Las venas del cuello le saltan a la par de sus palabras. Cuanto más efervescente, más se hacen notar. Cuando es efervescente, es porque habla de hoy y todo lo que vendrá. Al unísono, un rap de fondo, luego una plena, después un bailongo, es que está la jornada “Sumate a la educación”, que organizaron los privados de libertad de la Unidad Nº6, para incitar a que todos estudien. Hay música, pero también información sobre los diversos talleres a los que pueden asistir. Hay música, y está Federico González, que mueve las manos y habla con Sala de Redacción, y aunque no esté rapeando, su tono de voz posee un compás particular que hace que así parezca.

Federico tiene 33 años. Nació en la Médica Uruguaya de Avenida Italia y Presidente Berro. Su primera infancia fue en Shangrilá, vivía con su abuela, su padre, su madre y su hermana grande Paula. Dice que menciona su nombre porque el ex novio de ella fue una de las grandes influencias que lo llevaron al rap. También dice que hay algo que recalcar: “el ambiente de mi niñez era completamente cerrado, miliquero, de la lista 321 de Pacheco Areco, puaj”.

Al tiempo nació su segunda hermana y se mudaron al barrio Cordón de Montevideo. De Cordón a Tres Cruces. De Tres Cruces a veranear en Punta del Este, a tener dos autos, a “tener un buen nivel económico de repente, todo antes de la crisis de 2002”. En simultáneo, el padre hacía artes marciales y trabajaba en una empresa de computación, eso llevó a que Federico practicara kung fú y que siempre estuviera rodeado de aparatos electrónicos. Se crio en una familiaque sabía hacer música: electrónica y acústica, con un tío batero y un abuelastro en la banda El Quinto. Federico escuchaba, observaba y exploraba, pero siempre con la mirada de hobby y nunca de profesionalización.

Segundo de escuela lo repitió, saltó el tejido y se escapó, “se enteraron y tremenda paliza me comí”. En el liceo también repitió. Fue al Iava y al Zorrilla, en primero y segundo año, pero se quedó. Las drogas estaban apareciendo en su entorno y colarse a los toques de La Vela Puerca eran moneda corriente. Quién iba a decir que años más tarde el mismo que se colaba para escucharlos iría a ser quien les abra un show en La Trastienda.

Subraya que lo material y la plata nunca fueron el problema. Que su ambiente familiar le dio todo para que estudie, que sí, que tuvieron conflictos fuertes y que con la crisis y las deudas no le daban mucha bola, pero que sí, que entendía que cada uno tiene su vida. Se ríe, no por lo que dice, sino por la plena que se escucha de fondo.

“Vos lo mezclás con esto y queda espacial”, le afirmaban cuando iba a las bocas a buscar marihuana. El Fede asentía y probaba. La adolescencia fue así, un poco de esto, un poco de lo otro. En simultáneo, el ex cuñado, el ex de Paula, le regaló un disco de Eminem. Ya escuchaba rap, pero Eminem fue su inspiración para zambullirse en el mundo de ritmos y rimas. Ahí tuvo su primer grupo de rap: “Catarsis”. Después, el segundo: “ADC la alta rima”. Pero en ese momento ya había empezado a ser El Fede, y la vida en paralelo cobraba lugar.

Pasar por mi ciudad con un ritmo que entona

Las sirenas se acercaron, los focos apuntaron a un solo sitio: el local y la mano de El Fede alcoholizado todavía adentro, su cuerpo afuera en posición de escape pero sin margen para poder hacerlo, los elementos robados a su lado y la voz en alto: “Yo no hice nada”.

Esa fue la primera vez que la Policía lo capturó. Pero no fue a la cárcel, sino que la privación de libertad consistía en presentarse cada semana a la comisaría y firmar, para constatar que no se había ido del país. Así fue durante seis meses.

Sin embargo, El Fede tenía nuevas amistades que le enseñaron un lema: para conseguir dinero había que robar, robar te hace poderoso y, cuanto más tenés, más sos. De la mano, el rap que escuchaba narraba sobre autos, sobre joyas, sobre plata y sobre adquirir más, más, más.

Foto: Lucía Rehermann

En paralelo, nació su primera hija, que coloreó de otro tono su lienzo: por un tiempo dejó de consumir drogas y, de la mano, prestaba atención al rap español, de estilo más filosófico. Pero cayó por segunda vez. El Fede había desbloqueado un nuevo nivel de delincuencia: “meter la mano en el bolsillo”. A uno, a dos, a varios, hasta que el módulo 5 del ex Comcar lo recibió. En su celda solían haber nueve personas y, aunque era para cinco, llegaron a ser 12. “Ahí se competía a ver quién era el más chorro y quién tenía más. Un sistema muy cerrado, donde veías pico a pico peleas de cuchillo como si fueran películas de Troya”.

En medio de Troya, sobre uno de los techos del ex Comcar, El Fede escribió su primera canción: “rejas kilos de hierro, verde que lo rodea y una ruta allá a lo lejos, tres patios por semana, a las seis se pone tranca, tu mente que espera, volver a tu casa”, canta rapeando, sin que se lo pida, con la virtud de no respirar en los espacios entre palabra y palabra. En ese centro penitenciario estuvo ocho meses.

Al salir se fue para Maroñas, donde vivía su madre. Antes de cumplir el año afuera, les robaron la casa. “Pero El Fede no fue a denunciar, porque El Fede era chorro. El Fede fue y compró un arma en La Teja, para tener en casa”. Eran la una de la mañana. Mientras esperaba el ómnibus en la parada, a la vuelta de conseguir lo que quería, una patrulla frenó: Investigaciones. Cayó. De vuelta. Por porte de armas.

Esta vez fue el módulo 3 del ex Comcar el que lo hospedó. La pena suponía unos cinco años pero estuvo menos. “Ahí sí era Troya de verdad, muertes cada 15 días, nada de educación, nada, nada. Muros gigantes y manejate pibe allá adentro”. A la semana se enteró de que iba a tener otro hijo, de otra mujer. Dice que era muy machista, pero que no lograba asimilar que iba a estar otra paternidad ausente.

En libertad, El Fede quiso encarar. Consiguió dos trabajos; de mañana en un supermercado y, de tarde, era repartidor. Pero el ambiente que lo rodeaba “no era el más prolijo y seguía con la película de hacer millones”. Fue así que desbloqueó su último nivel: un copamiento. Lo sentó, lo esposó, buscó el dinero y se fue.

Un allanamiento confirmó los hechos y cayó de vuelta, pero ahora con una pena de 16 años. Canelones fue la primera cárcel de esta última condena. La fuga y la venta de drogas para sobrevivir estaban en su cabeza, pero escogió una sola opción: nada de cuchillos, papel y lapicera.

Corregir e intentar

El poco de esto y el poco de lo otro refería, desde entonces, a otra cosa. La murga Bigotes había aterrizado en la Unidad Nº 7 (Canelones) y trajo consigo la ruptura de los labios apretados y los puños cerrados. Los talleres de murga fueron el puntapié del cambio. El Fede se sumó a ellos y, con otros compañeros, visitaba los módulos a los que nadie quería ir, repartiendo un poco de eso que tanto le hacía bien.

Cuenta que empezó a sonreír y a hacer sonreír, a entender que si se le rompía un pantalón, no tenía que comprar otro, podía coserlo. Cuenta que empezó a entender que sus hijos hubiesen estado más presos que él si siempre hubieran ido a visitarlo y si la plaza de juegos dejaba de ser su lugar común. Cuenta que empezó a entender que la mujer no era suya, que eran pareja, y que incluso siendo pareja, también le podrían gustar otras personas. Cuenta que “el puto dejó de ser el puto, y empezó a ser un hombre con otra orientación sexual”.

Un poco de eso, un poco de rap, un poco de trabajo nocturno. Comenzó a laborar en la panadería de la unidad penitenciaria, haciendo galletas para los internos. En simultáneo, se enteró de la existencia de Punta de Rieles, y en Punta de Rieles estaba lo que El Fede quería: una emisora radial. Si había radio, había posibilidad de compartir su música.

Algunos privados de libertad se aferran a la religión y otros a la luna: “era la única que me escuchaba, la única que podía comentarle sin que me juzgue si era cagón o no era cagón, si tenía errores o no tenía errores”. Además de comentarle, también le pedía algo en particular: el traslado a la Unidad Nº6. Sabía que para ello necesitaba tener una pena como máximo hasta 2018 pero él la tenía hasta 2027. No le importó, escribió una solicitud y la mandó.

El ritual de domingo a la noche era mirar en la televisión Va por vos, el programa musical de Noelia Campo. En uno de esos tantos domingos,“Es hoy” sonó, un nuevo videoclip de Dostrescinco. “¿Dostrescinco?, pero si yo rapeaba con ellos en 2007, con ADC alta rima y con Catarsis, ¡¿a ver qué sacaron estos mostros?!”, dice que dijo, y vio a aquella conocida bailando, y a aquel conocido graffiteando, y “me devolvieron el hip hop a mi vida, pensé que no podía perder más tiempo, había que volver a escribir”.

No llegaron a pasar tres meses después de aquella solicitud para que a El Fede, más Federico que nunca, le dieran el traslado. Lo llevaron a la “jaulita de enfermería” para luego dirigirlo a la barraca correspondiente de Punta de Rieles viejo. En el ínterin, un recluso le llamó poderosamente la atención: estaba usando un celular mientras tomaba un sándwich helado, “¡no te la puedo creer! había policías caminando, ¡lo van a ver! ¿y cómo que tomando un helado? ¡¿de dónde sacó eso?!”. La luna lo había escuchado, y Federico empezaba una nueva fase.

Me levanto todo el tiempo siendo más libre

Mirando el horizonte, respirando lo que amas

perdón es que sí, estoy como en casa

Como en casa, descubrió el mundo teatral, el radial y el del yoga. El espacio de yoga se llama aún “OmBijam” y está a cargo de Pamela Martínez. A los dos años de brindar clases en la unidad, se realizó un evento de festejo en el que la profesora invitó a Federico a rapear. Ese día también había otro invitado: Sebastián Peralta, un productor que, al escucharlo, le ofreció hacer un disco.

El productor, desconocido para Federico, no sólo planteó una propuesta inesperada sino que resultó ser alguien inesperado. Sebastián Peralta era el productor de Dostrescinco y, el estudio al que fueron a grabar, también era de ellos. “Mirá que por dentro estoy todo erizado”, afirma, mientras se remanga y me muestra el brazo, también erizado.

Con el grupo de teatro tuvo la primera salida de la cárcel, basada en el artículo 120 del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) que habilita determinadas salidas por tareas educativas, culturales o laborales, con custodia policial. Pero la primera como rapero fue a la inauguración de la casa PIM (del Programa Integral Metropolitano) y, desde ahí, no frenó: ha ido al Teatro de Verano en el Montevideo Hip Hop y a la rural del Prado en el Montevideo Rock, a la Trastienda, al Solís y a numerosos sitios que conforman más de 100 salidas.

“Desahogo cultural” fue su primer disco. Así se llama porque, literalmente, en el rap dice haber encontrado un desahogo. “También es una forma de canalizar la violencia mediante el arte y de hablar del sistema carcelario. Es una manera de que nos escuchen”. Con este disco obtuvo dos nominaciones en los Premios al Hip Hop El Quinto Elemento y, también, estuvo nominado al premio Graffiti en la categoría de mejor disco de hip hop.

Cierro los ojos y me dejo llevar,

no hay nada en este mundo que me pueda parar

Nada que lo pueda parar. En breve se estrenará su segundo disco y, si bien mantendrá la esencia de las palabras sentidas, de escupitajos de realidad y de dosis de rimas interminables con crítica social, será distinto. “Fede pará, ya hablaste de esto, vos no vas a estar toda la vida en cana, en algún momento vas a estar afuera y hay gente afuera que quiere escuchar otras cosas también”, le dijo su productor, y provocó que repiense un nuevo enfoque.

Foto: Lucía Rehermann

Ese nuevo enfoque habla de sueños, de esperanzas, de amistades y de familia. También narrará sobre la descentralización del dinero: “el mundo gira entorno a otras cosas, podés enfocarte un poco más en lo que es el amor, que le tenía miedo a esa palabra… cuando hablaba de que era cagón, justamente era eso, de expresar el amor a otra persona. Hoy en día puedo decirle a un compañero ‘bo, yo te quiero loco’, y no tener vergüenza de eso”.

Por sobre todas las cosas, el segundo disco será una “transmisión de poderes”. Nombró tres veces esas tres palabras y, como quien dijera la tercera es la vencida, lo anotó en la libreta que siempre tiene con él. Todavía no sabe cómo se llamará el disco, pero esta anotación le es muy tentadora.

Sueños son los hijos, contigo a toda hora

llevarlos a la escuela con música en una rocola

Legalmente, aún le quedan seis años para poder llevar a los hijos a la escuela con música en una rocola. Pero con la posibilidad de redimir la pena, puede que sean menos de dos. Federico expresa que lo primero que desea hacer una vez en libertad es ver a sus hijos, “si es que tienen ganas de involucrarse conmigo”, dice. Hace ocho años que no ve a la hija y hace cuatro que no ve al hijo. Narra que ella hace patín y que está hermosa. Narra que él tiene autismo y aunque lo vio hace menos tiempo, el traslado es más complicado.

Cuenta que su familia es el “motor” que lo hace seguir, que todo lo hace para finalmente poder estar juntos. Afuera, además, ya tiene trabajo seguro: en fibra de vidrio, con la profesora de yoga y con Nada Crece a la Sombra, un programa socioeducativo en cárceles en el que participa y lo seguirá haciendo, ya que uno de los talleres que brindan es sobre rap. Asimismo, anhela poder transmitir lo que sabe en barrios carenciados, en el INAU, en hogares y en cuanta cárcel pueda. Y sobre la música, “vos música no te vas a escapar de mi vida”, exclama, al mismo tiempo que larga una carcajada.

Le pido una oración de un nuevo tema. Toma el celular, arranca a sonar el beat, la canta completa, las venas del cuello sobresalen en el estribillo:

Piensa sueños, entonces puedes,
con los sueños quiero que intentes,
la vida es un sueño, crea tu ambiente
por eso de los sueños, los dueños siempre

Rap en el Solís
El jueves 7 de noviembre a las 21 horas Kung-fú OmBijam presentará su segundo disco en la sala Zavala Muniz del Teatro Solís.
Tendrá artistas invitados tales como Lucía Ferreira, Santiago Cutinella, Lucía Balas, Daniel “Tatita” Márquez, César Gamboa (Dj Sapo), de AliemRap: Denis Arakelian (Kb), Xavier Sosa (El Negro) y Matías Araujo (Dj Mats) y, probablemente, Emiliano Brancciari (No te va gustar).
Su música puede escucharse en Youtube y Spotify como Kung-fú OmBijam.

*El título, los subtítulos y las frases citadas bajo el último subtítulo pertenecen a la letra de la canción “Sueños”, del nuevo álbum.

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