Carmen Albana Sanz es docente y vivió toda su infancia en el barrio Borro, de Montevideo. Trabaja en Barcelona, donde se encuentra difundiendo una nueva perspectiva educativa, que se cataloga como educación emocional. La docente explicó a Sala de Redacción que este nuevo paradigma consiste en “una acción continua y sistemática que introducida dentro de los programas escolares logra que los alumnos desarrollen competencias emocionales y habilidades emocionales que les permitan de alguna manera vivir en una sociedad con un cierto grado de armonía y de bienestar social”.

Esta alternativa surge como respuesta a situaciones que no pueden ser resueltas mediante la perspectiva educativa ordinaria. Entre esas situaciones, Sanz mencionó conductas de violencia, acercamiento a las drogas, la falta de conductas asertivas de los niños, a las que muchas veces se les suman estados de depresión, ansiedad e incluso el sufrimiento producto del bullying.

Con la aplicación de esta perspectiva se busca lograr una mayor estabilidad emocional en los niños y adolescentes, con lo que es más probable que tengan conductas asertivas que los lleven a rechazar el consumo de drogas, prevenir embarazos no deseados, y recurrir al diálogo en lugar de a la violencia para resolver inconvenientes. “Logramos que los niños tengan una estructura de pensamiento que les permita parar, que se puedan regular ante situaciones de agresión, enseñamos estructuras de pensamiento como por ejemplo el ‘para’, el ‘piensa’, el ‘actúa’”, explicó Sanz.

El paradigma emocional en el cual se basa la profesional y su equipo fue creado por Rafael Bisquerra, docente de la Universidad de Barcelona. Consiste en cinco competencias emocionales que se trabajarían en las escuelas y liceos: la identificación de las emociones, la regulación emocional, la autonomía emocional, la competencia social y la competencia para la vida. El desarrollo de estas cinco habilidades se lleva a cabo mediante una serie de actividades que, según mencionó la maestra, han demostrado un descenso en los comportamientos disruptivos de los niños.

La importancia de un cambio

El interés de Sanz por una nueva mirada acerca de la educación surge de la preocupación por ciertas conductas violentas que se manifiestan, no solo en el aula sino en la sociedad. La docente sostiene que tener rabia o enfado es normal, porque forma parte de las emociones de las personas, pero dijo que el problema está en cuando esa situación no es controlada y concluye en comportamientos violentos. Al respecto, expresó preocupación por lo que ocurre en nuestro país. Dijo que a hay hogares en los que “escasean los modelos a seguir, no hay espejos donde los alumnos o los jóvenes se puedan reflejar y allá a donde no llegue la familia, que es la primera institución educadora, debe llegar la escuela, tiene la obligación”. “Los niños tienen que permanecer en las escuelas y sería muy bueno para ellos seguir a un profesor en el que se puedan reflejar como modelo“, expresó.

En su opinión, uno de los principales problemas a modificar es la burocracia: plantea que se pierde mucho tiempo en cuestiones administrativas, que además son llevadas a cabo por directores, que en lugar de tener un rol pedagógico o didáctico pasan a ser empleados de oficina. Pero a pesar de esto, ella sostiene que el resto de las cualidades de nuestra educación son virtuosas. De hecho, mencionó su caso: “gracias a la escuela pública uruguaya yo he recibido una educación de calidad”, dijo.

Opinó que se han hecho cosas buenas en materia educativa y agregó “sería bueno que los futuros gobernantes pudieran agradecer las cosas buenas que han hecho los gobiernos y pudieran hincar el diente en aquellas que faltan por hacer, intentando facilitar la labor de los directores y de los maestros, teniendo siempre el ojo puesto en el niño”.

Decir “no” a lo negativo

Así como el paradigma de la educación emocional que plantea Sanz se basa en eliminar los comportamientos negativos, sostiene que es fundamental suprimir las opiniones negativas acerca de la educación y difundir mensajes positivos, porque es de la única forma de la que se puede lograr un verdadero cambio. En el ámbito educativo “tenemos muchas cosas para sentirnos orgullosos y tenemos que caminar hacia el fomento de ese orgullo”, dijo, y agregó “lo que no podemos hacer es empezar a decir que la educación está en crisis, nosotros tenemos que sacar a la educación adelante, vamos a empezar a mandar mensajes positivos a la población, porque si nos alimentamos de lo negativo, lo negativo se difunde más rápido que lo positivo y tiene un impacto mayor”.

En lugar de divulgar esos mensajes negativos, propone generar empatía con las demás personas, ya que esto permite generar un clima armonioso, dentro y fuera del aula. “Este es un problema real de la sociedad uruguaya, tenemos que tratar de controlarnos”, sugirió.

Sanz considera que si lo único que se desarrollan son mensajes negativos “nos vamos contaminando y somos un país gris. Eso no puede ser, somos tres millones, nos tenemos que ayudar, somos un país muy generoso”.

La intención de Sanz es que los programas de educación emocional comiencen a aplicarse en nuestro país. Actualmente algunos centros educativos, sobre todos privados, llevan a cabo actividades relacionadas con esta perspectiva. El 31 de agosto se realizó una jornada de educación emocional en el Colegio Santo Domingo, en donde Sanz y a otros especialistas contaron sus experiencias para cerca de 600 personas de Montevideo, Artigas, Salto, Tacuarembó, Minas, Florida, Colonia del Sacramento, Canelones y San José.

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