La Peste, cortometraje uruguayo del director Guillermo Carbonell, fue uno de los filmes exhibidos en la XV edición del Día del Cine Nacional, que se celebró del 13 al 20 de noviembre en diferentes puntos del país. El festejo incluyó 87 exhibiciones en sala y al aire libre, diez proyecciones en televisión, 25 presentaciones por streaming, 17 encuentros y cuatro mesas temáticas. Lo especial de La Peste es que forma parte del cine accesible, ya que cuenta con audiodescripción, con subtítulos y con la interpretación de lengua de señas uruguaya. Esa accesibilidad fue producto del trabajo de estudiantes de la Facultad de Información y Comunicación (FIC) y de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) de la Universidad de la República (Udelar) en el marco del proyecto y Espacio de Formación Integral (EFI) “CortÁ: cortometrajes accesibles”.
Sala de Redacción habló con Marcela Tancredi, docente de la FHCE del área de Estudios Sordos y una de las coordinadoras del proyecto, junto con Leticia Lorier, docente de la FIC. El cine accesible, dijo Tancredi, incorpora tres herramientas de accesibilidad: la audiodescripción, el subtitulado descriptivo y la interpretación de lengua de señas. Explicó que “el concepto de accesibilidad surge en el marco de colectivos que no pueden acceder al cine, concretamente en personas ciegas y sordas”, pero aclaró que considera a la accesibilidad como algo más amplio: “uno puede ver un audiovisual sin sonido, por lo tanto, no es algo que apunte solo a personas sordas sino a un colectivo mucho más amplio que por algún motivo no puede acceder al sonido o a la imagen en un momento puntual”, planteó.
En relación al cine, Tancredi destacó que el EFI trabajó sobre cortos uruguayos en los que el estudiantado aprendió y aplicó las tres herramientas mencionadas, al tiempo que experimentó con formas nuevas. “La idea es incorporar no solo la accesibilidad sino la accesibilidad en forma efectiva. Mejorar la experiencia de ver el cine para una persona que tiene que obligatoriamente ver un subtítulo y que sea realmente integral, que ese subtitulado favorezca realmente a la experiencia” , destacó Tancredi.
Dijo que la inclusión de la lengua de señas tiene ciertos desafíos, porque al ser visogestual, es una imagen que se superpone a otra. Comentó que lo tradicional es un recuadro abajo a la derecha “casi cayéndose de la película” y criticó que de esa forma “el espectador no tiene muchas posibilidades de ver la lengua de señas y a la vez la película”. Lo innovador es que en La Peste es que se incorporaron “cuadros con la lengua de señas más cerca de los personajes, incluso caracterizados para identificar a qué personaje se está traduciendo la voz a la lengua de señas”, agregó.
Sobre la experiencia de la exhibición del cortometraje en Sala Zitarrosa, Tancredi expresó que “fue realmente emocionante” y que “para los y las estudiantes fue muy importante ver plasmado en la pantalla lo que se venía trabajando hace tantos meses y con un montón de esfuerzo”. También valoró la devolución positiva del director y de algunos participantes que asistieron a la exhibición.
La docente remarcó la importancia de incrementar la accesibilidad para terminar con la exclusión de grupos importantes de personas en relación al arte del cine. “Hay estudiantes de la FIC que sueñan con que el proceso de la accesibilidad no sea después de que se terminó de hacer una película sino que realmente el realizador audiovisual piense en la accesibilidad desde el comienzo, y yo creo que sería todo mucho más sencillo”, concluyó.
La palabra del maestro
Consultado por Sala de Redacción, Mario Handler, cineasta, autor y artista uruguayo y ex docente de la FIC brindó su visión sobre el cine nacional, en particular el documental en relación al pasado, presente, y futuro de este arte.
Pablo Da Silveira, titular del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) había dicho en la presentación del Día del Cine Nacional que el cine es una de las actividades fuertemente promovidas por el MEC, y señaló el dinamismo que implica, por ejemplo, el uso de escenarios naturales para locaciones y del personal altamente calificado que solicita la industria audiovisual extranjera.
Sobre el término “industria del cine”, Handler afirmó que a él, como hijo de un ingeniero industrial y conocedor de lo industrial, no le parece que convenga llamarle industria, y apuntó que “las nomenclaturas son de conveniencia o no”. “Yo simplemente creo que hay una cosa que se llama cine y que tiene muchas ramificaciones, por ejemplo el cine documental está pegado al periodismo y a la televisión; la ficción puede abarcar cualquier tema que haya sido incluido en la literatura o en el teatro, o no”, explicó y siguió: “no me interesa esa tontería de pedir que sea una industria, y si alguien lo hace debería decir que es un arte, es política, es influir o expresarse, es pariente del periodismo, la sociología, el vagabundeo, la poesía, el teatro; eso es lo fundamental”.
Agregó que a partir del concepto industrial aparece el de “puestos de trabajo” que, según él, es totalmente engañoso. “Quien sabe de industria y/o de economía sabe lo que es crear puestos de trabajo en serio”, afirmó. “Lo más importante es que exista una película que influya en el mundo social, que analice la sociedad, que acepte la pequeñez del país y que perdure”, opinó. También señaló: “me parece ignoto lo de hacer filmes con muchos puestos de trabajo”, ya que “eso no funciona en ninguna parte del mundo, el cine no da trabajo de forma permanente, a menos que seas una superestrella”.
Para el cineasta “hay que elegir algo que nos haga pensar, que sea útil y contribuya al pensamiento, algo que cuando el espectador se siente a mirar una película piense, al igual que lo hacen los literatos”, reflexionó, y añadió que “a la literatura no se le pide que genere puestos de trabajo”.
El documental: de dónde venimos y hacia dónde vamos
Acerca del rol del cine documental, Handler afirmó que prefiere hablar del discurso del cine antes que del lenguaje. Para él, el cine documental tiene una peculiaridad que no tiene la ficción, es muy variado. Por eso cada documentalista es distinto a otro. “Yo he filmado movimientos de obreros, he filmado bichicomes, entonces yo no voy a cambiar totalmente el mundo, porque el mundo siempre fue así. El mundo siempre fue un montón de aburrimiento, mediocridades, populachería”, sentenció. Por lo tanto, aseguró que el discurso cinematográfico varía y que va a variar más. “Soy partidario de que hagamos, por ejemplo, miniseries documentales o series documentales cortas”, relató. “No debemos enamorarnos de los 90 minutos”, advirtió.
“Mi película más famosa y que ha tenido millones de espectadores es Me gustan los estudiantes, y dura seis minutos”, explicó y contó que después de hacer su película Aparte, que dura 91 minutos, fue disminuyendo paulatinamente la duración.
Por otro lado, enfatizó las dificultades económicas que encuentran los cineastas uruguayos al momento de realizar una película. “Hay un problema de costo y eso es un problema fundamental, entonces si alguien quiere hacer algo uruguayo no hay más remedio que trabajar con un presupuesto bajo y conseguir algo de dinero del extranjero”, puntualizó.
“En definitiva, hacer algo que le interese a alguien porque, en definitiva, ese es el gran valor de este arte”, concluyó.