Diego Forlán Corazo supo desde chico que quería ser jugador de fútbol. Sus espejos eran su abuelo materno, Juan Carlos Corazo, y su padre, Pablo Forlán; desde el momento en el que nació pudo ver sus carreras deportivas exitosas. Siempre bajo la lupa de su madre, Pilar Corazo, que le exigía estudiar para desenvolverse en la vida más allá del deporte: además de fútbol, practicaba tenis con su hermano mayor, Pablo.

Diego vivía en Potosí y Rambla de Mexico, en Carrasco, e iba al Liceo Francés, donde siempre fue un alumno aplicado, pero con picardía. Hasta el día de hoy recuerda cuando su madre lo dejó sin un mes de fútbol por traer una materia baja en el liceo. “Si bien te sacás buenas notas, esta vez perdiste una materia. No te esforzaste y no irás este mes al fútbol. Y no pidas ayuda a papá, esta vez no te va a servir”, recuerda Forlán sobre los dichos de su madre en el libro biográfico del jugador, titulado Uruguayo. Lo que Pilar le dijo se cumplió al pie de la letra y, pese al sufrimiento, Diego aprendió que debería esforzarse en los estudios para la próxima. Luego iría al Colegio Erwy School, donde aprendió inglés, portugués e italiano, que se sumaron al francés que había aprendido anteriormente, lo que a futuro sería fundamental para su carrera futbolística.

La vida le dio una oportunidad única cuando en 1993 Diego Armando Maradona llegó a Uruguay y visitó a su padre, Pablo, lo que le permitió compartir un picadito en la cancha de fútbol 5 Forlán Five Soccer. Diego, que en ese entonces era fanático de Maradona y de Boca Juniors, se lució frente a su ídolo, quien después de ver sus movimientos le dijo que sería un gran delantero en el futuro.

El inicio

Luego de no encajar en las formativas de Peñarol, donde le decían que no cumplía con las condiciones y era estigmatizado por ser el “hijo de” y después de que su padre fue cesado como supervisor de juveniles del club, decidió cruzar el charco en búsqueda de una nueva oportunidad. Llegó a Independiente de Avellaneda con 18 años y se las tuvo que arreglar solo, un poco lejos de la familia. Vivía en la pensión del rojo, donde se quedan los jóvenes del interior argentino y extranjeros. Todo lo que ganaba, unos 150 dólares, lo ahorraba para él y con parte ese dinero se compró un televisor y una videocasetera para ver y grabar partidos de fútbol. De ese pasaje recuerda con cariño a una cocinera uruguaya que estaba en la residencia: “Cocinaba riquísimo”, recuerda en el libro, y también señala que sus comidas le hacían acordar a las de su abuela y su madre.

En 1998 César Luis Menotti era el técnico de Independiente y vio que aquel muchacho rubio tenia capacidad para jugar en el primer equipo. Su debut oficial sería el 25 de octubre frente a Argentinos Juniors, cuando ingresó con la camiseta número 32. A partir de allí permaneció en primera división y en ese campeonato siempre fue utilizado para dar una mano en los segundos tiempos, mientras aprendía de los referentes de ese plantel, como José Luis Calderón, y de Menotti. En su biografía también cuenta que su apodo “Cachavacha” provino de dos compañeros, quienes lo bautizaron de esa forma en alusión a un dibujo animado que se le parecía mucho físicamente en esa época.

Esas posibilidades en un equipo grande de Argentina lo llevaron a ser convocado por la selección sub 20 de Uruguay, con la que disputaría el sudamericano en ese mismo país. Sin lograr su mejor rendimiento, a la selección le alcanzó para clasificar al mundial en Nigeria, en el que obtuvo el cuarto puesto. Pese a que Forlán marcó un gol, fue criticado porque se esperaba un mejor rendimiento del entonces joven delantero.

A Europa

Un sueño que Forlán pudo cumplir dentro de su sueño de ser futbolista profesional es el de jugar en el Manchester United de Inglaterra. En su biografía cuenta que en su adolescencia pasaba mucho tiempo jugando al Play Station y que solía elegir a ese cuadro, que era su favorito. De esa forma, se sentía un poco más cerca del ambiente del Estadio Old Trafford y de los hinchas del diablo rojo inglés. También de sus jugadores, con quienes disfrutaba enormemente al ganar en el videojuego cuando faltaban pocos minutos para el final de los partidos.

Desde la pensión de Independiente Cachavacha también seguía al cuadro, gracias al televisor y a la videocasetera que compró con sus ahorros. En particular, recuerda muy bien al equipo que obtuvo la Champions League en 1999 en forma agónica, que contaba con jugadores como Gary Neville, Ryan Giggs o David Beckham. “Jugábamos en el filial contra Estudiantes [de La Plata] a la misma hora del partido, entonces dejé grabando el partido en la videocasetera y me fui a jugar, (…) cuando llegué me lo puse a mirar, fue sencillamente espectacular, al minuto 90 ese equipo de Manchester estaba muerto, y dos minutos después era campeón de Europa”, recuerda en Uruguayo sobre la final que le permitió al Manchester United ser campeón continental.

Después de un par años de ese suceso, Diego ya estaba consolidado como titular en Independiente y se extendían los rumores sobre un pase al exterior. Al final de la temporada de 2001 su representante le dijo que hasta el 10 de enero del año siguiente no habría novedades sobre su futuro, por lo que Forlán volvió a su casa para disfrutar de vacaciones. En ese lapso recibió un llamado inesperado para él: el mismo Alex Ferguson, el técnico del cuadro de sus sueños, le dijo que estaba interesado en contar con él en el equipo. En el correr de los días el pase no se concretaba, hasta que otro llamado terminó con la incertidumbre: le avisaron que al otro día debía viajar a Inglaterra. Pero no era lo que esperaba, ya que Independiente tenía encaminadas las negociaciones con el Middlesbrough Football Club. Viajó junto a su representante y su hermano, pero en el camino las negociaciones se truncaron y recibieron un llamado de los dirigentes de Independiente para avisarles que debían viajar a Manchester para cerrar la negociación con el United.

Al llegar a esa ciudad, los hinchas lo esperaban en el aeropuerto como un ídolo del club y Forlán quedó anonadado, igual que los periodistas ingleses al escucharlo hablar su idioma con mucha fluidez, algo no muy común en futbolistas extranjeros. El sueño de jugar para el equipo de camiseta roja ya era realidad y compartiría vestuario con jugadores como Neville, Giggs y Beckham, con quienes jugaba en el Play Station o veía por televisión.

Después de 12 años, en 2002 la Selección Uruguaya volvía a un mundial de fútbol y Forlán fue convocado. Casi no fue tenido en cuenta por el técnico Víctor Púa en los dos primeros partidos, pero será recordado por su ingreso en el último partido del grupo, ante Senegal, donde paró una pelota con el pecho y la metió cerca del ángulo desde el borde del área. A la celeste no le alcanzó para clasificar a la siguiente fase, pero ese gol quedó marcado, no solo para los uruguayos sino también para varios clubes que más adelante mostrarían interés por el delantero.

De élite

Finalmente, en 2004 cambió de club. España sería su nuevo país y el Villarreal su nueva casa. Sería parte de un equipo modesto, que apostó por el delantero para salvarse del descenso y terminó clasificándose a la Champions League por primera vez en su historia. El madrigal era un estadio pequeño, por ende, se sentía el calor de la hinchada local, cosa que a Diego le fascinaba. En ese equipo formó una dupla inolvidable con el volante Juan Román Riquelme, quien también había llegado hace poco tiempo desde Barcelona.

En Villarreal el delantero uruguayo logró ser goleador de la liga española 2004/2005, distinción conocida en ese país con el nombre de “pichichi”. Al mismo tiempo, ello le sirvió para convertirse en bota de oro de Europa, o sea, el delantero que convirtió más goles en todo el continente, premio compartido con Thierry Hernry del Arsenal inglés. A la última fecha de la liga, Forlán llegaba cabeza a cabeza en la tabla de goleadores con el delantero del Barcelona Samuel Eto’o. Barcelona jugaba un sábado y Villarreal el domingo contra Levante, un equipo que peleaba por salvarse del descenso. Según cuenta en Uruguayo, en la concentración del Villarreal, el técnico Manuel Pellegrini se le acercó a Diego y le dijo:

-Diego, faltan 15 minutos para que termine el partido y no ha marcado.

-¿Cómo dijo? – respondió Forlán.

-Que no ha marcado.

– ¿Quién?

-Eto’o, quién más va a ser.

-Ah, no me acordaba que estaban jugando ahora.

-Van 0 a 0.

– Gracias, entrenador.

Forlán sabía que si marcaba dos goles al día siguiente podría quedarse con el pichichi y con la bota de oro. El partido fue una fiesta, Diego lo consiguió, marcó los dos goles y estalló El Madrigal, ya con el cuadro clasificado a la Champions League. Por primera vez un uruguayo ganaba una bota de oro.

Movimientos y campeonatos

En la temporada 2007/2008, Forlán desembarcó en el Atlético Madrid de la capital española, después de que en el año 2000 el colchonero ya se hubiera interesado en él. El 17 de junio del 2007 fue su presentación, donde estuvo el entonces presidente del club, Enrique Cerezo, con quien pasados los años mantendría una gran amistad. Esa temporada no fue goleador, pero el club cosechó el objetivo de clasificar a la Champions League después de mucho tiempo.

La siguiente temporada tendría un sabor agridulce, por un lado, el equipo quedaría tempranamente eliminados de dicho torneo continental. Por el otro, al terminar terceros en el grupo accedieron a la Europa League, torneo de segunda escala, que finalmente el club terminaría obteniendo con un gol de Forlán en la final ante el Fulham de Inglaterra. Durante esa temporada Diego se sentía con confianza y eso se tradujo en goles. A falta de dos fechas para la finalización de la Liga Española, llegaba 30 goles y otra vez peleaba el pichichi con Eto’o y David Villa. Antes de jugar su partido de la última fecha, Forlán sabía que había alcanzado nuevamente esa distinción, lo que no lo inhibió de marcar un nuevo gol para llegar a 32 conquistas en la temporada.

Durante los mejores años del delantero, la Selección Uruguaya logró la clasificación al mundial después de ocho años, en Sudáfrica 2010. En el debut, un doblete frente a la selección anfitriona daba inicio a un mundial soñado para el atacante: Uruguay llegó a semifinales y obtuvo el cuarto puesto después de 40 años, mientras que Diego fue goleador del torneo y obtuvo el balón de oro, que se le entrega al mejor jugador de cada mundial. Con 31 años, Cachavacha era considerado uno de los mejores delanteros del mundo. Los consejos de su padre de practicar con el frontón y pegarle a la pelota con ambas piernas porque “la pelota siempre te vuelve a vos” estaban dando resultados.

Al año siguiente se jugaba la Copa América en Argentina, donde la celeste y Forlán debían confirmar todo lo hecho en el mundial. La selección pasó el grupo con lo justo y con apenas destellos de su figura, que parecía no sentirse del todo cómodo. Tras eliminar a la anfitriona en cuartos de final, Uruguay llegó a la final, que se jugó el 24 de julio en el Estadio Monumental frente a Paraguay. Forlán tuvo un rendimiento destacado y en la final marcó sus dos primeros goles del campeonato, lo que permitió a la celeste levantar la copa número 15 y festejar después de 16 años. Al igual que su abuela y su padre, Diego conquistaba una Copa América con la Selección Uruguaya.

Últimos años

En los años siguientes pasó por el Internazionale de Milán, Internacional de Porto Alegre y Cerezo Osaka de Japón, hasta que llegó al club del que alguna vez se había ido, donde quería cumplir otro de sus sueños. En 2015 firmó con Peñarol y el 9 de julio pudo besar la camiseta del club del que es hincha en la presentación de su fichaje. Tras un año con la camiseta aurinegra, el 12 de junio del 2016 se consagró Campeón Uruguayo y consiguió el título número 50 para el mirasol. Dos días más tarde, en una conferencia de prensa anunció su despedida del club: “Me voy cumpliendo un sueño”, manifestó en ese momento.

Tras haber pasado por el fútbol de India, en enero de 2018, ya con 38 años, Forlán recibió una oferta del Kitchee-Sports de la liga de Hong-Kong, que se convertiría en su último equipo. Allí también fue campeón, con 14 partidos jugados, 6 goles y 3 asistencias.

El 6 de agosto de 2019 Diego Forlán anunció su retiro del fútbol profesional. El delantero puso fin a una aventura que duró 21 años. Para las estadísticas quedaron 701 partidos jugados, 274 goles y 100 asistencias que quedaron grabados en amantes del fútbol en todo el mundo. El delantero tendrá su despedida el 28 de diciembre a las 20.00 en el Estadio Centenario de Montevideo, al mismo tiempo en que comenzó a dar sus primeros pasos como director técnico, tras haber sido designado entrenador principal de Peñarol para la temporada 2020.

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