La Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) había dispuesto inicialmente que el partido se jugara con restricción de entradas: permitiría solamente el ingreso de 200 personas por categoría y club. La razón de esa propuesta era que no se quería invertir más dinero en seguridad, explicaron a Sala de Redacción Florencia Vicente y Juliana Castro, capitanas de Peñarol y de Nacional, respectivamente. Las jugadoras reclamaron que tenían el mismo derecho de jugar con público que los equipos de fútbol masculino. Finalmente, con el esfuerzo de los clubes y del gremio de las jugadoras, la Organización de Futbolistas Uruguayas (OFU), se resolvió jugar el partido en el GPC, dándoles la tribuna Héctor Scarone a la parcialidad de Peñarol y la Abdón Porte a Nacional. Pero lo que debía ser una gran fiesta dentro y fuera del estadio, se vio manchado por la violencia ejercida por personas identificadas con ambos cuadros.

Lo sucedido

Antes del inicio del partido, un grupo de personas identificadas con Peñarol llegó al GPC por la calle Urquiza “provocando disturbios y arrojando piedras hacia parciales de Nacional, provocando daños en unos 10 vehículos estacionados y en algunos ventanales de viviendas del lugar”, informó el Ministerio del Interior (MI) en un comunicado de prensa.

Según declaró a la prensa el presidente de Nacional, José Decurnex, varios minutos antes del inicio del partido, la seguridad del club alertó que se acercaban esas personas por 8 de Octubre hacia el GPC a lo que “el jefe del operativo policial respondió que estaba ok y a partir de ahí pasó lo que pasó”.

Cuando terminó el partido, se retiró primero la hinchada de Nacional y 15 minutos más tarde lo haría la hinchada de Peñarol pero, según relató el comunicado del MI, “se pudo comprobar la existencia de parciales de Nacional en las inmediaciones con intenciones de provocar enfrentamientos con la hinchada carbonera, lo que motivó la solicitud de refuerzos de efectivos y unidades policiales que derivaron en la detención de 6 masculinos que protagonizaron incidentes violentos”. Los efectivos policiales se desplegaron en dos puntos, principalmente Jaime Cibils y Carlos Anaya y Jaime Cibils y Urquiza, pulmones para que no se cruzaran las hinchadas, y también había efectivos en Jaime Cibils entre Monte Caseros y 8 de Octubre y en Urquiza, entre Pedro Olmida y Comandante Braga. El despliegue contó con el monitoreo de cámaras de la zona.

Si efectivamente el despliegue policial fue como lo detalló el MI en el comunicado, las personas identificadas con Peñarol no podrían haberse acercado a la hinchada de Nacional como lo hicieron.

Horas después de los incidentes, Nacional presentó una denuncia penal. “A nuestro juicio fue un operativo fallido de la Policía en las afueras del GPC. Dentro del parque no pasó nada y de eso se encarga la seguridad del club”, declaró Decurnex. El lunes, Peñarol emitió un comunicado en el que puso a disposición de la Justicia a la Comisión de Seguridad del club “de modo de contribuir al total esclarecimiento de los hechos y la identificación de los responsables”.

De las seis personas detenidas solo dos fueron procesadas. Según informó Fiscalía General de la Nación en su página web, la fiscal Angelita Romano condenó a siete meses de prisión efectiva a un hombre identificado con Nacional por porte de arma en calidad de reincidente. Condenó, además, con una pena de cuatro años y seis meses de penitenciaría y prohibición de acercarse a un radio de 500 metros de la sede y del estadio de Nacional, a un hombre identificado con Peñarol como autor penalmente responsable de un delito de violencia privada agravada y un delito de rapiña agravada en reiteración real.

Rivales en la cancha

Las capitanas de ambos clubes consideran que, deportivamente, fue un antes y un después para el fútbol femenino. “Fue más que Nacional y Peñarol, fue la lucha por el crecimiento que queremos que haya en el fútbol femenino en general de parte del gremio y todas las futbolistas” dijo Vicente.

Foto: Femeninocap Instagram

Las capitanas lamentaron que al día siguiente solo se hablara de lo sucedido en las afuera del estadio y no de lo que sucedió adentro. Ambos equipos se enteraron de los incidentes al final del encuentro. “Esperemos que la sociedad haga un clic con respecto a la violencia” dijo Castro, quien agregó que “las familias afuera no pasaron un lindo momento y van a pensar dos veces si vuelven a ir”. Vicente destacó que son “90 minutos de rivalidad pero queda en eso”, y eso se reflejó, por ejemplo, en el trabajo conjunto que hicieron ambos equipos durante la organización del clásico. Las capitanas coincidieron en que se subestimó la seguridad del clásico por ser femenino; como dijo Vicente, “un partido de Peñarol y Nacional hasta jugando a las bolitas es de alto riesgo”.

Como consecuencia de lo sucedido, el mismo sábado a la noche la AUF decidió suspender los clásicos femeninos de las categorías sub 16 y sub 19, que iban a jugarse el domingo en el complejo de Rentistas, porque esa cancha tiene menos condiciones de seguridad que el GPC; los partidos aún están por disputarse.

Puntos de vista

En diálogo con Sala de Redacción Edward Holfman, experto en seguridad, opinó que la violencia en el deporte se arrastra desde muchos años atrás, y que es más complicado de lo que se imagina. “Tenemos a los mayores barrabravas con el mayor negocio en el tema del fútbol que son los argentinos y copiamos todo” expresó.

Según el experto “los barrabrava son un negocio que se mueven en función del fútbol, son las entradas que les dan por parte de los clubes, las camisetas, el estacionamiento, el conocer a los jugadores, etcétera”.

“La inteligencia policial no está funcionando si no, la gente esa no podía haber hecho esos desmanes”, planteó Holfman. Para él, la Policía “improvisa” y expresó que el operativo no fue bueno o fue subestimado, por ser un clásico femenino. “Si el jefe de seguridad de la AUF dijo que estaba planificado ¿por qué no coordinaron y tomaron las medidas adecuadas? No sé si lo hacen por incompetencia o es porque quieren generar estos problemas de los que después nadie se hace responsable”, cuestionó.

Consideró que el MI debería tener un plan adecuado y considerar varios planes secundarios para resolver los disturbios que pueden generarse.

Rafael Peña, jefe de Seguridad de la AUF, declaró a Sala de Redacción que “indudablemente hay una falla en lo que tiene que ver con el sistema de seguridad, hay reacciones de conducta humana que no estaban previstas”. Acotó que la seguridad siempre implica incomodidad para las personas y costos, pero que “si hubiéramos llenado la zona de policías seguramente esta gente no hubiera pasado”. Indicó que la responsabilidad de la AUF y de los clubes termina cuando las personas salen del estadio “pero es de carácter humanitario preocuparse por la integridad de las parcialidades cuando se retiran del estadio, por más que no sea nuestra jurisdicción”.

Valoraciones

Sala de Redacción se comunicó con el periodista Jorge Burgell, entrenador de fútbol femenino, opinó que considera errada la propuesta de la AUF de limitar el acceso de hinchas a los clásicos femeninos, algo que se hizo en los últimos años, cuando “iban solo 70 personas porque aplicaban criterios restrictivos y de seguridad, que iban en contra de lo que necesita el fútbol femenino, que es promoción para su desarrollo”. Además, afirmó que en el fútbol femenino nunca hubo un problema de seguridad y lamentó que ahora, por lo sucedido, en la cabeza de las personas va a quedar “ligado que el fútbol femenino es lío en las afueras”.

El periodista deportivo Sebastián Giovanelli dijo a Sala de Redacción que “la violencia en el deporte es un flagelo para la sociedad que no estamos pudiendo combatir, ni las autoridades, ni de los actores del fútbol, principalmente los dirigentes, los jugadores y periodistas”, y piensa cada uno, desde su lugar, debe hacer un mea culpa. Al igual que Holfman, Giovanelli cree que “hay negocios dentro de la tribuna, conflictos por quién manda, por el poder, el nivel económico y demás”. Dijo que en este caso puntual se utilizó al fútbol femenino y que las autoridades se confiaron porque pensaron que la barra más complicada de Peñarol iba a ir al Parque Capurro, en donde a la misma hora jugaban Peñarol y Progreso, y no pensaron que los integrantes de la lista negra podrían ir al clásico femenino. Giovanelli considera que lo sucedido fue organizado y de mala fe; resalta que en uno de los videos que circularon quien filma es uno de los involucrados “como diciendo acá estoy, tengo el poder, nosotros mandamos”. Planteó que para erradicar la violencia en el deporte los directivos no deben darle más entradas a los violentos; expresó que “es muy difícil porque algunos están amenazados y les da temor realizar las denuncias” pero dijo que en el último tiempo las dirigencias de Nacional y Peñarol han dado señales claras para terminar con la violencia. Sostuvo que debe impedirse el ingreso a personas identificadas por las cámaras de identificación facial. Piensa que la Justicia uruguaya tiene que comprometerse más y dar otras señales para que el deporte se pueda desarrollar de manera. Además cuestionó que solo dos personas hayan sido procesadas.

El periodista deportivo Martín Kesman, dijo a Sala de Redacción que lo que sucedió refleja que “los encargados de darnos la seguridad a los ciudadanos tienen cero posibilidad de control”, y pidió que quienes generan desmanes tengan una pena, “no es cuestión de agarrarlos y soltarlos”, como pasó con un hincha de Peñarol, que fue detenido y en la noche estaba en el partido de básquetbol de Peñarol con Larre Borges. Kesman explicó que no importa quiénes estén jugando, si es un partido de futsal o voleibol: la rivalidad es tan grande que hace que se den episodios de violencia. “El clásico es el partido más divino que tiene el fútbol uruguayo, por lo que convoca, pero es lamentable que las fuerzas policiales no saben cómo frenarlo o no pueden, porque los delincuentes son superiores”, afirmó. Considera que una de las formas de erradicar la violencia es que los violentos cumplan con las sanciones adecuadas, además de traer expertos que tengan la capacidad de enseñar a controlar a los violentos. “Yo a veces hasta salgo con temor de los estadios” confesó.

El periodista deportivo Rodolfo “Pillo” Larrea, dijo a Sala de Redacción que después del llamado clásico “de la garrafa” del 27 de noviembre de 2016, hubo un compromiso mayor de la dirigencia de los clubes grandes: “los dirigentes se animaron a denunciar a personas de las barras” que provocaban disturbios, y señaló que hasta el clásico femenino se había mejorado la seguridad en el fútbol. Larrea también piensa que se subestimó lo que podía pasar en el clásico; afirmó que no hubo prevención ni una intervención temprana, por lo que, a su entender, el MI queda comprometido.

Consultado por Sala de Redacción Fernando Gil, encargado de comunicación del MI no quiso dar declaraciones.

El clásico masculino del Clausura

Peñarol fue locatario en el clásico del Torneo Apertura de la primera división del fútbol masculino, que se jugó en el estadio Campeón del Siglo (CDS). El operativo del MI fue muy bueno pero muy costoso y Peñarol tuvo que pagar alrededor de 400.000 dólares para ponerlo en marcha, según dijo Larrea.

Tras los hechos de violencia del sábado 20 no hay certezas de que el clásico del Clausura en el fútbol masculino que se jugaría en el GPC.

Me parece injusto que por culpa de personas que entorpecen los espectáculos deportivos y que deberían estar identificadas, la gente de bien se quede sin la posibilidad de asistir a un partido de fútbol en su propio estadio”, respondió Kesman, aludiendo a la inversión económica que Nacional y Peñarol han hecho en sus estadios.

Larrea consideró que si hubo un compromiso para que el clásico del Apertura se jugara en el CDS, el del Clausura debe jugarse en el GPC, con un operativo similar para que no suceda nada.

Giovanelli también piensa que el clásico debe jugarse en el GPC pero acotó que “el operativo va a ser diferente porque el CDS está al descampado. En el GPC hay un barrio alrededor que van a tener que cuidar”.

Sofía Oxandabarat y Fiorella Riguetti

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