Educar para la vida con pases, rebotes y tercer tiempo

Las formativas de básquetbol involucran procesos educativos en los que los adolescentes aprenden valores, vínculos y habilidades que trascienden el deporte


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En Uruguay hay 80 clubes de básquetbol federados y aproximadamente 3.600 jugadores de entre 12 y 19 años participando de las ligas formativas en la zona metropolitana, según indica un diagnóstico de 2019 publicado en el Programa de Desarrollo de la Federación Uruguaya de Básquetbol (FUBB).

Estos jóvenes asisten a tres o cuatro prácticas semanales de al menos dos horas de duración en sus respectivos clubes. En cada una de esas instancias se da un encuentro en el que se ponen en juego habilidades y competencias que van mucho más allá de lo deportivo. 

Un adolescente llega a su club y se encuentra con un clima diferente al de su centro de estudios. Allí hay un equipo que tiene metas deportivas pero también hay un espacio para socializar sin etiquetas, fortalecer habilidades socioemocionales y crecer como persona. Después de cada práctica, la charla en las gradas se convierte en un momento privilegiado para conversar con el entrenador y con sus compañeros, compartir lo que están viviendo en otros ámbitos y forjar amistades para toda la vida.

La FUBB nuclea a los delegados de formativas de los clubes y si bien hay conciencia sobre la importancia que tiene la dimensión socioeducativa del básquetbol en los adolescentes, aún no hay un proyecto de trabajo integral para desarrollarla. Mónica Cabrera, delegada de formativas de la institución, dijo a Sala de Redacción que se busca acompañar a los clubes y poner en agenda temas puntuales, por ejemplo relativos al bullying, violencias en el deporte o equidad de género. Además, Cabrera explicó que en las instancias de formación anuales de entrenadores y árbitros se busca incorporar habilidades que no tienen tanto que ver con lo deportivo, sino que están relacionadas con el desarrollo integral de los jugadores: “a los chiquilines tenés que enamorarlos para que se queden en el deporte y para eso es necesario que árbitros y entrenadores adquieran nuevas habilidades”, apuntó.

Pedagogía naranja, la educación a la cancha

Santiago Cotelo es el entrenador principal de cuatro categorías en San Telmo Rápido Sport, un club de barrio exclusivamente dedicado al básquetbol. En diálogo con Sala de Redacción  insistió en una idea: “acá no venimos solo a formar jugadores, acá venimos a formar personas”. Afirmó que en cada práctica buscan inculcar valores de vida más allá de los resultados deportivos y agregó que “antes y después del entrenamiento tratamos de que haya un espacio en el que ellos puedan conversar sobre lo que les pasa y crear un vínculo”. 

Marcelo Capalbo, destacado exbasquetbolista y entrenador responsable de las selecciones juveniles de la FUBB, explicó a Sala de Redacción que antes los clubes tenían más tiempo y espacios para ofrecerles a los adolescentes: “ese era el caldo de cultivo para el desarrollo de todas las capacidades adaptables de los chicos, no solo las deportivas, las sociales también. Y esto es muy importante porque nadie aprende en un lugar donde no se siente parte. Hoy lamentablemente el factor socializador pasa más por el lado de la tecnología”, opinó. En esta línea, el exjugador manifestó que los adolescentes viven con un sentido de la inmediatez en el que todo está resumido y la satisfacción es instantánea. “La disciplina del deporte enseña otras cosas, a tener la valentía de trabajar y esperar, la recompensa viene después”, reflexionó el entrenador.

Capalbo destacó lo importante de la competencia en la vida de los adolescentes. “Los adultos somos los responsables de crear contextos para que la competencia sea favorable, pero los chiquilines tienen que jugar y vivir la experiencia de ganar y perder porque la vida se trata de eso”, afirmó. 

Por su parte, el responsable de formativas del Club Atlético Tabaré, Matías Varela, dijo a Sala de Redacción que el “tercer tiempo” es clave porque es cuando los adolescentes se juntan a conversar entre ellos y con sus referentes: “el acompañamiento extra básquetbol es lo que termina haciendo la diferencia y las amistades que hacés en formativas son únicas por todo lo que compartís más allá del deporte”. 

Los tres entrenadores consultados coincidieron en que uno de los mayores desafíos es retener a los adolescentes porque el deporte compite con otras actividades que muchas veces les resultan más atractivas. Además, Varela explicó que cuando los jugadores se enfrentan a dificultades tienden a dejar de ir al club: “No puedo con esto, no me está saliendo como quiero, dejo de intentarlo”, es lo que suelen expresar los jóvenes. E hizo énfasis en la importancia de que en esos momentos sepan que tienen al grupo y al entrenador para acompañarlos y ayudarlos a mantener el proceso: “a los 14, 15 años son muy volátiles y buscamos que el básquetbol y el club sean espacios en los que puedan pertenecer siendo ellos mismos para convertirse en mejores personas”, resumió el entrenador.

El compromiso con el equipo, la disciplina, la buena educación dentro y fuera de la cancha,  la responsabilidad y la perseverancia para sostener la práctica y los partidos de los fines de semana son algunos de los aprendizajes que destacan los entrevistados. “El punto medular de la historia es educar personas con un sentido crítico, capaces de tomar decisiones en momentos jodidos o con las pulsaciones a mil y aprender a hacerse cargo”, resumió Capalbo y agregó que “hoy no alcanza con pegarle bien y correr. Tienen que tener la capacidad de entender los por qué para lograr un objetivo. Y no es el objetivo de ganar, es el objetivo de ser”.