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El nuevo “juego de la mosqueta”: Uruguay frente a la guerra arancelaria de Estados Unidos

Para el economista Marcel Vaillant, el conflicto impulsado por el gobierno de Donald Trump no es solo político-comercial sino macroeconómico y siembra la incertidumbre en el mercado global


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Según un informe de Uruguay XXI, Estados Unidos representó un total de 12.845 millones de dólares del ingreso por exportaciones de productos en 2024 -luego de un crecimiento de 13% en comparación con el año anterior gracias al aumento de la exportación de celulosa y soja-. Con un conflicto no resuelto vinculado a la guerra arancelaria, Uruguay, un país pequeño y dependiente de sus relaciones comerciales, quedó en una encrucijada.

La guerra arancelaria que desató el gobierno de Donald Trump comenzó el 2 de abril de este año y ha tenido repercusiones y chispazos semanalmente, con noticias del mundo entero sobre el efecto en los precios internos de Estados Unidos y los perjuicios para el comercio internacional. La medida, que se enfocó en las importaciones de productos agrícolas de una larga lista de países, tiene consecuencias que varias personas expertas en la temática siguen analizando.

China -también envuelta en el conflicto- representa otro destino clave para la economía uruguaya; se exportó un total de 10.875 millones de dólares al país asiático solo en 2024, excluyendo el petróleo y la energía. Carne bovina, lácteos y concentrados de bebidas completan la lista de productos que ofrece Uruguay. 

Sin embargo, los aranceles pesan. Hasta ahora, Uruguay pagaba un 10% de gravamen promedio sobre el valor de sus productos. Con las nuevas medidas, ese porcentaje puede escalar y alterar la competitividad del país.

En diálogo con Sala de Redacción, el economista y profesor del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración, Marcel Vaillant comentó que el país se enfrenta a la dificultad para anticipar y prepararse ante los cambios en las políticas comerciales de potencias como Estados Unidos y China: “Uruguay es una economía pequeña y tomadora de reglas”, resumió. 

La incertidumbre antes mencionada por el economista crea a su parecer un ambiente complejo donde las decisiones económicas no solo afectan a los grandes jugadores, sino también a países más vulnerables. “Incertidumbre no solo en la economía, sino en todo lo que va a pasar de ahora en adelante frente a los países contra Estados Unidos”, declaró Vaillant. También señaló que la reelección de Trump y sus políticas proteccionistas ya anticipaban un escenario de tensiones comerciales. Sin embargo, Uruguay no contaba con un plan específico para enfrentar esta guerra arancelaria. “Como economía pequeña, depende de las reglas impuestas por otros”, dijo Vaillant, y a su vez destacó que “todavía no se está explicando toda la intensidad anunciada desde febrero”.

Mercosur: la alternativa frágil

El impacto de la guerra arancelaria se manifiesta de manera indirecta. Si bien Uruguay no tiene una exportación directa significativa hacia Estados Unidos, las repercusiones de las medidas comerciales se sienten a través de la cadena de valor global. “Si China responde a las sanciones estadounidenses limitando sus importaciones, esto podría abrir oportunidades para Uruguay en productos como la soja”, sostuvo Vaillant. 

La guerra no solo se da porque el gobierno estadounidense busca incentivar su propia producción, sino que puede interpretarse también fuera del campo económico y dentro del área política. Vaillant lo explicó de la siguiente forma: “En una negociación con Europa, te dicen ‘te voy a poner 50%’ pero la verdadera discusión es otra, es una mezcla de todos los temas que están sobre la mesa”. 

El mayor daño que se puede dar, en este marco, es que se genere un “efecto contagio” arrastrado por lo que Estados Unidos, China y la Unión Europea decidan. En el primer trimestre de 2025, las exportaciones a los Estados Unidos aumentaron un 66%, lo que demuestra la dependencia del país sudamericano en el mercado estadounidense. “Estados Unidos es el principal comprador de carne vacuna, con un 40% del volumen embarcado este año”, afirmó Vaillant. 

Sin embargo, la reciente imposición de aranceles podría complicar esta dinámica, ya que la tasa arancelaria efectiva promedio se disparó al 22%, y podría llegar hasta el 36,4%, por lo que la competitividad de la carne uruguaya enfrenta un nuevo desafío.

En ese sentido vale destacar que el Mercosur tiene un papel importante en la economía al acaparar el 25% de las exportaciones que lleva a cabo el país, algo que ayuda a generar un ahorro estimado de 376 millones de dólares en aranceles. Sin embargo, “en el Mercosur existe una brecha entre lo que se dice públicamente y lo que se aprueba en las normas” dijo Vaillant.

La situación es más compleja cuando se toma en cuenta la relación con Brasil, un socio crucial en el Mercosur. Vaillant advirtió que la falta de alineación política y económica entre los miembros del bloque regional puede obstaculizar las oportunidades de comercio. “El Mercosur está con un respirador”, ilustró Vaillant, “a nadie le conviene romperlo, pero tampoco hay un compromiso real para avanzar”.

Con respecto a lo mencionado, la búsqueda de acuerdos bilaterales con otras economías, como la Unión Europea y los países asiáticos con el Acuerdo Transpacífico, se vuelve fundamental en la visión del economista. Uruguay necesita diversificar sus mercados para reducir la dependencia de cualquier socio comercial y asegurar un flujo constante de ingresos.

Oportunidades en la tormenta

A pesar de la adversidad, la guerra arancelaria también presenta oportunidades para Uruguay. La creciente demanda de productos uruguayos, como la carne y la celulosa, sugiere que el país tiene un papel importante en el comercio internacional. “El mundo está cambiando y Uruguay debe intensificar su búsqueda de nuevos mercados”, sugirió Vaillant, enfatizando la necesidad de un enfoque más proactivo en las negociaciones comerciales. 

Algunos analistas, como Facundo Márquez y Juan Labraga, consideraron en conversación con  El Observador que, en términos relativos, Uruguay podría beneficiarse al quedar en igualdad de condiciones con otros competidores que enfrentan gravámenes aún más altos.

Aún así, los riesgos son palpables. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) había previsto para el 2024 un mayor crecimiento en comparación a los años anteriores por el impulso que había en la mejora de los precios internacionales de los productos básicos, como también, una mayor demanda de los países asiáticos en general. Sin embargo, ese escenario se diluyó tras la asunción de Trump. 

La incertidumbre económica global y la fluctuación de precios de materias primas pueden afectar la estabilidad de la economía uruguaya. Vaillant advirtió sobre la necesidad de cuidar la relación con los inversionistas y mantener una macroeconomía sólida, como ha sido tradición en el país. Con una estrategia adecuada y una visión clara, el país podría encontrar maneras de navegar por este terreno incierto y capitalizar las oportunidades que surjan.