El Partido de los Trabajadores (PT) fue fundado por militantes de izquierda en 1984, en medio de la lucha contra la dictadura cívico-militar, bajo la agrupación de orientación trotskista y comunista “Socialismo Revolucionario”. Siempre se presentaron a las elecciones bajo su única lista, la 1917. Las primeras tres elecciones fue Juan Vital Andrada, quien había estado exiliado en Argentina y militado para el Partido Obrero argentino, el candidato a presidente. En las elecciones internas de 2009 no alcanzaron los votos necesarios para presentarse a las elecciones nacionales, y en 2014 obtuvieron la mayor cantidad de sufragios de su historia: 3.218.

Rafael Fernández fue militante estudiantil durante la dictadura en el Centro de Estudiantes del Instituto de Profesores Artigas y en la ASCEEP. Desde 1982 milita en el sindicato bancario y actualmente integra el Consejo Sector Banca Oficial y la Comisión Representativa del Banco de Seguros, además de ser suplente del Consejo Central de AEBU. Se candidateó por primera vez dentro del PT en 1994 como senador y desde las siguientes elecciones siempre como candidato a presidente. Tras obtener 566 votos en las internas, el partido pelea por superar su votación histórica de 2014 y alcanzar por primera vez una banca en el Parlamento.

-¿A qué se refieren cuando hablan de “una perspectiva educativa al servicio de los trabajadores”?

-En verdad es al servicio de un desarrollo que sea productivo y humano. Si uno mira el proceso histórico en Uruguay y América en general, lo que podemos llamar la clase dominante, la burguesía, ha fracasado en cuanto a cualquier generación de desarrollo, por ejemplo con la reforma universitaria de Córdoba. Aquella pregunta de Reina Reyes, “¿para qué futuro educamos?”, plantea justamente que con las clases dominantes actuales no hay futuro para América Latina, hay un futuro de mayor dependencia y precariedad en todos los sentidos. La educación es la “cenicienta” de las políticas públicas y el presupuesto.

En este sentido, cuando decimos una Universidad al servicio de los trabajadores, es abrir las puertas en mayor medida a los sectores sociales que en general no llegan a la Universidad, dar más becas, apoyos, pero sobre todo vincularlo al proceso de transformación de la sociedad. Si vos no tenés condiciones para subsistir, difícilmente puedas asistir a una clase, y ni hablar de estudiar en tu casa. Entonces, es la interrelación entre la Universidad y la transformación de la sociedad, que para nosotros debe ser en términos socialistas. Pensamos que nos iremos educando para ir hacia un gobierno de trabajadores en el que la transformación de la sociedad sea en términos radicales, revolucionarios, una revolución social. Eso no se va a resolver en esta elección.

-Se plantea un antagonismo entre la educación pública y la privada, ¿Piensan que no pueden coexistir?

-Nosotros no planteamos prohibir la educación privada. El antagonismo está dado porque las políticas públicas tienden a la privatización de la educación. En la educación media hay proyectos que buscan eso, como los “colegios públicos de gestión privada”, donde la plata la pone el Estado pero la gestiona una ONG u otro tipo de organización, y en educación inicial los CAIF son todos privados. El proyecto de todo un sector de capital financiero es generar ese tipo de mercados, porque encuentran allí una oportunidad de obtener ganancias: convertir un sector, como la educación, en un ámbito donde obtener un dividendo del capital que se invierte.

Las políticas públicas tienden a la privatización de la educación. (…) El proyecto de todo un sector de capital financiero es generar ese tipo de mercados, porque encuentran allí una oportunidad de obtener ganancias.

Eso forma parte de un proceso que tiene que ver con el capitalismo y su etapa actual, en la cual existe una masa gigantesca de capitales que no encuentran donde reproducirse productivamente. Gran parte de esos capitales terminan volcándose a circuitos delictivos como el narcotráfico, la trata, el tráfico de armas y otros mecanismos de crimen organizado, que vuelcan luego esas ganancias al circuito legal a través del sistema financiero y mueven cantidades de dineros sin las cuales los bancos no vivirían. Hoy tenemos un capitalismo cada vez más putrefacto en el que los sectores del capital no intervienen en la producción, sino que son puramente especulativos y parasitarios.

-¿Qué postura tiene el Partido de los Trabajadores respecto a la reforma constitucional impulsada por Jorge Larrañaga?

-Nosotros estamos abiertamente en contra de esto: es una reforma completamente reaccionaria y, sobre todo, es un gran bluff, porque eso no va a resolver nada. Poner al Ejército a reprimir es algo que ya se aplica en muchos lugares y se traduce en aparatos represivos policiales y militares que terminan siendo corrompidos por el fenómeno del narcotráfico. Poner más policías que entren en contacto con los delincuentes produce el fenómeno de perseguir al más chico, al último eslabón de la cadena, mientras los grandes quedan al margen. Entonces no es una solución y hay un deterioro de las libertades políticas, que se traduce en una criminalización de algunos sectores sociales, en particular de la juventud, que viven en los barrios populares. Hay que tener cuidado. Las crisis políticas en América Latina plantean nuevas intervenciones de los ejércitos contra los pueblos. Este planteamiento de Larrañaga busca hacer creer a la población que el Ejército puede ser una solución. Es realmente nefasto, más de alguien que dice que viene del wilsonismo.

Foto: Clara Fernández

-¿A qué se refiere cuando habla en su programa de gobierno con crear “una organización contra atropellos policiales”?

-El planteamiento es: ¿quién nos defiende a nosotros de los cuidadores, de los protectores de la sociedad? En muchos barrios es dramático, ha habido muertos por la represión policial dentro una comisaría o en supuestos enfrentamientos que no fueron tales. Nosotros necesitamos de alguna manera, como trabajadores y como ciudadanía democrática, mecanismos para investigar eso de una forma independiente. Entonces son medidas de defensa ante un sector del Estado que tiene el monopolio del uso de las armas. Como sociedad tenemos que defendernos de ellos.

-En materia de cárceles, ¿qué propondría?

-La propia cárcel es un fenómeno horrible, que en todo caso debería estar acotada a personas que es muy difícil reintegrar a la sociedad. No debería suceder que un joven robe algo y esté toda la vida preso o entrando y saliendo de las cárceles porque la sociedad no le ha dado otra solución. Es el tema más difícil, porque las cárceles tienen un nivel de hacinamiento y de violaciones de derechos humanos descomunal.

La lógica tanto de la derecha como del FA fue aumentar más las penas y superpoblar las cárceles. Está demostrado que eso no resuelve el problema, porque termina siendo una escuela de delitos, y es un círculo vicioso.

Esto lo intentó resolver el primer gobierno del FA (Frente Amplio) con leyes de humanización del sistema carcelario, salieron una serie de presos primarios, pero esa política no duró mucho. La lógica tanto de la derecha como del FA fue aumentar más las penas y superpoblar las cárceles. Está demostrado que eso no resuelve el problema, porque termina siendo una escuela de delitos, y es un círculo vicioso. Hay que plantearse la línea contraria: una transformación social que permita dar una salida, que esa gente pueda tener un trabajo, una serie de soluciones. 

-¿Cuáles son las medidas que promueven para reducir el desempleo?

-Una es la reducción de la jornada de trabajo sin la rebaja del salario, es una reivindicación que se opone por los vértices a los regímenes capitalistas. Al introducir tecnología se genera una masa de desempleados, y eso presiona al trabajador en actividad a aceptar peores condiciones, a trabajar más horas por menos plata. Entonces se produce una caída del salario. Por lo tanto, lo que debería generar un progreso por la introducción de avances tecnológicos, se termina convirtiendo en una maldición.  

-En cuanto a materia de género, ¿qué propone el PT?

-Se han aprobado leyes que no tienen impacto presupuestal, contenciones a las mujeres que sean víctimas de violencia de género. La mayoría de las veces siguen viviendo con la persona que las somete porque no tienen alternativa, no tienen lugar donde vivir y no tienen cómo separar a los hijos de esas situaciones de violencia. El tema de la mujer, más en general, tiene que ver con la estructura de la familia: el capitalismo introdujo a la mujer en la producción, pero no socializó las tareas domésticas. La solución para nosotros es socializar la educación de los niños, generar comedores.

Por otro lado, es necesario reducir las jornadas de trabajo y aumentar el salario, elementos que son centrales para la mujer. El trabajo femenino en general está peor pago, son las que más sufren en trabajos precarios. Hay cantidad de empleos que son feminizados por su origen, en la salud, en la educación, en la limpieza, donde son el 80 o 90 por ciento. Obviamente, el planteo de “a igual trabajo, igual salario”, es fundamental para la mujer, pero también pelear para subir el salario mínimo.

-¿Y cuánto se prioriza este tema en el programa?

-Es un tema que hace al eje de lo que es una revolución socialista. Es muy difícil plantearse la transformación profunda sin cambiar las raíces y la forma en que se organiza la sociedad, y una parte de eso tiene que ver con cómo se estructura la familia. Otro aspecto que también tiene que ver es el matrimonio igualitario, que obviamente es un avance, pero nosotros queremos superar el matrimonio. La familia tradicional es un lugar donde hay mucha violencia, contra la mujer, contra los niños, y obviamente esto tiene que ver con una transformación cultural. Todas las revoluciones han hablado de una revolución cultural, que no alcanza con transformar las bases estructurales, sino transformar la vida del conjunto, del ser humano. En definitiva, lo que uno quiere es la emancipación humana: creemos que la libertad del hombre, de la humanidad, requiere liberarla de estos elementos que la condicionan tanto.

Foto: Clara Fernández

-En cuanto a la emergencia nacional por causa de los femicidios, ¿qué soluciones plantearían?

-Buscar mecanismos de apoyo a las víctimas para darles la posibilidad de separarse del victimario, algo que tiene que ver con la vivienda, con el trabajo, con las condiciones de vida. No es la misma situación la de una persona que vive un drama pero tiene familia que la puede ayudar. Hay que cuidar a esa persona, pero es otra la situación de las mujeres que no tienen salida, ni nadie que las respalde. El tema de la responsabilidad del Estado en este punto es central. Después está el fenómeno de cómo controlar más al posible victimario. Se trata de evitar el femicidio, no de aumentar penas sobre el homicida-femicida, que en definitiva ya es una barbarie, porque eso no va a restituir la vida de la mujer. Como medida inmediata, hay que aumentar el presupuesto para la ley contra la violencia de género. Pero creemos que el tema va más allá y requiere de una transformación social. Sin ella es un círculo vicioso.

-¿Qué opina sobre el retorno de la extrema derecha con Cabildo Abierto?

-Acá se dijo “este es otro Ejército” y ahora nos damos cuenta de que no. Hubo que echar una cantidad de generales que no dijeron una palabra sobre la desaparición de Roberto Gomensoro, lo mismo con (Guido) Manini Ríos: se hace la víctima con este juicio en el que está, y no es el único responsable de que las denuncias no se hayan hecho, pero es el principal. Las normas militares establecen que cuando en un tribunal de honor se habla y se confiesa un delito, tiene que ponerse en conocimiento de la Justicia. Manini dijo a la gente que estaba en el tribunal que siguieran adelante y que no denunciaran nada, que él después se encargaba, y pasó más de un año en todo ese proceso. Es evidente que Manini ha hecho una reivindicación del Ejército, diciendo que eran falsedades lo que se decía sobre su rol en la dictadura. Forma parte de toda una política de impunidad de los llamados partidos “democráticos” que son de alguna manera corresponsables de la emergencia de este sector.

Manini Ríos: se hace la víctima con este juicio en el que está, y no es el único responsable de que las denuncias no se hayan hecho, pero es el principal.

Por otra parte, refleja cierto hastío de la gente con respecto a los políticos, no sólo hacia el FA sino también hacia los partidos tradicionales. No quiere decir que esos votantes sean cautivos de Manini y mañana no puedan ir para otro lado, forman parte de una cierta desazón de la sociedad. Creo que vamos a una situación de mayor deterioro social, mayor desempleo, en la que estos discursos más bien reaccionarios, de mano dura, pueden prosperar, pero como no van a abrir una salida, nosotros confiamos en que rápidamente también va a haber un cambio. Ya en Brasil, por ejemplo, van diez meses del gobierno de (Jair) Bolsonaro y tienen una caída de la popularidad descomunal. Por lo tanto, creo que vamos más bien hacia la izquierda en el futuro, tal vez no en lo inmediato pero los trabajadores ya han hecho una experiencia con (Mauricio) Macri y Bolsonaro y no obtuvieron soluciones. Hay que tener en cuenta que el contexto internacional es de guerra comercial, de guerra económica, de achique de los mercados, y por lo tanto va a haber mayor crisis económica. No puede haber un gobierno de derecha que diga “voy a generar una reactivación devaluando la moneda”, lo que van a hacer es achicar, ir a una mayor recesión.

-¿Estarían dispuestos, en el marco del balotaje, a hacer una coalición o a llamar a sus seguidores a votar a determinado partido?

-Nosotros decimos que (Luis) Lacalle Pou y (Daniel) Martínez son dos variantes de la política del FMI. De alguna manera, Lacalle Pou podría ser un Macri, y Martínez un Lenín Moreno. Muchas veces, cuando se establece que son “oligarquía o pueblo”, se olvidan de que Dilma Rousseff tenía a (Michel) Temer de vicepresidente, y fue quien dio el golpe. Si hubiera ganado (Daniel) Scioli en Argentina, seguramente estarían también ante un proceso de sometimiento muy fuerte ante el FMI, como hizo Macri. Así que los vasos comunicantes entre los dos bloques supuestamente enfrentados son muy fuertes. No creemos que haya una diferencia sustancial entre Martínez y Lacalle Pou.

Hacer una coalición o llamarlos a votar implicaría darles un voto de confianza en alguna medida, y nosotros creemos que hay que generar condiciones para superar a estos gobiernos llamados “progresistas”, que a la corta o a la larga, si no es en esta elección es en la siguiente, traen a la derecha, porque no van a dar una solución. Se trata de superarlos a través de una lucha de los trabajadores, y eso es en lo que estamos embarcados, en lo personal y seguramente como partido vamos a sacar una posición, si se llega al balotaje, por el voto en blanco.

Clara Fernández / Germán González / Agustina Huertas / Gabriel Rodríguez / Clara Vaz      

* Sala de Redacción solicitó entrevista con todos los candidatos a la Presidencia de la República. Hasta el jueves 24 publicaremos las entrevistas de quienes accedieron.

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