El FA es el partido político más votado desde las elecciones de 1999, y el Partido Nacional (PN) y Partido Colorado (PC) lo siguen en segundo y tercer lugar, respectivamente, desde las elecciones de 2004.

En Uruguay los partidos obtienen en el Senado y en la Cámara de Representantes una cantidad de bancas proporcional a la cantidad de votos que tuvieron en todo el país. Desde el retorno de la democracia diez partidos políticos han conseguido bancas en el Parlamento. Sin embargo, sólo cinco lo hicieron en ambas cámaras: el FA, PN, PC, el Nuevo Espacio (NE) -que en 2002 se integró al FA-, y el novel Cabildo Abierto (CA).

La 49ª legislatura tendrá en la cámara baja a 42 representantes frenteamplistas, 30 nacionalistas, 13 colorados, 11 cabildantes y tres partidos tendrán una banca cada uno: el Partido Independiente (PI), el Partido de la Gente (PG) y el Partido Ecologista, Radical Intransigente (PERI). Esto significa el debut parlamentario de los últimos dos y CA.

Gráfica: Christian Macías

La Cámara alta tendrá 13 senadores frenteamplistas, 10 nacionalistas, 4 colorados y 3 cabildantes. Para conocer la conformación final del Senado será necesario esperar al balotaje del 24 de noviembre, ya que el vicepresidente de la República preside esta cámara y la Asamblea General. Si fuera electa Graciela Villar el FA pasaría a tener 14 senadores, y si lo hace Beatriz Argimón, el PN pasaría a tener 12 bancas. Aun así, en ninguno de los casos los partidos alcanzarán la mayoría absoluta de 15 miembros.

Gráfica: Christian Macías

Sistema no tan fragmentado

¿A qué obedece la aparición y la llegada de nuevos partidos al Parlamento? ¿Esto supone una mayor fragmentación del sistema de partidos? La politóloga Victoria Gadea explicó a Sala de Redacción que el fenómeno responde a una característica del sistema electoral uruguayo conocida como doble voto simultáneo: los ciudadanos votan al Parlamento y al presidente a la vez y no tienen posibilidad de cruzar el voto. “Yo puedo tener una preferencia electoral por un candidato, un conjunto de candidatos, o incluso un partido para que me represente en el Parlamento y [votarlo por esto aunque sepa] que no tiene chances de ganar”, resume la politóloga como una de las posibles lógicas del elector. La otra regla que entra en juego es la del sistema electoral en dos vueltas, que en este caso beneficia a los partidos menores: primero el elector logra que el partido “pueda entrar al Parlamento”, y luego decide destinar su “‘voto útil’ al presidente en la segunda vuelta”, concluye. En diálogo con este medio, el politólogo Daniel Chasquetti, señaló que “tuvieron que pasar cuatro elecciones para que esto ocurra” y que ya en la década de 1990 -cuando se aprobó la reforma constitucional que habilitó el balotaje- había estudios académicos que preveían un aumento en la fragmentación del sistema de partidos.

Sin embargo, para Gadea las nuevas reglas de juego implican un planteo dicotómico del tipo de “el huevo o la gallina: la regla electoral determina qué tipo de sistema de partidos tengo” y, a su vez, el propio sistema de partidos cambia las reglas y en determinados casos logra “favorecerse en algún sentido”, asegura.

En su análisis del sistema de partidos, Chasquetti plantea una división primaria en dos bloques, y dice que el bloque de centroderecha se agrandó tras las elecciones del 27 de octubre, “pero en las anteriores el bloque de centroizquierda era mayor”. El politólogo estimó que se esperan oscilaciones de ese tipo en un futuro, con el aumento de un bloque y el decrecimiento del otro por una “multiplicidad de factores” vinculados a la política.

La fragmentación del sistema de partidos se mide con una fórmula denominada “número efectivo de partidos”. Chasquetti explica que “es un cálculo que se hace para determinar cuántos partidos hay a partir del peso relativo” por ejemplo, cuando el resultado de una elección muestra a dos partidos con 50% hay dos partidos, pero si hubiera uno con 60% y otro con 40% el resultado sería de menos de dos partidos -un número decimal-.

Si se realizara un nuevo cálculo con base en los resultados del 27 de octubre, el politólogo estima que el número de partidos aumentaría “un poquito” entre tres y cuatro, por la aparición de CA. La clasificación del académico italiano Giovanni Sartori (1924-2017) le es útil para dar su veredicto sobre el sistema de partidos uruguayo: “seguimos siendo multipartidismo moderado” con un poco más de fragmentación, pero aclara que “ya lo éramos antes, desde 1971”. Gadea entiende que es muy pronto para definir el sistema de partidos uruguayo a partir de un evento electoral puntual y que no es una simple cuestión de contrastar “negro sobre blanco”. En este sentido, estimó que “habría que esperar un poco más en el tiempo para ver qué sucede con las alianzas para gobernar así como con la estabilidad del sistema”. De todos modos, la politóloga reconoció que el número efectivo de partidos quizás aumente en el corto y mediano plazo.

Gráfica: Christian Macías

El jugador revelación: Cabildo Abierto

CA, un partido presentado a comienzos de este año cosechó en su primera elección una votación muy cercana a la del PC. Para Gadea, Uruguay, al igual que la región, vive un “auge de nuevos movimientos” que, en ocasiones, “se encuentran en los extremos del espectro ideológico”.

Chasquetti explica el fenómeno de los nuevos movimientos como síntoma de “problemas más profundos” en la representación: hay “insatisfacción en los electores” y “fallas en su representación” que, según él, explicarían el alto nivel de votación que tuvo CA. Son del FA, PN y PC de donde provienen sus votantes, por lo que entiende que estas fuerzas “no los estaban satisfaciendo”, lo que revela un “problema”, concluye. Entiende que los partidos tradicionales descuidaron “la puerta derecha”, una fuga de electores más conservadores. Del lado opuesto del espectro, para el politólogo la “puerta izquierda”, está “cerrada”, y no existe riesgo de fragmentación -más allá de la existencia de Unidad Popular-, ya que el FA cubre “bien” esa zona ideológica gracias al Partido Comunista y el Movimiento de Participación Popular (MPP). El FA “es el que mejor ocupa los espacios del arco ideológico”, concluye.

Los jugadores ausentes

En 2014 Unidad Popular obtuvo una banca en la Cámara de Representantes -con Eduardo Rubio-, pero no logró renovarla el 27 de octubre. Este partido surgió como Asamblea Popular en 2006 y comenzó a recibir pequeñas agrupaciones de izquierda, algunas escindidas del FA -como el Movimiento 26 de Marzo-, hasta que en 2013 alcanzó su actual conformación.

También pasaron por el Parlamento partidos que ya no existen como tales. La Unión Cívica, partido fundado en 1910 y definido como demócrata cristiano, tuvo entre 1985 y 1990 su última bancada parlamentaria, con dos diputados. Desde 2008 el espacio funciona como una agrupación minoritaria dentro del PN y en octubre concurrió a las urnas en acuerdo bajo la lista 404.

El NE, partido que había surgido tras la escisión del Partido por el Gobierno del Pueblo y el Partido Demócrata Cristiano, se presentó en tres ocasiones a elecciones nacionales: en 1989, 1994 y 1999. En octubre de 2001 su Convención resolvió por mayoría incorporarse al FA como un sector. Los grupos minoritarios que no compartían la decisión de su órgano máximo decidieron agruparse, encabezados por Pablo Mieres, en lo que más tarde se convirtió en el Partido Independiente.

Nuevas posiciones: la interna del Frente Amplio
Más allá de la menor cantidad de votos que obtuvo el Frente Amplio en las pasadas elecciones, el Movimiento de Participación Popular (MPP) y el Partido Comunista del Uruguay (PCU) fueron los sectores más votados: el MPP se llevó el 30 por ciento y el PCU el 16,3% del total. Antonio Cardarello, politólogo consultado por Sala de Redacción, mencionó que José Mujica sigue siendo una de las figuras con más apoyo y la penetración del MPP en el territorio (por ejemplo en Canelones y Rocha), como posible explicación. Por otra parte, sobre el Partido Comunista planteó que “la figura de (Óscar) Andrade sin duda tiene mayor popularidad que la del partido en su conjunto”.

A pesar de que Martínez pertenece al Partido Socialista (PS), este sector obtuvo una menor votación que en la anterior elección. En este sentido, el politólogo explicó que si bien el PS intentó mostrarse como el sector del presidenciable, no logró instalar esa idea. A eso se le suman disputas internas dentro del sector entre ortodoxos y corrientes renovadoras y el hecho de que Martínez “es candidato pero no tanto un líder como supo serlo Tabaré Vázquez en su momento”, explicó Cardarello.

El politólogo dijo que el FA perdió votos de centro, que había ganado en 2004 y que mantuvo en 2009 y 2014. Agregó que esos votos se fueron al Partido Nacional (PN), al Partido Colorado (PC) o a Cabildo Abierto. Según Cardarello, hay muchos factores que pudieron haber influido, como el tema de la seguridad: “el FA no ha dado una respuesta clara y rotunda, y si bien ha hecho muchas cosas, no es esa la percepción”. También restaron votos la economía enlentecida y la pérdida de puestos de trabajo, además de los escándalos asociados a las figuras de Raúl Sendic y Michelle Suárez. Cardarello agregó que “ya se auguraba que el FA competía en una elección con indicadores adversos, como pueden ser la evaluación de la gestión de gobierno y la popularidad del presidente”.

En caso de que el FA ganara las elecciones, gobernaría sin mayoría parlamentaria. En este sentido, Cardarello comentó que ya hubo gobiernos con minorías parlamentarias que lograron pasar “gran parte del paquete legislativo”. En caso de que gane Martínez, agregó que la coalición multicolor o de derecha puede que actúe o no en el Parlamento. Cardarello dijo que en la política hay competencia y cooperación, y en esa línea, planteó que hay políticos dentro del PN y el PC que podrían negociar determinadas leyes con el FA. Además, dijo que en los gobiernos del FA hubo una gran capacidad de negociar entre los distintos sectores y ante un eventual triunfo el partido tendría que hacer “un esfuerzo de negociación mucho mayor, los sectores a la interna van a tener que ceder más” para dialogar con políticos de otros partidos, especialmente cuando se traten leyes importantes como la de presupuesto.

Verónica Cardozo

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