El hecho que conmocionó al mundo, que quedó en la retina de miles de personas para toda su vida. Fue una mañana soleada de martes, la ciudad de Nueva York transitaba un comienzo de día como tantos otros, era impensado lo que pasaría rato después. A las 8:46, horario local, el vuelo 11 de American Airlines, con sus 92 pasajeros, impactó contra las Torres Gemelas, específicamente contra la torre norte. Minutos después y ante la vista de millones de personas, en la ciudad y la televisión, el vuelo 175 de la empresa United Airlines que llevaba 65 pasajeros, se estrelló contra la torre sur. En ese momento todo el mundo tuvo claro que esto no se trataba de un accidente y que era algo sin precedentes.

El gobierno de Estados Unidos ordenó el cierre total del espacio aéreo, pero la medida llegó tarde: a las 9:39 el vuelo 77 de American en el viajaban 64 pasajeros impactó a una velocidad increíble contra el Pentágono en el estado de Virginia. A las 9:59 cayó la torre sur, que dejó una avalancha de humo y escombros en el World Trade Center. El último vuelo secuestrado, transportaba a 44 pasajeros, se estrelló en un campo en el estado de Pensilvania, entre las 10:03 y las 10:06; tenía como objetivo la capital Washington DC, pero sus pasajeros se enfrentaron a los terroristas, y evitaron que llegara a destino. Finalmente, a las 10:28 cayó la torre norte, que puso fin a la secuencia de ataques y derrumbes de una pesadilla que cambiaría al mundo.

Este desastre dejó casi 3.000 muertos, 24 desaparecidos y 25.000 heridos. Ese mismo año, el presidente estadounidense George W. Bush declaró la guerra contra el terrorismo y comenzó con la invasión a Afganistán. “Ellos entraron a Afganistán en la búsqueda de Osama Bin Laden, con la acusación al régimen talibán de ser el colaborador principal”, contó a Sala de Redacción Ricardo Petrissans, especialista en Relaciones Internacionales. Consideró que los atentados le sirvieron de alguna manera a Estados Unidos, “siempre fue un hecho que nunca estuvo claro; fue justificativo, por llamarlo de alguna manera, para hacer toda una serie de operaciones contra terroristas. Estados Unidos se erigió como el paladín del mundo occidental contra el terrorismo”.

Pero el plan no salió según lo esperado. “Instauraron regímenes democráticos en lugares en donde el concepto de democracia está muy lejos de la idea occidental”, explicó Petrissans, quien entiende que pudo haber habido un error de entendimiento de la idiosincrasia de esos países. “El concepto de democracia de esos pueblos es distinto. Son países que llevan siglos y siglos de sistemas autocráticos, donde además la influencia de la teocracia es muy importante. No llegan a grados de teocracia organizada como la de Irán”, consideró.

Por otra parte, aumentaron ciertas problemáticas históricas, y en ello mencionó el caso de la Guerra de Irak, que desarrollaron varias potencias que invadieron Irak entre 2003 y 2011 bajo el liderazgo de Estados Unidos. “Lo que dejaron en Irak fue un país realmente fragmentado, no consiguieron unir las diferentes facciones religiosas -y además étnicas- y el problema kurdo quedó sin resolver”, dijo Petrissans. Además de las pérdidas humanas, mencionó las económicas: “haber estado 20 años y haber gastado lo que se gastó, organizar un Ejército que se disolvió prácticamente en semanas, dejar una gran cantidad de armamento y retirarse de manera, en cierta forma vergonzosa, para mí representa, en los dos casos, un enorme fracaso, hasta patético. Eso debería a llevar a que el Pentágono y el Congreso repiensen lo que ha sido esa política, porque evidentemente fracasa una y otra vez, y cada vez con mayor estruendo”, opinó.

¿Por qué fracasan a estas políticas? Según Petrissans “el error es pensar ciertas realidades con la cabeza puesta en Washington, con un modelo norteamericano que no va a florecer allí. Además, tengo la sensación de que no son comprendidos, y los métodos que se utilizan no son los adecuados”, sostuvo. También comentó que lo mejor sería “entender mejor ciertos procesos, mecánicas y movimientos históricos, para ver cómo se puede encarar. Soñar con colocar democracia a la occidental en esos países es cuanto menos un poco aventurado”.

Además, indicó que hay un lado muy oscuro, como son las torturas y los encarcelamientos en prisiones como Abu Ghraib (Irak) y Guantánamo (Cuba) a personas que no tenían ninguna relación con el terrorismo. “En la lucha contra el terrorismo se buscó aislar a los que se habían identificado como más peligrosos y poder desarticular redes por medio de confesiones para extirpar organizaciones como Al Qaeda, que era una organización muy descentralizada y además tenía franquicias”, remarcó Petrissans. Consideró que, del mismo modo, no sirvió: “combatir esto con este tipo de medios realmente no iba a conducir a un éxito, de hecho, no lo hizo. El islam radicalizado está tan vigoroso como siempre y siempre resurge, como lo hizo por ejemplo el ISIS [Estado Islámico], que nace de lo que deja Al Qaeda. Deja en claro que las políticas empleadas no funcionan”, evaluó.

Petrissans ve los últimos acontecimientos en Afganistán como una salida muy desorganizada y apurada de parte de los estados invasores. “Lo que se presenció es muy similar a lo que se vio en Vietnam”, comparó. No obstante, señaló que no le parece justo que las críticas se dirijan únicamente contra Estados Unidos: “le están facturando todo a los americanos, pero no hay que olvidarse que estaba la OTAN, con Alemania, Holanda, España. La coalición podría estar encabezada por Estados Unidos, pero todos tuvieron voz y voto”.

En términos de seguridad Petrissans no ve que se viva en un mundo más seguro, “cuando uno mira los resultados de lo que ha sucedido en Francia, Reino Unido, España y demás, no daría la sensación de que haya dado demasiado resultado. Se ha incrementado la vigilancia y el control de los ciudadanos, no sólo en occidente, también en China, que es brutal. Pero si nos vamos al problema del terrorismo prácticamente no se ve resultado, se ve a la gente cada vez más asustada”.

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