Cada tanto, la independencia profesional de los periodistas y los medios cae en el centro del debate público; en año electoral este cuestionamiento se vuelve moneda corriente. Que un diario es oficialista, que el otro opera para los partidos de oposición, y así sucesivamente. Las etiquetas y prejuicios son variados.

Hace poco más de un mes, en el programa radial No Toquen Nada el periodista Ricardo Leiva denunció que su colega Jaime Clara –quien trabaja en Teledoce, radio Sarandí y Nuevo Siglo– se desempeña también como asesor de Pablo Mieres, senador y candidato a la presidencia por el Partido Independiente. Esto se debe a que solicitó pase a comisión desde febrero de 2015, dado que el periodista es funcionario del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. En su trabajo en los medios, Clara entrevista a políticos –entre ellos a Mieres– y es conocido por su rol de periodista, pero nunca transparentó o comunicó su pase en comisión. Esta situación generó debate sobre la ética periodística y el conflicto de intereses que se podía dar.

Más allá del caso puntual de Clara, la pregunta que transversaliza siempre este tipo de casos es si existe o no la independencia periodística. “No creo en la objetividad, pero sí en la independencia a la hora de posicionarse sobre ciertos temas”, dijo el presidente de la Asociación de Prensa de la Prensa Uruguaya (APU), Fabián Cardozo, y consideró que, si bien no es bien visto el hecho de que un periodista se posicione sobre una idea política, si se trata de un medio partidario es bastante más complejo. “En ese caso el medio se convierte en un instrumento del partido”, agregó Cardozo.

Para el presidente de APU, en casos donde un periodista o el medio trabajan para un partido deben transparentar su postura política o ideológica. “Para que el comunicador sea creíble el público debe saber desde qué lugar le está hablando”, argumentó.  Cardozo opinó que, quizás “no es conveniente que un periodista se posicione por una fuerza política si en su trabajo está en contacto con personalidades de otros partidos”, dado que alguno, por ejemplo, podría negarle una entrevista.

Walter Pernas, periodista de Sudestada y docente en la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la República, manifestó que un periodista puede manifestar su posición política y que eso “de ninguna manera afecta su credibilidad”. “En general, los periodistas no lo dicen abiertamente. Yo toda la vida dije que soy un periodista de izquierda, sin mayores problemas”, contó el docente, que en su trayectoria pasó por medios asociados a la derecha y por otros identificados con la izquierda. Aunque Pernas admite que posicionarse desde la izquierda “puede traerle contratiempos” -por ejemplo, alguien que simpatice con otra ideología le puede negar una entrevista-, “son las reglas del juego”.

¿Un periodista puede opinar o debe limitarse a comunicar? Durante mucho tiempo y desde las tradicionales escuelas de periodismo, la impoluta objetividad periodística se defendió a todo trapo. Para el presidente de APU, los periodistas “no son seres supremos descontaminados de la realidad ni seres intocables que no tienen punto de contacto con su diario vivir”. Además, Cardozo distinguió que, más allá de los medios de comunicación clásicos, el escenario de las redes sociales también cobra importancia. “Son nuestro medio personal”, dijo el comunicador sobre las redes, y agregó que, idealmente, los periodistas que quieran opinar sobre temas que los afecten como ciudadanos deberían hacerlo allí y no en los medios para los que trabajan.

En contrapartida, Pernas señaló que un periodista puede opinar en el medio que lo contratan, pero aclaró que la opinión debe ser “profunda y bien argumentada y, en muchos casos, se debe investigar para conocer del tema que se quiere opinar”.

Sobre casos como el de Clara, donde un periodista trabaja para un político, Pernas opinó: “Eso sí te afecta la independencia, no podés estar en la misa y en la procesión”.

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