Nació en Argentina. Desde muy joven ejerce el periodismo en diversos medios como Página 12, Revista Anfibia, Radio Nacional, Radio Ciudad, Rock Nacional y también en televisión. Su premisa siempre fue poner el cuerpo al periodismo de género, reivindicando los derechos de quienes gozan de menos privilegios solo por su condición de ser mujer.
Peker vino a Montevideo a presentar su último libro “La revolución de las hijas” (Editorial Paidós, 2019), en el marco de la Feria del Libro. Además es autora de los títulos “Putita Golosa, por un feminismo del goce” y “La Revolución de las mujeres no era solo una píldora”.
Concretar una cita con Luciana no fue fácil, no porque ella no quisiera, sino porque éramos tantas las que queríamos disponer de un rato de su tiempo que tuvo que hacerse un hueco casi mientras le servían el almuerzo. Sometida a un intenso cuestionario, habló del libro que vino a presentar, pero obviamente también de feminismo, aborto legal, política regional, periodismo, lenguaje con perspectiva de género y más.
“El tuit fijado es lo más parecido a un amor para toda la vida que conocí hasta ahora, que sé más de causas indelebles que de amores para toda la vida”, dice Peker en la introducción de su último libro “La revolución de las hijas”. Su tuit fijado es un video de cuando habló en el Congreso de la Nación Argentina durante el debate sobre el aborto, publicado el 24 de abril de 2018: “Nunca me latió tanto el corazón antes de hablar. Vamos hacia el aborto legal, seguro y gratuito”, agregó al video.
Periodista golosa
Para Peker, el periodismo de género es “un periodismo que parte de la idea de que hay derechos que hay que adquirir; de que hay que creerle a las víctimas de violencia sexual, que muestra una realidad que era negada y que además peleamos por transformar esa realidad. La neutralidad es machista y nosotras (las periodistas de género) no somos ni neutrales, ni machistas”. Resumió la argentina y acto seguido agregó: “Sí creo que el periodismo feminista tiene que volver a retomar más herramientas claves del periodismo, como la pluralidad, la investigación, la narrativa, ir a los territorios y no ser solamente activistas”.
Peker contó que en su vida esta forma de hacer periodismo no fue “gratuita” y que tuvo -y tiene- que pagar cierto precio por el hecho de ser periodista mujer y feminista. “Me han gritado, he llorado en todas las redacciones. Me comí mil amenazas. Creo que hemos pagado precios muy altos para hacer lo que hacemos, para decir lo que decimos y para que nuestra palabra sea escuchada…”. Confesó que escribir “te pone en lugar de mucha polenta y de mucha convicción, sobre todo cuando se trata de respaldar a la mujeres más jóvenes. Pero también se sufre mucho a nivel personal cuando se pone tanto el cuerpo”.
“Somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar”
En relación a la explosión de los movimientos feministas, a Peker le interesa mucho destacar que fue en América Latina donde surgieron los primeros movimientos. Para la escritora, el “Ni Una Menos” en Argentina significó un antes y un después. También destacó que Uruguay tiene leyes en su agenda de derechos mucho más adelantadas que el resto de los países de la región.
Ante la acusación que se le hace al feminismo desde algunos sectores opositores a esta revolución – el de ser un movimiento burgués y universitario que no contempla a todas las mujeres, por ejemplo-, Peker afirmó que está convencida de que esos cuestionamientos vienen de sectores de izquierda o de derecha que no creen que el feminismo sea la única revolución posible. Según comentó, ella percibe que los feminismos latinoamericanos sí son populares y “muy interpelados por escuchar las demandas de los sectores más populares”.
“En la Argentina el feminismo es popular y federal. Por supuesto que hay diferencias entre mujeres ricas y mujeres pobres, pero esa mujer rica que sólo quiere ser una CEO con más poder y más tacones solo se ve en las series en Netflix…”
Algo que se percibe en las marchas, en las redes sociales, pero sobre todo entre quienes se reconocen como mujeres feministas, es que esta revolución -casi como ninguna otra en la historia-, es una revolución amorosa. Peker cree que este amor se ve principalmente entre madres e hijas, una experiencia que ella también vive en carne propia: “creo que las madres han tenido mucho amor por sus hijas y por eso las han escuchado, las han acompañado… las deseamos libres y valientes y creo que es una revolución que parte del amor”.
“Saquen sus rosarios de nuestros ovarios”
La lucha feminista no le escapa a la política, eje fundamental para poder seguir progresando en la igualdad de derechos. Si bien su postura contra el neoliberalismo del presidente Mauricio Macri es clara, Peker responde con mucha cautela sobre el futuro del país vecino*.
“Creo que el contexto económico y político mundial va a ser un contexto difícil en donde las soluciones no van a ser muy sencillas, y donde además creo que sí hay dos grandes temas que son el feminismo y el ambientalismo”. A pesar del contexto crítico, Luciana se siente esperanzada con respecto a la renovación encabezada por Alberto Fernández.
La despenalización de aborto es clave para este colectivo y para la sociedad argentina en su conjunto. “Yo sí creo que los feminismos tienen que exigir la aprobación del aborto legal y que no hay una política que sea inclusiva de las mujeres sin esa ley. En el 2020 se tiene que aprobar el aborto legal, seguro y gratuito sin concesiones”, afirma Peker.
El gran enemigo en esta lucha es, sin lugar a dudas, la Iglesia Católica pero más aún el Papa Francisco, quien teje en silencio de acuerdo a los mandatos del clero y que además -según Peker- “opera como un político más”.
“La cultura popular en Argentina ya no responde a los mandatos de la Iglesia Católica. ¿Por qué quieren entonces que las mujeres, no solo no aborten sino que lo paguen con la vida?”, recuerda Peker, de hecho “el papa Francisco había perdonado a las mujeres que abortaban dos años antes del tratamiento del tema en la Argentina y después salió a decir que el abortar era comparado con contratar sicarios”.
¿Es posible ser feminista y no estar a favor del aborto?, preguntó Sala de Redacción, a lo que Peker respondió rotundamente que no es posible, que se puede ser mujer y estar en contra del aborto, pero no ser feminista y estar en contra: “Ser feminista en toda la historia del feminismo en el mundo es luchar por los derechos sexuales y reproductivos, por el derecho a decidir, por la libertad del propio cuerpo y para que no mueran otras mujeres. Si no te importa que mueran otras mujeres, no sos feminista.”
“¿Dónde está?, No se ve, ¡la igualdad de la mujer!”
El creciente auge de las extremas derechas especialmente en América amerita una profunda reflexión sobre reforzar más aún la lucha de género. “Creo que tanto el gobierno de (Jair) Bolsonaro como el de (Donald) Trump no ganan a pesar de su misoginia, sino por su misoginia. Por un lado también hacen de la lucha contra las mujeres y contra la diversidad sexual, un foco de su campaña para los sectores que creen que el pasado es mejor. Generan ese imaginario, de que antes era mejor, cuando teníamos a las mujeres controladas. Entonces no lo esconden, sino que lo reivindican para llevar adelante políticas más conservadoras y más neoliberales”, defiende Peker.
Hay algo que tienen en común estos “particulares” mandatarios y es que defienden con uñas y dientes la idea del deseo como privilegio del hombre. Ese monopolio, nos explica Luciana, debe romperse para que surja el deseo femenino, que pueda aparecer de una vez por todas y así gozar la diversidad sexual en plena libertad. Si bien ese paradigma se está destruyendo lentamente a pesar de los fervientes opositores, Peker sostiene que hace falta más que educación para cambiar de rumbo: “la educación tiene que ser cultural, en donde básicamente los varones se atrevan a poder cuestionar y también se atrevan a poder discrepar. Pero hoy nos enfrentamos con un grave problema de los varones, que se resisten a que las mujeres también se apropien del deseo”.
Además de feminista e igualitario, el libro “La Revolución de las Hijas” es inclusivo. Peker utiliza el lenguaje de manera poética, y lo hace también de manera abarcativa. A lo largo del ejemplar se puede ver el uso de las e y las x sin ningún tipo de ataduras; fue algo que, según nos cuenta la escritora, lo fue utilizando un poco por olfato, otro poco por elección, pero siempre de manera poética dependiendo del público a quien quiera dirigirse.
“Creo en el lenguaje libertario. Por supuesto que estoy a favor de que se pueda usar. Es innovador y parte de nuestra pelea es por el lenguaje, pero creo que ahí hay que ser más flexibles y más libres. Es la decisión de cada una, de cada une, según el momento, hay dinámicas distintas”, argumentó la periodista. Para Luciana, amante del lenguaje, este mismo debe construirse de acuerdo a la audiencia a la que uno quiera llegar sin tener que seguir viejas reglas que “encorseten” nuestro idioma.
“La revolución de las hijas” es además de un libro feminsista o sobre el feminismo, un libro poético. Peker deja de lado el lenguaje periodístico que encontramos diariamente en los medios, para utilizar una prosa cercana, casi como si una amiga te estuviera confesando que ser periodista feminista es también “quedarse sin amor o sin abrazos como venganza en la puerta (a veces en una cofradía que disfruta de la humillación como si ser feminista fuera sinónimo de ser blindada y quedar arrodillada o en los temblores del desprecio por no a callar las ideas), es que la exhibición de la perversión se burle de los corazones frágiles.”
Sobre esta forma de escribir, Peker afirmó que su escritura se encuentra entre lo poético y lo barroco, y agradece que sus lectoras le permitan tomarse esas licencias ya que “hay muchas cosas que precisamente tienen que ver con realidades subjetivas o personales, en donde la poética también es un modo de expresión”.
Romina Cerna y Tania Fernández
*Esta entrevista fue realizada antes de que se conocieran los resultados de las últimas elecciones argentinas.