de enormes proporciones que golpea una economía internacional y latinoamericana que ya mostraba problemas estructurales muy serios: lento crecimiento, elevada desigualdad y destrucción del medioambiente.

En este sentido, el economista Mauricio De Rosa dijo que hay que tener “un ojo siempre puesto” en la pobreza, la desigualdad y el crecimiento económico, ya que son dinámicas que brindan pistas para saber cómo son las condiciones materiales de vida de la población. Además, subrayó que la desigualdad “es una pata que ha quedado un poco descuidada en el debate público”. “Estamos en el peor de los mundos”, afirmó De Rosa, y agregó que si bien se requiere de más análisis, el estudio denominado “Estimación del efecto de corto plazo de la covid-19 en la pobreza en Uruguay” -que realizó junto a Matías Brum y fue publicado el 2 de abril de 2020-, ya daba cuenta de que las políticas públicas implementadas neutralizaban menos del 20% del incremento de la pobreza. Se requieren “políticas públicas mucho más agresivas para hacer que el incremento del PBI se traduzca en una mejora en términos de pobreza”, aseguró.

Desde la psicología

Alejandra López compartió los resultados de un estudio -desarrollado a través del Observatorio Socioeconómico y Comportamental, a impulso del Grupo Asesor Científico Honorario en diciembre del 2020- para generar evidencias sobre la dinámica comportamental de la población uruguaya y los impactos socioeconómicos y en salud mental debido a la covid-19. A través de una encuesta a 400 personas que son representativas de la población uruguaya mayor de 18 años, estudiaron tres dimensiones: percepción de riesgo, percepción de efectividad de las medidas no farmacológicas y acuerdo con las medidas no farmacológicas, cruzando variables tales como nivel socioeconómico, sexo, edad, residencia y partido político votado durante las elecciones de octubre de 2019. De estas mediciones se desprende que entre el 8 y 12 de febrero de 2021, en un contexto epidemiológico de 400-600 casos diarios, y entre el 22 de marzo y el 2 de abril, en un contexto de 2.800 casos diarios, se incrementó de 4,5 a 4,9 el índice de percepción de riesgo frente a la covid-19.

El nivel socioeconómico no hizo variar el índice, pero a grandes rasgos aumentó la preocupación de la población: la mayoría de los uruguayos están de acuerdo en que el coronavirus afectará a mucha gente y aumentó la percepción de la severidad de la enfermedad. Donde sí hubo diferencias fue en la percepción de la eficacia de las medidas no farmacológicas entre febrero y marzo. El acuerdo con las medidas se incrementó, salvo ante la apertura de las fronteras y el inicio de las clases presenciales. 

La salida

De Rosa afirmó que esta crisis no es responsabilidad de ningún uruguayo en particular y que la forma en que salgamos de ella “va a decir mucho de quiénes somos como sociedad”. Si la desigualdad aumenta, “es porque asumimos que está bien que los que ya estaban mal paguen un poco más por esta crisis que los que estaban bien”. Además subrayó que le parece que es importante “apostar a una salida que sea verdaderamente justa y potente”, concluyó.

En cuanto a la salud, Briva dijo que los pacientes que obtienen el alta “van a ser una carga para el sistema de salud”, ya que van necesitar atención debido a las secuelas. Además, aseguró que la vacuna en el personal de salud está funcionando; se están reduciendo “dramáticamente” los ingresos a CTI, pero hasta que no empiecen a hacer efecto en la población, “necesariamente el aumento de la mortalidad nos va a seguir pegando”. Para Briva, la solución a la enfermedad no está en los CTI, sino en la prevención, “y ahí tenemos que humanizarnos y ser sensibles a esas muertes que vemos todos los días en la televisión”.

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