Hoy, a 25 marchas de la primera, diferentes acontecimientos trastocan la manifestación: una pandemia que retiene a todos en sus casas, el cambio de gobierno y el fallecimiento de Felipe Michelini. Sin embargo, hay un elemento que permanece: la falta de respuestas. Los recuerdos de aquella primera tarde otoñal resuenan en las voces de Elena Zaffaroni, integrante de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos y luchadora por la verdad y la justicia, y Rafael Michelini, ex senador del Frente Amplio que tomó la voz de mando en 1996 para intentar esclarecer los hechos ocurridos en la dictadura. Ambos dialogaron con Sala de Redacción sobre lo que se perseguía en 1996 y sobre la necesidad de mantener aún hoy viva la búsqueda.

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El teléfono sonó y sonó hasta que Elena Zaffaroni atendió. Recién había terminado una videollamada con sus nietos que viven en Brasil, antes había tenido una reunión por Zoom de dos horas, pero no estaba cansada. “Esto de la cuarentena, junto con la Ley de Urgente Consideración, es mucho, un impacto muy fuerte”, reclama Zaffaroni, antes de rememorar, con su voz siempre calma, aquella primera marcha del silencio: Fue emocionante e impresionante, como una iluminación de los que la pensaron”, propone. Ya no eran tiempos de dictadura, pero la democracia tenía “un gran agujero en términos de justicia”

El 20 de mayo de 1996 se cumplían 20 años de la aparición de los cuerpos sin vida de Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, Rosario Barredo y William Whitelaw en Argentina. Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, personas que habían estado presas en la dictadura, figuras políticas, trabajadores y estudiantes, hombres, mujeres y niños formaron parte de aquella primera Marcha del Silencio. La prensa de la época estimó la participación en 50 mil personas.

“Estábamos muy ansiosos. Fuimos a las 18.30 para partir desde Rivera y Jackson. Yo le dije a mi madre: ‘¿vendrá gente?’, porque además garuaba. Ella me acarició el brazo y me dijo ‘no te preocupes, vamos a estar todos’. A mí eso me tranquilizó pero yo no tuve tiempo de preguntarle a mi madre si ‘todos’ eran cien, mil, dos mil, ¿quiénes eran todos? ¿A qué se refería?”, recuerda Rafael Michelini.

Esa tarde el aire frío se abalanzó por la avenida 18 de Julio, pero el calor humano primó y la llovizna cesó justo a tiempo para cuando la gente comenzó a marchar. Las pancartas no fueron el centro de la protesta. Las personas llevaban la foto en blanco negro de los desaparecidos, de esas personas que fueron y serán, cada 20 de mayo, las protagonistas. Una rosa en cada mano fue la imagen de la convocatoria. 

Ausente pero presente

El pasado 19 de abril falleció Felipe Michelini, ex diputado frenteamplista que dedicó su vida a la defensa de los derechos humanos. Felipe, junto a su hermano Rafael, pensó y promovió la primera Marcha del Silencio. A muy corta edad, a ambos les tocó sufrir el asesinato de su padre Zelmar. Su compromiso siempre estuvo vinculado a la búsqueda de los desaparecidos y a promover un acceso a la información que permitiera avanzar en la verdad y en la justicia. Según cuenta Zaffaroni, Felipe era un hombre comprometido y luchador por los derechos humanos. “En su llegada al grupo de Madres siempre estuvo abierto a recibirnos y a que primara lo que nosotros opinábamos”. Su hermano, en tanto, lo recuerda como una persona audaz, muy inteligente, sumamente comprometido con su trabajo y sus metas.

“Cuando mis dos hermanas estaban presas, tanto Felipe como yo íbamos a visitarlas y les llevábamos un paquete con comida. Muchas veces las visitas se cancelaban sin previo aviso y entonces, para no llevarnos la comida nuevamente, nos apurábamos a poner en los paquetes de las otras presas la comida que llevábamos, para que por lo menos le llegara al resto. La rapidez con que hacíamos eso ni bien nos enterábamos que se cancelaba la visita no tiene nombre, era algo bestial. Esto era un acto de resistencia”, rescata Michelini, que en ese momento tenía 17 años, mientras Felipe tan sólo 15. “No puedo imaginar mi vida sin Felipe porque mi vida entera fue junto a él. Dormimos 16 años en el mismo cuarto. Para mí Felipe siempre estuvo y creo que yo para él también. Siempre fuimos espalda con espalda”, recuerda.

Era una época en la que no se hablaba del tema y el reclamo no era visible. La idea era que la marcha tuviera una consigna, pero que en silencio la gente expresara su reclamo de verdad, de justicia, de sensibilidad hacia los derechos humanos, de memoria y de nunca más terrorismo de Estado. Y se marchó en absoluto silencio, fue impresionante”, expresa Michelini. “Fue un salto de calidad” hacer una marcha luego de haber perdido el plebiscito de 1989 en el que se intentó, sin éxito, derogar la ley de Caducidad. Armar una marcha “en compromiso de aquellos, que cayeron y que ya no están pero que viven en nuestros corazones”, percibe en retrospectiva el ex senador.

Michelini recuerda que la publicidad de la marcha fue escasa y que mayoritariamente se divulgó mediante el “boca a boca”. Solamente algunos medios de prensa publicaron notas, por ejemplo el semanario Brecha que el 17 de mayo difundió a través de sus páginas: “El homenaje a las víctimas no puede ser otro que el reconocimiento a través de la verdad de los hechos, la recuperación de la memoria y la exigencia de que en Uruguay nunca más exista la tortura, las ejecuciones y la desaparición forzada de personas”, es un fragmento de la convocatoria. Los canales de televisión, en tanto, no dedicaron minutos de su transmisión a difundirla, y el día después “le dedicaron sólo 15 segundos de programa para hablar de la marcha y, por supuesto, no dijeron nada”, narra el ex senador.  

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La angustia y la tristeza se sienten en la voz de Zaffaroni: “la dictadura tuvo como objetivo la destrucción, la tortura y el asesinato. ¿Qué sentido tienen la desapariciones? Fue una bestialidad, una barbaridad, porque entregaron muchos cuerpos y otros no: esos son los desaparecidos. ¿Por qué no entregaron los cuerpos de algunos y sí los de otros? ¿Qué querían con eso?”. Las insistentes preguntas sin respuesta rondan en su cabeza desde el año 1978, cuando salió de la cárcel. “La falta de justicia no es aceptable nunca. La falta de verdad, menos”, sentencia Zaffaroni.

Cada año el inicio de la marcha es en el Monumento de los Detenidos Desaparecidos de América Latina, ubicado en Jackson y Rivera, hasta la Plaza Cagancha, también conocida como Plaza Libertad. Desde el año 1984 el grupo de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos se concentraba en la plaza todos los viernes a las 19 horas para reclamar a sus familiares ausentes mostrando una foto de cada uno de ellos. 

“Empezamos siendo pocas personas, pero poco a poco comenzó a unirse cada vez más gente. En un momento ya no éramos solamente los familiares sino que nos acompañaba gente que transitaba por la vereda”, cuenta Zaffaroni. Sin embargo, luego del triunfo del voto amarillo -que mantuvo la ley de Caducidad-, la participación de las personas en las manifestaciones fue cada vez menor. “Éramos siempre las mismas y, bueno, decidimos terminar los encuentros de los viernes”. A fines de 1992 las fotos de los desaparecidos desaparecieron de la Plaza Libertad.

-¿Cómo comenzó tu militancia en Familiares?

-Yo fui presa política; estaba embarazada cuando caí. En el año 1978 me soltaron y desaparecieron a Luis Eduardo González, que era mi compañero, que también había caído preso junto conmigo. En el ‘85 el Servicio de Paz y Justicia me vinculó con el grupo porque quería reunir a los familiares de los presos: no los llamábamos desaparecidos, eran presos de los que no se sabía nada. 

Sabían que yo había estado presa y a través de mí fue que contactaron a mi suegra, ella en ese momento fue quien se unió al grupo. Yo la acompañaba en algunos momentos pero no me integré desde el principio. 

-¿Por qué no decidiste formar parte desde el principio?

-Porque yo estaba con el tema de establecer el vínculo con mi hijo. Él nació y quedó con mi mamá, entonces esos primeros años fueron de estar con él, de conseguir trabajo, de volver a estudiar, todas esas cosas de la vida que se van haciendo a la vez. 

Me sumé por completo cuando empezaron a ir a las plazas, se hacían reuniones de madres una vez por semana y reuniones en algunas iglesias, empezaron a hacer diferentes actividades como ir a los cuarteles, a la Cruz Roja, a escribir cartas a los políticos y militares pero también cartas para el exterior. 

A partir del año 1976 se conformaron tres organizaciones de familiares de desaparecidos: Madres de Uruguayos Desaparecidos en Argentina, Familiares de Uruguayos Desaparecidos en Uruguay y la Agrupación de Familiares de Uruguayos Desaparecidos (que se constituía por las madres que venían del exilio). 

¿Qué cosas le contabas a tu hijo?

-¡Qué cosas no le contaba! Que cuando quedé embarazada fue una inmensa felicidad, queríamos tener un hijo y llegó. Era algo que lo habíamos hablado muchas veces. A pesar de que eran tiempos horribles, decidimos tener un hijo. Su padre era una persona muy responsable. 

Fue un proceso largo de negaciones y de aceptaciones. Él no pudo entender nunca la impunidad, fue lo que le hacía tener miedo, se preguntaba cómo, si todo se sabe, si sabemos quiénes son, si sabemos quiénes fueron a buscarlo. Todo esto él lo superó porque pudo realizarse como persona, como pareja y como familia. Como madre fue una alegría que mi hijo pudiera superar todo esto que fue tan duro. Y él siempre se sintió parte del grupo de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, nunca dejó de ser partícipe. 

-¿Cada marcha del silencio mantiene vivo el recuerdo de Luis Eduardo González? 

-Sí, claro que sí, de él y de todos, de los 197 de los que levantamos la foto. Pero también de tantos compañeros que no están, de los que murieron presos siendo muy jóvenes. 

A distancia
La primera Marcha del Silencio significó un hito en la construcción de la memoria sobre los hechos de la dictadura. Esta vez la convocatoria será diferente: en el medio de la pandemia, se marchará desde los hogares bajo el lema “Son memoria. Son presente. ¿Dónde están?”.

Madres y Familiares propone que en cada hogar se coloque una margarita, las fotos de detenidos desaparecidos o la frase “Memoria, verdad y justicia”. Desde las 19 horas del 20 de mayo se hará una transmisión en vivo en la que se nombrará a todos los desaparecidos. “La consigna es poner la radio en un balcón, una ventana, en la puerta de tu casa y decir ‘Presente’ juntos después de cada nombre como cada 20 de mayo en la marcha”, se detalla en el comunicado de la organización.

Zaffaroni se apena de que la marcha no pueda ser presencial ya que considera que este año es especial por el tratamiento en el Parlamento de la Ley de Urgente Consideración. Además, “que exista un partido militar en el gobierno nos parece un inmenso retroceso para la democracia. Y no dejamos de decir que es un partido militar porque sabemos que (Guido) Manini, que es parte de la coalición de gobierno, reivindica el terrorismo de Estado. Esto pone en cuestión a la democracia y a todas las libertades”, concluye.

Por su parte, Michelini manifiesta que “la marcha del 20 de mayo va a tener que recordar a los desaparecidos, pero también a Luisa Cuesta y a Felipe Michelini. Recordará a aquellos que nunca bajaron los brazos”.

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