La historia del arte está repleta de grandes escritores, músicos y pintores célebres tanto por su obra como por sus conductas moralmente dudosas. Es más, podría elaborarse un amplio catálogo de artistas que quebraron la ley: desde infractores menores como Banksy, acusado numerosas veces de vandalismo por la policía londinense, hasta el extenso expediente criminal del pintor renacentista Caravaggio. De hecho, a veces el delito parece ser la máxima demostración de excentricidad para el artista, que puede ser visto como un acto deliberado y provocador. Por ello es innegable que muchas veces la vida “problemática” de estos creadores puede llegar a despertar casi tanto interés como su obra. Hoy, sin embargo, en tiempos de escraches y redes sociales, adquiere una nueva relevancia preguntarse si es posible cuestionar moralmente la vida personal de un artista y a la vez apoyar su obra.

El documental Leaving Neverland, que arroja luz sobre las acusaciones de abusos a niños que Michael Jackson recibió hacia el final su carrera, alcanza picos de crudeza tan escalofriantes que después de su estreno el legado del americano ya no es el mismo. No obstante, el de la estrella del pop no es el único caso reciente que plantea el debate. Los cineastas Roman Polansky y Woody Allen son otros ejemplos cercanos en el tiempo, mientras que en Argentina la obra de músicos como Gustavo Cordera o de la banda Los Espíritus se han visto atrapadas en disyuntivas similares.

¿Puede la vida personal de un creador opacar los valores estéticos de su obra y quizás obligar a su público a contemplarla con una mezcla de autodesprecio y culpa? Para María José Santacreu, coordinadora de Cinemateca y periodista cultural, existe gente “monstruosa” capaz de crear cosas bellas. Por lo tanto, le parece errado negar las cualidades estéticas de una obra sólo porque fue creada por una persona moralmente repudiable. Lo que sí puede resultar “chocante”, advirtió, es cuando el artista culpable es contemporáneo, ya que existe una cercanía entre él y el observador que hace que este último se sienta “traicionado”. Otro factor a tener en cuenta es puramente de índole social y tiene que ver con los motivos por los que se espera que la conducta del artista sea un modelo de virtud. Consultada al respecto, Santacreu subrayó que frecuentemente la admiración excesiva del público hacia sus artistas hace que éste olvide que “no es a ellos a quienes se debe tomar como a modelos de comportamiento en sociedad. Los artistas en general son personas tan falibles como cualquier otra”, puntualizó.

Algunas de las canciones, novelas y películas que la sociedad más aprecia se sostienen a partir de un fuerte discurso social e ideológico, lo que lleva a que el artista incluso llegue a ser reconocido dentro de ámbitos de militancia y saque provecho de ello. No obstante, ¿puede un pederasta cantar “curen al mundo, / hagan de él un lugar mejor, / salven a los niños” y aun así sonar creíble? Francesca Cassariego, directora del festival de cine “Tenemos que ver” e integrante de Cotidiano Mujer, cree que no existe una regla general este tipo de casos, aunque admite sentir un “vacío” cuando un artista expresa en su obra un sentir con el que después en su vida personal no es “consecuente”. Aunque aclara que cada uno tiene la libertad de armarse la “estrategia” que crea conveniente para lidiar con estos casos, Santacreu opina que meter la biografía en el medio es problemático para una apreciación estética: “Esas contradicciones son parte del ser humano. El autor puede ser un hipócrita porque no cree en lo que está expresando, pero en realidad la obra en sí no se invalida; en última instancia vos estás de acuerdo con lo que ella expresa”, concluyó.

Existen varias maneras de expresar indignación frente a estas situaciones. La más habitual parece ser la de boicotear al artista y a su obra. Santacreu cree que, además, es vital que se aprovechen estos momentos para discutir realidades que muchas veces son tabú en la opinión pública, como es el caso del abuso a menores. Sobre este tema, Cassariego advierte: “Día a día van a salir a la luz cada vez más de estos casos. En otro momento no pasaba porque todas las cuestiones de género, por tomar un ejemplo, estaban invisibilizadas, pero hoy por hoy empiezan a tomar cuerpo y a salir a la luz”.

Sobre héroes y tumbas

El año pasado se instaló una polémica en Chile cuando se propuso rebautizar el aeropuerto internacional de Santiago con el nombre del Premio Nobel de literatura nacido en ese país, Pablo Neruda. Varias organizaciones feministas de ese país plantearon que el poeta fue un machista, razón por la cual entendían que no merecía ese reconocimiento. Reacciones similares se dan a veces con Pablo Picasso, quien además de ser acusado de misógino, últimamente también lo fue de plagio. Al respecto, resulta pertinente preguntarse si Neruda y Picasso fueron especialmente machistas para su época y, más en general, si las circunstancias históricas o culturales que al artista le tocó vivir deberían servir como agravante o atenuante.

Es difícil descontextualizar a una persona. Uno juzga los hechos a partir de los parámetros que le toca vivir. Nosotros hoy juzgamos desde el lugar en el que estamos y condenamos o no determinadas cuestiones que quizás en otro contexto pasaban más desapercibidas”, respondió Cassariego. Partiendo de una línea similar, Santacreu coincidió en que “no se puede juzgar con los parámetros de hoy actos del pasado, cuando los sistemas de valores eran distintos a los del presente”.

El cine y la literatura están plagados de obras que hoy se considerarían “cuestionables”, ya sea por sus posicionamientos en temas de género, raza u orientación sexual. Pese a esto, Santacreu no cree que necesariamente estas obras no deban ser apreciadas.

Prácticamente todos los artistas que pueden ser tildados como “problemáticos” en su conducta personal son hombres. Hubo autoras como Virginia Woolf o Patricia Highsmith que en su momento expresaron opiniones que hoy podrían llamarse polémicas, como la defensa de Woolf a la eugenesia. Sobre este tema, Cassariego reflexionó:El sistema patriarcal ha reproducido y generado héroes hombres en todos los ámbitos de la vida. Los hombres han escrito la historia y se han escrito ellos mismos. Y el arte no escapa a eso”.

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