La senadora del Frente Amplio (FA) Amanda Della Ventura (Vertiente Artiguista) presentó un proyecto de ley que propone la imprescriptibilidad de los delitos sexuales contra niños, niñas y adolescentes, que contó con el apoyo de toda la bancada de su partido. El proyecto de ley, que surgió en el marco de la discusión parlamentaria de la Ley de Urgente Consideración (LUC), propone modificar un artículo del Código Penal por el que los delitos, a excepción de los de lesa humanidad, prescriben pasado un determinado tiempo. 

En su artículo 117 el código refiere a la extinción de los delitos y de las penas y los hechos que se castigan con cárcel prescriben según la pena. Por ejemplo, si la condena máxima fijada por la ley es de entre 10 y 20 años, el delito prescribe a los 15 años. En base a lo que se plantea en el proyecto presentado, los delitos sexuales a niños, niñas y adolescentes pasarían a ser declarados imprescriptibles.

Antecedentes del proyecto

En diálogo con Sala de Redacción, Clyde Lacasa, educadora sexual y co coordinadora de la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual (RUCVDS), habló sobre el trasfondo de este proyecto de ley, que plasma una idea que está en discusión desde hace tiempo. Inicialmente, un texto similar al del proyecto se presentó junto con la Ley de Violencia hacia las Mujeres Basada en Género. Por alguna razón que Lacasa desconoce, el artículo dedicado a la imprescriptibilidad de los delitos sexuales a menores de edad se “traspapeló” y finalmente la norma se aprobó sin él. “Fue frustrante para todos los que trabajamos en este tema, pero teníamos la ley, que significaba un gran avance, una Ley Integral de Violencia Basada en Género que faltaba sólo en Uruguay”, indicó.

La RUCVDS se presentó en la Comisión Especial del Senado que trató la LUC con la intención de volver a debatir sobre el tema de la imprescriptibilidad de los delitos de abuso sexual en la infancia y adolescencia. Della Ventura, que integró esa comisión, dijo a Sala de Redacción que en la bancada “se entendió que era mejor presentar el proyecto separado de la LUC”. Lacasa comentó que la RUCVDS tuvo una reunión con un asesor de la senadora, quien realizó aportes muy puntuales para que luego Della Ventura lo presente en la bancada del FA.

Según datos del Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (SIPIAV), en 2019 en Uruguay fueron atendidas 4.774 situaciones de violencia contra niños, niñas y adolescentes, de las que 24% fueron por abuso sexual.

Según informó Subrayado en noviembre del año pasado, más de 80% de los casos de abuso son cometidos por personas del entorno cercano de la víctima. En Uruguay, en 2019 las mutualistas reportaron al menos un ingreso por día de menores con indicios de abuso sexual. Según el informe del SIPIAV de ese año, tres cuartos de las víctimas fueron mujeres y en 28% de los casos se trató de niños con menos de cinco años. Además, 83% de los agresores fueron varones y casi la mitad de ellos fueron los padres de las víctimas o las parejas de sus madres. 

Poner en palabras

El psicólogo Ernesto Santana dijo a Sala de Redacción que hay varias causas que provocan que un niño, niña o adolescente que haya atravesado o esté viviendo una situación de violencia sexual decida no contarlo: “Sobre todo en el caso de los niños más pequeños, una de las primeras causas es ni siquiera tener conciencia de qué es lo que está sucediendo o de que lo que pasa está mal y que, de algún modo, los está dañando”. Incluso pueden sentir vergüenza o culpa por las sensaciones que en ese momento sintieron o por aquellas emociones que vivirán cuando llegue el momento de revelarlo. En suma, otra de las causas puede ser el miedo por las repercusiones a nivel familiar que los niños pueden enfrentar. En ese sentido, otra dificultad a la hora de poner en palabras una situación de abuso es encontrar a alguien de confianza a quien contarlo sin sentir temor a cómo pueda reaccionar, explicó el psicólogo. 

Las lealtades familiares también juegan un papel importante. “Muchas veces las víctimas pueden contar lo sucedido recién cuando alguien de la familia muere”, detalló Santana. Al respecto, agregó que quien sufrió un abuso puede entender que si cuenta lo ocurrido puede afectar a otras personas, por ejemplo, a la pareja del abusador, entonces, “hasta que no se desarmen esos vínculos, la persona no puede decirlo”.

Santana señaló que “como para la víctima es muy difícil poder hablar sobre el tema, también lo es que las personas del entorno capten lo que sucede”. Se ha constatado que muchos de los niños que sufrieron abusos o que fueron maltratados durante su infancia presentan excelentes calificaciones escolares, tienen una vida aparentemente normal, pueden disfrutar de actividades y vincularse bien con otros, aunque se sientan mal. “Esta es una de las grandes dificultades para poder identificar un abuso”, apuntó el psicólogo.

Poner atención

De todas formas, advirtió que cuando aparecen cambios bruscos en el comportamiento del niño o adolescente es importante prestar atención, ya que se presenta la “adenosina”, es decir, deja de disfrutar cosas y actividades o pasa a sentirse mal al hacerlas. En concreto, mencionó también la posibilidad de que al ser abusados muchos niños pierden el control a la hora de orinar y defecar y, al igual que los adolescentes también comienzar a “tener una conducta retraída. Según añadió, esto los lleva a involucionar y a perder logros que son propios de la infancia”.

Según comentó el especialista, para muchos padres es imposible creer que sus hijos puedan haber sido abusados, porque “es una situación traumática que trasciende lo comprensible”, e hizo hincapié en la importancia que tiene hablar sobre estos temas. “Algunos no pueden verlo, otros lo minimizan o señalan que los niños exageran, también hay quienes prefieren ocultarlo por las consecuencias que puede llegar a tener para la propia familia. Incluso algunos se justifican con que lo hicieron para proteger a la víctima”, indicó. Hay otras razones más complicadas por las que no se cree en los abusos o se invisibilizan, como sentir la posibilidad de ser cómplice, ya que “existe una censura y una condena social muy importante en este tema”.

Otro aspecto a considerar es que cuando quienes sufren abuso son niños muy pequeños no logran transmitir con claridad lo que les pasó. Según observó Santana, “al ser algo traumático, muchas personas no cuentan el abuso en sí, sino la situación que los rodeaba”. “Es habitual que una persona que fue abusada pueda contar con gran detalle y detenimiento las características del lugar, pero que no tenga claro qué fue lo que sucedió, es decir, lo tiene tan presente que es difícil llevarlo a palabras”, explicó.

Secuelas de la violencia sexual 

Santana sostuvo que la violencia sexual deja secuelas que son posibles de  superar. “Cuando en psicología hablamos de superar no hablamos de olvidar ni de ignorar, sino de reconocer lo que pasó y poder simbolizarlo, incluirlo en el mundo del lenguaje. Que la víctima pueda comprender lo que sucedió”, acotó. No obstante, consideró que “muchas veces no están dadas las herramientas psíquicas para enfrentar una situación de este tipo”. “Un trauma es como un hueco en el psiquismo, una herida que puede llegar a sanar, pero también puede dejar secuelas que sean, en algún punto, invalidantes o muy difíciles de superar”. A modo de ejemplo, mencionó que quienes sufrieron una violación pueden tener problemas a la hora de vincularse sexualmente con otras personas por la “dificultad de confiar” en ellas, agregó.

Para el especialista, es pertinente que estos delitos sean imprescriptibles, pero no solamente los que tienen como víctimas a menores de edad, sino también cuando se cometen contra adultos: “Hay un proceso de elaboración muy complejo y en algunos lleva años poder decirlo”, fundamentó.

Por su parte, Lacasa consideró que el proyecto de ley “habilita a que, cuando se sienta fuerte, la persona realice la denuncia”, y señaló que “con la no prescripción, aunque los hechos hayan sido en la infancia, un adulto o adulta puede exigir justicia y es ahí donde se hace el verdadero cierre del trabajo con la psiquis de la persona. Parte del proceso de sanación es que se haga justicia”.

Marcos Custodio, Paulina Molaguero

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