“Mirá, Sam, si este libro es así de corto, confuso y refutable, es porque no hay nada inteligente que se pueda decir sobre una masacre. Después de una carnicería sólo queda gente muerta que no puede decir ni pedir nada; todo está en silencio para siempre. Sólo los pájaros cantan. ¿Y qué cantan los pájaros? Lo único que es válido decir sobre una matanza; algo así como «¿pío-pío-pi?»”.

(Vonnegut,1969, p.20)

Historias sobre la brutalidad de la guerra y sus consecuencias nefastas para la humanidad sobran. De hecho, relatos acerca de héroes invencibles dispuestos a no rendirse nunca ante la adversidad y a llevarse por delante hordas y hordas de nazis, casi constituyen un género en sí mismo. Ficciones de este estilo, construidas a partir de clichés tan efectivos como maniqueístas, son llevadas al cine todos los días. Algunas incluso llegan a ganar importantes premios y a levantar la moral de sus espectadores hasta el inevitable estallido de otro conflicto armado. Y así sucesivamente. Por todas estas razones, es aun más loable que Kurt Vonnegut haya escrito una novela tan perfecta como Matadero-Cinco; una obra que ya desde el principio tiene la lucidez de cuestionarse acerca de lo inútil de escribir un manifiesto antibélico (pero aun así hacerlo), sin caer en lo complaciente de los lugares comunes que engordan este tipo de relatos. Porque Matadero-Cinco es en el fondo una novela antiguerra, sí, pero también es un un relato de ciencia ficción sobre viajes en el tiempo y abducciones extraterrestres.

Inspirada en gran parte por las traumáticas experiencias del autor vividas durante la Segunda Guerra Mundial, Matadero-Cinco fue publicada en el año 1969 en Delacorte Press, un pequeño sello editorial de novelas policiales. Enseguida se convirtió en un éxito inesperado, catapultando a Vonnegut a las listas de autores mejores vendidos y haciendo de él un ídolo de la juventud norteamericana. Sin embargo, a la vez que esto ocurría, Matadero-Cinco despertaba el rechazo de los sectores más conservadores de Estados Unidos e incluso su venta llegó a estar penada en varios estados del cinturón bíblico y le valió al autor ser catalogado como “soez”, “depravado”, “inmoral”, “psicótico” y “anticristiano”. Que gran parte de la trama girara en torno al bombardeo y destrucción de Dresde, masacre de la que por entonces se sabía muy poco, provocó la indignación de quienes sostenían que “la generación más grande” (expresión que utilizan los historiadores norteamericanos para referirse al grupo de soldados que luchó en la Segunda Guerra Mundial) era incapaz de cometer atrocidades de ese tipo.

La novela

“Ahora hasta los marihuanos publican libros. Han salido muchos libros por ahí muy raros, ¿no?”

Juan Rulfo

Una de las virtudes de Vonnegut es que te la hace fácil. Escrita en un estilo llano, directo y empleando párrafos breves, Matadero-Cinco es una obra arquetípica de una época en la que libros tan arriesgados como El lamento de Portnoy, de Philip Roth, o, La subasta del lote 49, de Thomas Pynchon, podían aspirar a convertirse en grandes éxitos de ventas. El relato se sucede de forma no lineal sobre un arco temporal que transcurre desde 1944 a 1969. Billy Pilgrim – apellido que traducido al español significa “peregrino”– es el protagonista principal de la historia, un joven soldado raso enviado a luchar en el bando de los aliados durante el último año de la Segunda Guerra Mundial. Inmediatamente es capturado por los alemanes y llevado junto a 100 de sus compañeros a la ciudad de Dresde, donde serán encerrados en un matadero abandonado. Desde allí se convertirán en testigos involuntarios de un bombardeo responsable de la muerte de más de 25.000 civiles. Simultáneamente a estos hechos, Billy viajará arbitrariamente en el tiempo, paseándose de forma desordenada por momentos claves de su vida; desde su matrimonio con una rica heredera a la que no ama a situaciones extrañas, como la vez que fue abducido por tralfamaldorianos, una raza de seres extradimensionales responsables de la destrucción del universo.

Narrada principalmente desde la tercera persona, con un tono que oscila entre la amargura más desesperanzada y la ironía más ácida, la novela está repleta de situaciones de humor negro y disquisiciones filosófico-existenciales. De hecho, uno de los debates más reñidos en torno a Matadero-Cinco es el de si puede ser considerada en su totalidad como un alegato determinista. Gran parte de este argumento se sostiene en la concepción del tiempo que poseen los tralfamadorianos (pueden ver pasado, presente y futuro simultáneamente), y en su filosofía fatalista, perfectamente resumida en el hecho de que saben que serán los responsables del fin del universo pero no les interesa hacer nada para evitarlo. Cabe aclarar, no obstante, que esta postura es enfrentada varias veces durante la novela. Aunque en última instancia el protagonista la adopta para sí.

Kurt Vonnegut. Foto: Flickr de Rashawerakh.

La estructura fragmentaria de la obra y lo disparatado de su trama son sólo algunas de las razones por las cuales Matadero-Cinco es considerada una novela clave de la literatura posmoderna. Desde el principio el autor juega con el lector utilizando procedimientos narrativos propios de la metaficción, tales como la intertextualidad, los saltos arbitrarios en el tiempo, o el intervenir en la trama a través del uso de la primera persona y de alter egos ficcionales. Personajes protagónicos de otras novelas del autor -Kilgore Trout, el Señor Rosewater y Howard Campbell Jr.- aparecen durante el transcurso de la narración, otorgándole un lugar de continuidad a la obra dentro del amplio universo Vonnegutiano. El autor, riéndose de sí mismo y adelantándose a sus críticos más cáusticos, llega a poner en boca de uno de sus personajes comentarios autodespreciativos del estilo “lástima que su prosa sea horrible, porque sus ideas no son tan malas”, para referirse a las novelas de ciencia ficción de uno de sus álter egos. Todos estos elementos fueron en su conjunto novedosos para la época, y, al día de hoy, en ningún momento de la lectura se sienten forzados o rebuscados.

Dos de las interrogantes que pueden desprenderse de la trama: ¿Está Billy Pilgrim loco? ¿Son los viajes en el tiempo y las abducciones extraterrestres episodios de tipo alucinatorio? No sería muy tirado de los pelos sostener que los momentos más lisérgicos que vive Billy son síntomas de lo que hoy se conoce como el Síndrome de Estrés Postraumático, un trastorno psiquiátrico muy común en quienes pasan por situaciones traumáticas. De hecho, Vonnegut no salió ileso de su participación en la Segunda Guerra Mundial. Sufrió hasta su vejez de largos episodios de depresión y de arrebatos de ira. Al momento de su muerte estaba en plena campaña antibush, escribiendo todos los ensayos rabiosos que podía y definiéndose a sí mismo como un “hombre sin patria”.

Kurt Vonnegut en la armada estadounidense.

Al momento de su publicación, la novela cosechó tanto adeptos como detractores. Anthony Burguess, autor de La naranja mecánica, la definió como un mero escapismo literario, y la llegó a comparar desfavorablemente con el Peter Pan de J.M. Barrie. Hoy en día, sin embargo, sólo parece tener admiradores. Roberto Bolaño, John Irving, Graham Greene, Martin Amis y Rodrigo Fresán son sólo algunos de los autores que se han visto influidos por su lectura.

Aunque Matadero-Cinco no sea la mejor novela del autor –Cuna de gato, Madre noche y Dios lo bendiga, Señor Rosewater, son quizás obras más redondas-, sí es la más influyente, su trampolín al reconocimiento crítico y la obra que lo consolidó junto con Philip K. Dick y Ursula K. Le Guin, como uno de los tres mejores narradores de ficciones políticas del siglo XX.

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