La poetisa y defensora de los derechos humanos, Susana Chávez Castillo, siempre decía la frase “Ni una menos, ni una muerta más” como forma de protesta contra los feminicidios ocurridos en México, su país de origen. Más tarde sería víctima de un asesinato sólo por el hecho de ser mujer, un crimen como los que había buscado frenar. El 3 de junio de 2015, cuatro años después de su asesinato, sus emblemáticas palabras comenzaron a verse plasmadas en pancartas de feministas, a transformarse en un símbolo de lucha y de denuncia contra crímenes producto de un sistema patriarcal. El miércoles pasado su voz se extendió por Latinoamérica, transformándose en un día de recuerdo de Susana y de todas las víctimas de la violencia machista.
Sangre mía,
de alba,
de luna partida,
del silencio.
de roca muerta,
de mujer en cama,
saltando al vacío,
Abierta a la locura.
Sangre clara y definida,
fértil y semilla,
Sangre incomprensible gira,
Sangre liberación de sí misma,
Sangre río de mis cantos,
Mar de mis abismos.
Sangre instante donde nazco adolorida,
Nutrida de mi última presencia.
Susana Chávez Castillo
Ante la emergencia sanitaria, las formas de protesta tuvieron que reinventarse. Esta es la quinta marcha de Ni una menos que se realiza en Uruguay. El colectivo Dónde están nuestras gurisas, el Bloque Antirracista y feministas autoconvocadas invitaron a realizar una concentración de forma descentralizada. Desde las redes, desde cada casa y desde las calles se buscó este año poner la problemática de la trata y la explotación sexual sobre la mesa.
El contexto no evitó que una multitud se aglutinara en plaza Independencia y terminó desembocando en una marcha hasta plaza Libertad. La pancarta que la lideraba exponía “Urgente es saber dónde están nuestras gurisas”.
El Bloque Antirracista realizó una intervención a través de una Ciranda, ritmo percutivo de matriz afro del nordeste de Brasil. Los instrumentos musicales que utilizaron eran reciclados por ellas mismas. Se encargaron de volver a la vida bidones de plástico, tapas de bebidas y latas. “Es nuestra herramienta para marcar presencia y conectar la acción colectiva con otras desarrolladas en la región que toma como reivindicación el antirracismo”, explican las integrantes del colectivo. “Alzar nuestras voces en resistencia es romper el silenciamiento histórico que sufrimos al ser mujeres invisibilizadas”, añaden.
La marcha finalizó con la lectura de una proclama. “¡Queremos que aparezcan todas! ¡Exigimos saber qué pasó con ellas! Hoy somos la voz de las que no tienen voz y somos también nuestra propia voz, una voz colectiva que se rebela ante los mandatos sociales, que se pluraliza en la calle y en cada grito en el que expresamos Ni una menos”, manifiesta.
Gritar ante el silencio
La marcha se desarrolló dos días después de la denuncia de seis casos de violencia de género en el país. Dos feminicidios, dos feminicidios por conexión -un niño y una niña que fueron asesinados por su padre luego de que la madre lo denunciara por violencia doméstica- y dos intentos de feminicidio. El Instituto Nacional de las Mujeres declaró que las llamadas a la línea de atención y asesoramiento ante estas situaciones se incrementó en un 80%.
Se suma a este contexto la Operación Océano, investigación que evidenció una red de explotación sexual de menores. Dentro de las personas que lideraban la red se encuentran figuras relevantes con poder político, empresarial y jurídico.
María Zino, integrante del colectivo Dónde están nuestras gurisas, explicó a Sala de Redacción que hay distintas formas de desaparición de mujeres, los feminicidios constituyen una, pero la explotación sexual y la trata también deben estar presentes en el debate. “La Operación Océano es muy grande, sabemos que está cayendo gente muy poderosa pero también sabemos que no es la única red de explotación y un montón de gurisas siguen siendo explotadas”, añadió.
Manifestación por el Ni una menos, 3 de junio 2020. Foto: Camila Méndez
También manifestó que cuando se expone una situación de explotación sexual, el discurso social suele caer en la revictimización y se hace énfasis en la denunciante. “Inclusive se cuestiona el consentimiento con las menores de edad, cuando sabemos que para hablar de consentimiento no puede haber desigualdad de poder, desigualdad económica, ni asimetría de ningún tipo”, declaró haciendo alusión a la Operación Océano.
Zino propone que es necesario difundir “cuáles son los medios para dar a conocer cuando una mujer desaparece”, pero a su vez no se deben olvidar las políticas públicas. Actualmente en Uruguay existe la ley 19.643 que busca la prevención y el combate a la trata, aprobada en 2018. Desde el colectivo se denuncia que no se está aplicando.
En octubre de 2019, Dónde están nuestras gurisas junto con abogadas del Centro de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, denunció ante la Institución Nacional de Derechos Humanos irregularidades en la investigación de la desaparición de cinco mujeres. Sandra Cortazzo, Jennifer Mironi, Milagros Cuello, Ana Paula Navarro y Florencia Barrales, todas provenientes de familias pobres. “Después de presentar esta denuncia se empezaron a mover algunos casos, se llamó a declarar al sospechoso del caso de Mili, cuando era sospechoso desde el comienzo”, contó Zino, que entiende que la exposición pública del caso tuvo que ver con que se abriera nuevamente la investigación.
El racismo, otro virus mundial
El asesinato de George Floyd el 25 de mayo en Minneapolis a manos de un policía desató manifestaciones antirracistas y contra el abuso de la institución en gran parte de Estados Unidos, inclusive frente a la Casa Blanca.
SdR estuvo en contacto con Natalia Martínez del Bloque Antirracista de Uruguay. En sus redes, se mostró su repudio ante los hechos acontecidos. A su vez, participaron del hashtag mundial #blackouttuesday, protesta virtual que buscó que en las redes sociales predominaran fondos de color negro.
“Ser antirracista es tener una visión de igualdad sobre todo con perspectiva en las mujeres afro, las mujeres indígenas, las mujeres migrantes”, expresó Martínez. Añadió que “ser antirracista es que en cada acto cotidiano de tu vida no tengas un juicio de valor o preconcepto hacia las pieles, las formas de vestir, las orientaciones sexuales, nuestros cuerpos, para una actuación en pos del otro”. También dijo que el Bloque participa constantemente para que se tenga en cuenta el factor étnico-racial en el feminismo. Martínez expresó la necesidad de reflexión sobre la discriminación racial en nuestro país, sobre todo por la cantidad de migrantes que llegan.
“Nuestro manifiesto es que somos mujeres discriminadas de varias formas, por nuestros cuerpos, por nuestras pieles, nos parece que hay que apoyar, pero también cuestionar. Con el tema del hashtag somos todos antirracistas, ¿pero hasta dónde en Uruguay las micro discriminaciones no son cotidianas?
Manifestación por el Ni una menos, 3 de junio 2020. Foto: Camila Méndez