Uruguay es candidato para la organización de la Copa del Mundo 2030 en conjunto con otros países de la región. De concretarse esa posibilidad, un evento de tal magnitud conllevaría una fuerte inversión en los países organizadores.

El Mundial de 2014, organizado en Brasil, le costó al anfitrión unos 11,6 mil millones de dólares, entre inversiones públicas y privadas. En tanto, el de 2018, el más caro hasta el momento, le valió a Rusia unos 14 mil millones de dólares, según informó meses atrás la agencia AFP. Considerando que el valor del Producto Interno Bruto de ambos países supera ampliamente al uruguayo, la incógnita que se plantea es si el país está realmente preparado para llegar en óptimas condiciones al evento. Además, las demandas para el Mundial de 2030 serán mayores, ya que torneo tras torneo el presupuesto aumenta y aún restan dos mundiales, los de 2022 y 2026. De todas formas, la intención de participar como sede anfitriona sigue presente y desde algunos organismos del Estado ya se están manejando planes a futuro para poner en marcha las transformaciones necesarias.

Un punto clave es la remodelación del mítico Estadio Centenario, que se inauguró en 1930 para el primer Mundial de fútbol de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA). En ese sentido, el decano de la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo de la Universidad de la República, Marcelo Danza, dijo a Sala de Redacción que “la FIFA tiene exigencias claras, como la modernización de  estadios, que serán más exigentes dentro de 11 años”.

Pero más allá de la remodelación del escenario deportivo, el barrio Parque Batlle -donde se ubica- y el tránsito de la zona se verían revolucionados. Para Danza, recibir un mundial abre un abanico de exigencias que van desde aspectos de seguridad hasta mejoras en servicios de aeropuertos, tránsito y hotelería. “Hay que tener en cuenta el capital inversor que vendrá y el concepto general cuando se organiza un Mundial o unos Juegos Olímpicos. También hay que pensar en sacar provecho de las obras realizadas para que sean redituables luego del evento”, opinó el arquitecto. Según Danza, los estadios “necesitan buena amplitud para abarcar más público” y también se requiere “mejor acceso a los escenarios deportivos, siempre en consideración de la cantidad de partidos que le correspondan a Uruguay como sede”.

Para el periodista y subsecretario nacional de Deporte, Alfredo Etchandy, quienes integran la comisión de la candidatura –presidentes, ministerios de Turismo y Deporte y la Confederación Sudamericana de Fútbol más las asociaciones de los países candidatos– en primer lugar deben acordar cuántos partidos quieren recibir en cada sede. Etchandy indicó que Uruguay probablemente organice menos partidos que el resto y que algunos de estos encuentros podrían disputarse en el Estadio Campeón del Siglo. De todas formas, admitió que “habría que buscar alguna opción en el interior del país, como el Campus de Maldonado”.La candidatura de Uruguay tiene un fuerte contenido emocional y simbólico, eso es lo que nos diferencia de otras postulaciones”, concluyó el subsecretario, en alusión a que en 2030 se cumplirán 100 años de la primera Copa Mundial de la FIFA, organizada en Uruguay.

El lunes 8 de abril la comisión se reunió en Buenos Aires y, según contó Etchandy, se confirmó oficialmente la integración de Chile a la candidatura junto a Argentina, Uruguay y Paraguay. Además, se abordaron temas referidos a los requerimientos de la FIFA y a la distribución de sedes y estadios. En la reunión “se avanzó poco”, informó Etchandy, que adelantó que el próximo encuentro de los responsables de la candidatura será en Santiago de Chile en el mes de mayo.

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