A través de dos intervenciones diferentes, la Plaza Mártires de Chicago recordó ayer domingo a los 196 detenidos desaparecidos durante la dictadura cívico-militar (1973-1985) como forma de fortalecer la memoria y promover la reflexión de las nuevas generaciones.

La primera intervención, denominada “Ausencias”, cubre la plaza de lado a lado con prendas que representan a aquellos que hoy no están y de los que se desconoce su paradero. Túnicas escolares, camisas y vestidos son algunas de las prendas que se pueden ver flamear de un lado a otro como banderas.

En la soleada pero fría tarde del domingo, la plaza recibe muchos visitantes. Ancianos que observan las prendas con detenimiento y respeto, jóvenes que parecen intrigados por la exposición e incluso algunos niños que juegan a la pelota o patinan a las risas y no parecen notar diferencia alguna en ese lugar, simplemente muchas prendas de vestir colgadas sin ningún propósito en particular.

Los minutos pasan y el frío aumenta. Los más chicos poco a poco van retirándose de la plaza y quedan aquellos adultos que entre mates y charlas admiran cada una de las prendas que, separadas por colores, se lucen por encima de la icónica plaza.

El clima que se vive no es de tristeza o angustia sino de reflexión, suena por altoparlantes una canción de rock nacional mientras Viviana Núñez, organizadora de esta intervención, le comenta a Sala de Redacción que tuvieron el criterio de escoger ropa que fuera de la época y que “se tuvo en cuenta la cantidad de mujeres, hombres, niños y adolescentes que desaparecieron en la dictadura para elegir las prendas”.

Una de las curadoras de la exhibición, Malena Paz, también habló con Sala de Redacción y expresó la importancia de esta iniciativa para generar conciencia en el público, fundamentalmente en los más jóvenes.

“La idea era que cuando la gente viera la instalación pudiera proyectar cuáles son esos cuerpos que están faltando, cuáles son las familias de esas personas que todavía siguen esperando saber donde están”, agregó Paz.

A su vez, ambas coincidieron que esta expresión artística da lugar a que los más jóvenes se interesen por conocer sobre el tema ya que no se trata de un discurso político partidario sino que se busca la toma de conciencia sobre un problema que está latente desde hace ya muchos años y aún no se brindan soluciones.

“Nosotros queríamos plantear la discusión desde otro lado. Históricamente hay mucho discurso pero ese discurso normalmente se vuelve un poco pesado y queda cargado de política. Pensamos que con un acto artístico y estético podíamos lograr iniciar el diálogo desde otro lugar con generaciones más jóvenes”, explicó Paz, mientras que Núñez agregó: “El desconocimiento no nos permite avanzar en un montón de cosas en las que es fundamental hacerlo”.

Las familias de los desaparecidos también se hicieron presentes. En silencio, algunos acompañados y otros solos, caminaron, serios, entre las prendas. “Parecería que uno se está fortaleciendo y no lo conmueven las cosas. Cada vez que se acerca la Marcha del Silencio aparecen demostraciones muy conmovedoras e importantes porque hablan por sí solas”, apreció Elena Zaffaroni, integrante de la Asociación de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos del Uruguay, en diálogo con la prensa. “Lo que más importa es que otros vayan tomando la expresión de esta lucha porque eso da la pauta de que esto no se va a olvidar”, sentenció.

Pocos minutos antes de las 5 de la tarde, los encargados del evento inauguraron la intervención, pero no sin antes recordar la importancia de seguir luchando por saber la verdad. Varias personas que se encontraban en el lugar se fundieron en un abrazo apretado. Entre aplausos y gritos, en algunos casos incluso con lágrimas en sus ojos, se dio fin a la inauguración, en la que predominó un clima de silencio, distinto al que se percibía momentos antes.

Foto: Gimena Morales

Lentamente los presentes comenzaron a desplazarse hacia otro sector de la plaza, donde se presentaría un mural dedicado a Luisa Cuesta, la histórica luchadora y madre de Nebio Cuesta -desaparecido en 1976-, como parte del mismo homenaje. Esta vez nadie iba solo, los murmullos invadieron el lugar y poco a poco la gente fue tomando asiento frente a la pintura de Luisa, en la que se la ve seria y pensativa, rodeada de fotografías de personas sin rostro. “Quisiera saber la verdad, porque para mi es la mayor de las justicias”, se puede leer en la misma pared en la que fue plasmada su imagen.

Este mural, que representa la lucha de tantas familias que hoy permanecen con la incertidumbre como un sentimiento latente, fue pintado por Alfredo Cuesta, hijo de Gerardo Cuesta, asesinado en la dictadura. “Lo primero que se me ocurrió fue la presencia de Luisa. Tenemos que dejar sobre todo para las nuevas generaciones su lucha, su constante lucha, no solamente por ser madre de un desaparecido sino porque ella superó eso y nos hizo ver lo importante que es el mantener y cuidar la democracia”, explicó el pintor a Sala de Redacción.

“Tanto esta movida como la marcha son fundamentales para una manifestación clara de que el próximo presidente, sea quien sea, va a tener que dar una respuesta mucho más clara sobre un tema que creemos que es fundamental para el bien de la sociedad”, concluyó.

Las ropas sin cuerpos colgadas sobre una de las plazas más importantes de la capital y la pared con el rostro de Luisa marchando por saber la verdad, mantienen viva la búsqueda de los desaparecidos e interactúan, de manera diferente y creativa, con una sociedad que aún busca respuestas.

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