Federico González fue liberado a fines de 2020, tras 10 años en prisión. Es un rapero sin pelos en la lengua a la hora de improvisar sus versos, es autor de dos discos -Desahogo Cultural (2017) e Iluminando la Sombra (2020)- y es también el responsable de dos Teatros Solís repletos, en 2018 y 2019. Su faceta de artista está en su ADN: después de que su ex cuñado Pablo “El Roi” Pulido le regalara un disco del rapero estadounidense Eminem, a sus 14 años se unió al grupo de hip hop Catarsis.

Federico busca quitar prejuicios, conectar con el público y concretar su sueño de hacer un feat con el rapero español Nach Scratch, un referente para él. ¿Pero quién es Federico González? Su sonrisa, el buzo de Nada Crece A La Sombra –proyecto socioeducativo y de salud en cárceles- y un parlante lo acompañan a todos lados. ¿Quién es?

—¿Cómo describirías al Federico de ahora?

—Eléctrico, motivado, con energía y ganas, menos llorón, más firme: bueno, más o menos porque estoy llorón (risas). Con muchas ganas de hacer y transmitir. Tengo 35 pero parece que crezco para abajo, y lo digo porque no me tomo tan serias las cosas, sino que trato de reírme y disfrutarlas más. Vivo con quien quiere vivir y ya no me preocupo por el vaso que se rompió, ahora me preocupo por no romper más vasos.

(…) El amor es la armadura que protege de tormentas (…)Sin diploma de padre ft. Emiliano Brancciari - Iluminando la sombra

—Es una persona muy dulce, creativa, soñadora, emprendedora, motivadora, y tiene un corazón muy generoso —dice sobre Federico Virginia Sequeira, rapera de Se Armó Kokoa y su pareja. 

Alias Viki Style, cuenta a Sala de Redacción que lo apoda “gruñoncito” porque cuando no le salen las cosas o quiere tener la razón puede ser una persona muy gruñona: “Se pone rezongón y de malhumor con facilidad”. Sus palabras son el fiel reflejo de lo que a simple vista se ve, pero también de lo que está más oculto. Lo elige con sus pros y sus contras: “No cambiaría nada de su personalidad”.

Agrega, aún así, que si bien Federico es una persona cargada de optimismo, a veces esa positividad está en exceso, y “en el camino que va hacer una cosa dice: ‘ah, entonces a su vez podría hacer esto y esto otro’, por lo que su eje se desvirtúa, al querer “abarcar demasiado”.

Virginia y Federico se conocieron allá por 2004-2005 en el ámbito del hip hop y “en juntadas en la Plaza de los Bomberos”, donde estaba la movida del rap. En ese entonces “ya era Kung Fú y formaba parte de Catarsis”. Hace un año están juntos como pareja y todo comenzó en las salidas transitorias que tenía Federico cuando iba a tocar en sus shows.

—¿Qué sienten cuando cantan juntos?

Para mí cantar con Viki Style es algo muy zarpado, la admiro mucho, es una tipa guerrera, re profesional en lo que hace y sin duda es una artista que sabe el mensaje que quiere transmitir y te lo hace entender en el arte que ella ejerce, que es el hip hop. También es una gran comunicadora, entonces, es prácticamente un gran todo -cuenta Federico.

—Nosotros hemos compartido escenario desde antes de ser pareja y siempre ha sido un placer compartir escenario con él, somos artistas que estamos conectados en cuanto a lo que queremos transmitir y cómo lo queremos transmitir. Pertenecemos a una misma generación del rap, yo entré a la cultura del hip hop en Montevideo en 2004-2005 y él ya estaba haciendo rap. Compartimos el cómo vivir, cómo transmitir el rap y cómo transitar por la cultura del hip hop, entonces, siempre fue un gusto. Y a partir de que fuimos pareja, eso se intensificó un montón, porque aparte de que me gusta lo que hace como artista, me gusta él y disfruto mucho de su compañía -dice Virginia.

Lo describe como el amor de su vida, quien la acompaña, la inspira, la contiene, la enamora cada día más, y juntos aprenden mucho “el uno del otro”. Le gustaría hacer una canción juntos, de hecho ya están “pensadas algunas cositas”, ya que un disc-jockey, amigo de ambos, les propuso rapear sobre una base instrumental. Si bien Virginia participó en el disco Iluminando la sombra, en la canción titulada “Calor Humano”, no fue un mano a mano, ya que también estuvo Lucía Ferreira, cantante y compositora, por lo que, la canción oficial de ellos podría escucharse próximamente. En cuanto a qué nombre le pondrán, aún es una incógnita, ya que “es lo último que se le pone al tema”, señala. 

—¿Qué les gustaría hacer juntos a futuro, además de grabar canciones?

—Hacer producciones. Él tiene una mente y una cabeza muy creativa a nivel de audiovisual pero es un campo que no ha explotado demasiado. Es uno de sus proyectos y aspiraciones, y me encantaría compartirlo con él. Después hablamos mucho de viajar al exterior para hacer música o compartir cultura hip hop, para mí eso sería hermoso, ya que al ser un amor pandémico, no hemos tenido chances de compartir ese tipo de cosas.

—Disfruto mucho de poder moverme libremente: poder ir a trabajar; pensar en progresar de la mejor manera de acuerdo al sistema en el que vivimos; pensar cómo va a ser la semana; cómo ver a mis hijos e intentar comunicarme con ellos; cómo resolver cosas; cómo pasar con la gente que estoy todo el día o con quien vivo. Disfrutar, eso es fundamental. Y lo otro es escuchar música libremente, ir a ver a alguien tocar y divertirme -comenta Federico, que goza de su libertad física hace siete meses.

A su vez, aclara que vivió la pandemia de otra manera, ya que le “bajó la euforia y lo hermosa que es la libertad, no sentí esa privación de libertad como muchos la sienten hoy en día estando libres”.

(…) Sueños son los hijos contigo a toda hora (…) Sueños - Iluminando la sombra

—El rol de padre me queda chiquitito, las madres siguen siendo padres y madres al mismo tiempo. De mi parte estoy intentando acercarme cada vez más, y todo depende de lo que quieran mi hijo y mi hija. Veo más seguido a mi hijo [Santino], de 10. Mi hija [Melina] es adolescente, tiene 13. Uno va transitando y acomodándose, porque está todo bien con acercarme, pero me tengo que acercar de una manera fuerte en el sentido laboral o emocional, pero por suerte cada vez mejor, eso es importante.

Santino tiene los mismos años que la vida en prisión de Federico. Se perdió la etapa de ambos. De Melina también. El llevarlos a la escuela y ayudarlos en las tareas, charlar de su día a día, jugar con ellos, cocinar, reírse, el abrazo, disfrutar junto a ellos. A Santino lo veía seguido gracias a su salidas transitorias, en cambio, a Melina no la veía desde hacía 10 años. Es un volver a empezar, y Federico está dispuesto a transitarlo. 

(…) Agarro el papel, la lapicera y ¿quién me frena?(…) My life - Desahogo Cultural

—Yo entiendo que el arte es el único trabajo que disfrutás: no te remuneran e igual lo disfrutás. Si te lo remuneran, sos un privilegiado o privilegiada, pero es la mayor satisfacción que uno o una tiene en la vida para vivir.

Sus primeros tiempos de privación de libertad fueron en la penitenciaría de Santiago Vázquez (Unidad Nº 4), donde se respiraba un ambiente de violencia y se quitaban la vida entre las mismas personas privadas de libertad. El problema de ese entonces era: ¿cómo emprender un camino diferente a la delincuencia y a la violencia, enfocado en el arte, cuando las condiciones de convivencia y la carencia de oportunidades no favorecían ese recorrido?

Para distraer su mente de ese círculo vicioso, decidió comenzar a cranear con su cuadernola y su lapicera pensando en encontrar algún día su lugar en el ámbito artístico. Quien le llevó en su momento las cuadernolas fue su madre, que iba a visitarlo seguido y siempre lo acompañó. Es por eso que le dedicó una canción en su disco Iluminando la sombra: “Gracias mamá por estar conmigo, cuando yo más te necesito”. 

—Empecé a darme cuenta de que era algo dentro de la cárcel que te hacía sentir bien. Todavía no conocía esa palabra dentro de la cárcel: ni la felicidad ni el amor. Se te enfría la cabeza lamentablemente. Pero empezar a encontrar esas cosas y ver que ibas a un ensayo y todos los compañeros se reían o en las visitas las madres o sus parejas; y decís: “¡Pa, podés hacer arte, laburar de algo que te hace sentir bien acá adentro!”.  

En la Cárcel de Canelones (Unidad Nº7) descubrió la murga y la felicidad que le causaba. Comprendió que se podía ser feliz por otros motivos y no amoldándose a las exigencias del capitalismo. 

Pero fue en 2013 que pidió el traslado a la Cárcel de Punta de Rieles (Unidad Nº6) -quien evaluó su petición fue el Instituto Nacional de Criminología-, a sabiendas de que era un espacio estilo barrio, con arte, educación, almacén, peluquería, gimnasio, plaza, e incluso una radio, y que a través de ella podría transmitir su música. En ese espacio pudo gozar de la libertad ambulatoria: salir al patio, practicar yoga y rapear.

(…) Fue ombijam lo que me abrió las puertas (…) Ombijam - Desahogo Cultural

—Nosotros le preguntamos: “¿con qué soñás?”; la idea era acercar los sueños a tierra y que dejaran de ser estrellas en el universo para que las pudiesen tocar. Lo de él era el rap: “Si hay algo que a mí me podrían ayudar a fortalecer es el rap, sueño con hacer una canción profesional” -cuenta Pamela Martínez, directora del Espacio Ombijam, asociación civil que se dedica a la construcción de convivencia pacífica a través del yoga. Martínez lo conoce desde 2015 y lo ayudó a explorar su camino como artista. 

Federico fue quien inauguró la experiencia del Banco Laboral, iniciativa impulsada por el Espacio Ombijam en busca de generar alianzas con las empresas para que brindaran cupos laborales para personas privadas de libertad y recientemente liberadas. Y fue el primer privado de libertad al que le promovieron la defensa de su derecho de autor en la Asociación General de Autores del Uruguay (AGADU). 

—Fue elegido por su actitud, su cero falta, su compromiso y su compañerismo -recuerda Martínez.

—Aparecieron personas dándome una mano, una puntual fue la profesora de yoga, Pamela, que me invitó a hacer un tema de [Espacio] Ombijam, el segundo tema de mi primer disco Desahogo cultural. Ese tema es un recitado al programa Yoga y Valores en Cárceles y a ella. Y se lo presenté y dijo: “Ah, qué bueno que está, me encantó”. Por más que fuera una porquería el tema, te decía que estaba bien igual. Una crack Pamela y yo re contento -cuenta Federico. 

—Por primera vez empezamos nosotros un proceso: dejar de ver a la persona por su causa y empezar a verla por su proceso -comenta Martínez.

Martínez le presentó a Federico su productor musical, Sebastián Peralta, quien le propuso grabar su primer disco, de 2017. En él plasmó de manera directa su historia dentro de la cárcel y lo lanzó en AGADU a sala repleta.

—Ahí, en un escenario profesional, presentó por primera vez su música, y a partir de ese momento se abrieron un montón de puertas. Podés acercar muchas cosas pero que la persona no lo valore, y valorarlo no es usarlo sino sentir gratitud y ser responsable con las herramientas que te dan, y en ese sentido no tengo más que felicitar a Federico -dice Martínez. 

Gracias al artículo 120 de la Ley 19.149, que autoriza a que las personas privadas de libertad a trabajar o estudiar fuera del sistema penitenciario acompañados de custodia policial, pudo rapear en shows fuera de la cárcel.

—Los procesos tienen altibajos: enojos y frustraciones, pero eso también fue parte. Sirvió para encontrar salidas al diálogo y empatizar en lo que teníamos diferencias. Trabajar juntos despertó un montón de cosas, esa es la parte más rica, ahí Federico tiene un 10. En todas las diferencias que tuvimos, nunca se cruzó la línea del respeto. Le tengo mucho cariño a ese proceso- cuenta Martínez.

Federico siente que el espacio Yoga y Valores en Cárceles, y especialmente Martínez, le brindaron una mano, le transmitieron calidez, bienestar y empatía. Pero no todos los funcionarios dentro del sistema penitenciario tienen la misma disposición. “Siento que la mayoría de las personas que trabajan dentro del sistema -no todas, porque hay hermosísimas personas que acompañan- no tienen las ganas profesionales de que la persona privada de libertad ‘triunfe’, sin pensar solamente en ganar su plata”, asegura Federico.

Su himno de vida es similar al que suena cuando se escucha la canción “Motivate que no hay tiempo”, de su segundo disco, en el que rapea acerca de los sueños, la felicidad, el crecimiento personal y sus hijos. “Es una charla motivacional, es lo que quiero e intento ser”, dice Federico.

Piensa en lo que tienes no en lo que te falta

Valorar la vida con todo lo que tu amas

Siempre reclamamos nunca nos alcanza

Es lindo ser feliz trasmite tus palabras

Que nada te apure tomate con calma

La vida sin prisa lo bueno repara

Encuentra herramientas que vivan tu alma

Disfruta de todo que eso nadie te lo saca

Hacete tu pausa para descubrir la vida

Se pasa el tiempo es re lindo si imaginas

No precisas material si quieres lo motivas

Es fundamental la energía positiva

—En mayo de 2020 renunció el director de la Cárcel de Punta de Rieles, Luis Parodi, quien apostó a la educación, al trabajo y al arte allí dentro. Tuvo sucesores, el primero fue Martín Quiró y actualmente es Omar Vera. ¿Cómo ves hoy ese sistema carcelario por el que transitaste, teniendo en cuenta que hay restricciones, amenazas y conflictos internos?

—Yo creo que la cárcel nunca dejó de tener conflictos internos. La dirección está encargada de promover la educación, el arte y el trabajo, y cuidar a las personas que realmente quieren transitar la vida carcelaria de una forma distinta y modificar su pensamiento. Luis Parodi era de esos que da herramientas a las personas que quieren hacer las cosas bien. Ahora, aparecen esas otras figuras, y depende del interés propio que tenga cada uno: si querés trancar la puerta o abrirla, si querés que sea una cárcel o un lugar donde la persona privada de libertad se le mueva el cerebro. O de qué manera quiere transitar [la persona privada de libertad] el sistema carcelario, si se quiere ir con una herramienta o quiere mentirse a sí misma, ese es el tema.

El sistema penitenciario del que Federico fue liberado hace siete meses, tiene altos niveles de hacinamiento y reincidencia, y a su vez, existen fallas, esas fallas a las que Federico se refiere en su rap: “En el sistema penitenciario mencionemos que hay crisis, el hacinamiento es la gran consecuencia”, “Las cárceles son focos de violencia”. Esa canción se llama “Falla el sistema” –pertenece a su primer álbum- y según Federico es “un tema que interpela al sistema”, y más allá de haber sido lanzada hace cuatro años, mantiene vigencia, ya que “el sistema sigue igual, siempre estuvo igual y lamentablemente va a seguir igual”.

(…) La educación es paz y esa es la ciencia (…) Falla el sistema - Desahogo Cultural

—¿A la hora de reinsertarse en la sociedad, qué es lo más difícil para alguien que estuvo privado de su libertad?

—Es muy difícil conseguir trabajo cuando salís de tu privación de libertad, pero a mí se me hizo muy fácil porque mi nombre y cara es público, tuve un buen relacionamiento social con mucha gente y fui una persona privilegiada dentro del sistema carcelario. Es muy difícil para la persona privada de libertad que su cabeza salga para querer trabajar después de transitar violencia institucional y de territorio dentro del sistema. Si bien son muy pocas las plazas laborales dentro del sistema carcelario, tampoco te “educan” para que vos trabajes ahí, porque para educarte primero se necesita muchísima empatía por la situación que presenta la persona que está transitando el sistema. Lo principal es dejar el antecedente de lado, ya que muchas veces sos señalado a la hora de transitar dentro del sistema. A mí me dejó como enseñanza el valorar las cosas que uno pierde, lo que uno tiene, pensar qué fue lo que me trajo a estar en estas condiciones y qué fue lo que me hizo salir antes. También hasta dónde van los límites de uno y de qué manera afecta a la otra persona cuando uno atraviesa los límites. ¿Qué herramientas uno tiene para modificarse a sí mismo e intentar modificar a otras personas? Uno está en constante aprendizaje.

Además, aprendió sobre “tipo de masculinidades” y cómo “desapegarte de lo material para vivir”.

—¿En dónde te gustaría transmitir tu pensamiento y enseñanzas?

—No sólo en los lugares donde transitan las personas privadas de libertad, sino también en algún barrio, un centro comunal, algún Palacio Legislativo también, porque no sólo en los barrios carenciados, también hay que modificarle la cabecita a muchos gobernantes.

Su pena era hasta 2026 [16 años en total], aunque se redujo a 2023 por su actividad laboral dentro de la cárcel. Sin embargo, le dieron la libertad anticipada en 2020, tres años antes, por su evolución, constancia, confianza, ganas de ser y hacer música fuera y de querer compartir tiempo con los suyos, recuperar ese tiempo que perdió.

(…) Me hice un click, decidí cambiar, no podía concluir mi vida en este lugar (…) My life - Desahogo Cultural

—¿Qué sentiste cuando te dijeron “estás liberado”, después de transitar 10 años de tu vida dentro del sistema carcelario?

—Cuando me avisaron para darme la libertad yo estaba en el patio con un compañero que siempre hacíamos rap, mostrándole un tema. No sé por qué pero sabía que ese día me iba a pasar algo, lo presentía, soy mucho de intuir -como buen pisciano-. Me mandaron a llamar de Jurídica, que son quienes notifican las anticipadas, transitorias o las niegan, y fui porque estaba esperando una salida que era para el evento de Cero Callejero [fundación que tiene el fin de que no haya animales en situación de calle y abandonados], y dije: “Me la dan o me la niegan”. Cuando me dicen: “Te vas liberado”, ¡pa, no podía creerlo!, literalmente me explotó la mente. Lo primero que hice cuando salí fue mandar un mensajito a Nada Crece A La Sombra por Twitter, y estuvo de más, explotó todo, soy muy feliz.

Se lo escucha contento y motivado, con ganas de componer canciones y grabarlas, pero en su lista de objetivos a corto plazo no está producir un tercer disco, tampoco tiene dinero para hacerlo, y “los discos valen plata”, por lo que, lo principal para él es tener estabilidad “con el laburo”. Pero sí está en la preparación de “algunas cositas”, aunque no dio indicios de qué serán, lo que mantiene la intriga y el suspenso: ¿será acaso esta una nueva etapa de Kung-Fú Ombijam dentro del rap? Por ahora tiene en mente continuar su camino en la movida del hip hop y no incursionar en otro género musical, aunque entre risas dice: “Mientras tenga los tiempos para poder meter mis rimas y versos, ¡te lo hago en cumbia che!”.

Ahora se dedica a armar piscinas, aunque también estuvo un tiempo laburando de mozo en el catering de los rodajes, “repartiendo la comida”. A su vez, al ser una persona desenvuelta, se ha animado a subirse “arriba del bondi” con su parlante a rapear, y tiene el carnet de artista que lo habilita. 

—¿Cómo viviste esa experiencia? 

—Siempre lo digo, el público del ómnibus es ¡wow!, es el mejor ejercicio mental para la música. ¿Por qué?, porque arriba del ómnibus tenés gente cansada, que va a trabajar, que va a estudiar o viene de estudiar, y no gente que tiene ganas de estar arriba del ómnibus. Entonces, es ese desafío de ¿qué tenés para compartirles?, ¿llegás a agarrarle la atención por lo menos?, ¿a recibir un aplauso y que les guste? Y bueno, está la otra parte laboral de que uno espera el dinero, pero hay que contemplar que la gente que está arriba del ómnibus es laburante, y si hay, hay, y si no hay, no hay. Es un hermoso ejercicio y también es la constancia, cómo mantenerse en esta época de pandemia.

(…) Voy sabiendo que nada crece a la sombra (…)My life - Desahogo Cultural

—Federico es un compañero que ha aportado muchísimo al colectivo y a la cuestión carcelaria en general. Es la muestra de que otro camino es posible, que hay que involucrar a las personas privadas de libertad en distintas rutinas y los estímulos pueden cambiar la realidad. Fede es luz, es de los que no se caen nunca, de los que pueden estar en la peor situación y siempre está dispuesto a apoyar –dice Denisse Legrand, periodista e integrante de Nada Crece a La Sombra.

Dos o tres veces por semana Federico brinda talleres junto a Nada Crece A La Sombra en la Unidad Nº4 (Santiago Vázquez). El módulo de música consiste en “una temática, el proceso de un tema, un video, y trabajar el compañerismo”, así como también otros módulos permiten hablar sobre violencia, paternidades y responsabilidades. Asegura que se siente contento de transitar “como un trabajador con libertad” y no ya como una persona privada de libertad. También de modo particular brinda talleres en centros juveniles y en breve comenzará a darlos honorariamente en un liceo. Tener una rutina diaria le es motivador: “levantarte temprano, tener días determinados para ir a laburar, poder ir a las planificaciones y transitar la cárcel sin policías y con tu documento de identidad, ser libre en ese aspecto e ingresar a la cárcel para trabajar”. 

—Hoy, que estás del otro lado, “en el afuera”, ¿sentís que hay un señalamiento hacia las personas que estuvieron privadas de su libertad física?

—No hay una educación para las personas que están libres en la calle de que la persona que estuvo presa puede cambiar y modificar sus pensamientos. Parte de ese señalamiento estigmatizante te encuadra a quedarte en esa posición, por más que no lo digan, yo sé que muchos por dentro lo sienten, y no sólo te subestiman, sino que también se piensan que uno puede ser violento o puede ser distinto. Entiendo que no hay una colaboración de muchas personas que tendría que haber, principalmente del Estado.

(…) El miedo a no tener trabajo y que no pueda encontrar el miedo de tener hambre y no pueda comer (…) El miedo, Papina de Palma ft Kung Fú Ombijam

En su última colaboración, junto a la cantautora uruguaya Papina de Palma, habla de los miedos: el hambre, la soledad, la cárcel, la impunidad, la falta de trabajo, el capitalismo, y lo hace con voz serena y dándole un toque de rap.  

—¿Cuál es tu mayor miedo?

El miedo que uno tiene es que se pierdan los derechos conquistados, hay un miedo de que cada persona que gobierna sea egoísta a sus necesidades, como uno muchas veces es egoísta en las suyas. 

Federico González, rapero. Foto: Jero López de Nada Crece a la Sombra.

Pero también creo que encontrás la felicidad a cada rato. Por ejemplo, dentro de la cárcel me quedaban años, busqué felicidad, encontré ser feliz y me pude ir antes. Lo de tocar, hacer discos pro, poder conseguir comunicarme con otras personas, enamorarme de mi compañera que me acompaña en todo, estar con mi familia, poder acercarme a mis hijos de la mejor manera, buscar trabajo… Sí, soy feliz -cuenta Federico.

A futuro Federico aspira a girar por Uruguay y fuera del país: Brasil o Argentina, pero también, a rapear dentro de las cárceles. 

Afirma que le “gustaría tocar en muchos lugares”: 

—En el Sodre, en la Hugo Balzo, en el Teatro Solís, en la sala grande, en un estadio: ¿cómo queda? (risas).

Y a su vez, viajar, producir música y un feat con el rapero español Nach Scratch, su “máximo exponente”. 

(…) Quiero entenderme y que me entiendan, quiero aprender y enseñar
Y si me equivoco que me lo digan porque soy humano. (…) Pido Perdón - Iluminando la sombra
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